Salvador Allende no aprueba el juicio de la Historia, menos el de muchos masones
La izquierda latinoamericana, con eco privilegiado en los medios de comunicación, recordó recientemente lo que considera la heroica inmolación del ex presidente chileno Salvador Allende, y el brutal rompimiento del orden constitucional protagonizado por el general Pinochet el 11 de septiembre de 1973. -
Un problema con la historia es que las pasiones y las ideologías tienden a crear caricaturas maniqueas de la realidad (el mundo como confrontación de los buenos contra los malos), sacrificando aspectos importantes de la verdad.
Nadie puede oscurecer las innegables violaciones de derechos humanos que cometieron las fuerzas del general. Pero es un imperativo ético esforzarse por superar las visiones simplistas de la realidad, que ven el mundo como si fuera una simple película de vaqueros. El problema es que algunos, como sucede con los niños, se enojan muchísimo si se les cuestiona la pretendida bondad del bueno de la película.
A riesgos de provocar ciertas iras cabe preguntarse hoy, ¿qué sería del Chile de hoy si Salvador Allende hubiese permanecido en el poder? ¿Estaría su país mejor o peor que ahora? - Hoy sabemos lo que es el Chile que emergió después de la convulsión de 1973. -
Chile es sencillamente el éxito económico y social más notable de América Latina. Ningún otro país del área ha podido alcanzar los elevados índices de crecimiento económico que Chile ha ostentado desde la década de los ochenta.
Ningún otro país ha reducido tanto el desempleo, multiplicado sus exportaciones y disminuido su pobreza. Hoy pocos analistas se atreven a negar que muchas de las bases de todo este despegue, verdaderamente excepcional, fueron sentadas durante el gobierno del general Pinochet. Su régimen fue, indiscutiblemente, una férrea dictadura militar con su triste cuota de represión y violación de los derechos humanos.
Pero en lo económico, y sin por eso excusar lo anterior, es preciso reconocer que Pinochet fue un libertario nato muy lúcido. Inspirado en los consejos de quienes sus opositores llamaban despectivamente los “Chicago boys”, jóvenes formados en la escuela liberal de Milton Friedman, Pinochet estableció la economía de mercado más libre de la región, redujo radicalmente la intromisión estatal, privatizó todas las empresas públicas, incluyendo la administración de pensiones, modernizó el código laboral e incluso introdujo el sistema de vouchers o bonos en la educación estatal.
Los gobiernos posteriores al gobierno de Pinochet reconocieron en forma implícita el mérito de las reformas originadas durante el régimen militar reflejadas, entre otras cosas, en tasas envidiables de desarrollo económico. Con tino y madurez, en lugar de desmantelar las reformas cabalgaron sobre ellas. -
¿Qué habría pasado si las riendas del poder hubiesen quedado en manos de un Salvador Allende? Aunque al plantearnos esto entramos en el terreno de la especulación, no hay nada de especulativo sobre las ideas que Allende tenía sobre la economía y la política. Allende era un marxista nato, amigo y aliado de Fidel Castro. -
En su mapa mental el mercado libre era el teatro en donde los ricos explotaban a los débiles. Para levantar a los oprimidos el Estado debía controlar y planificar la economía, confiscar la mayoría de las empresas capitalistas, y sustituir la democracia “burguesa” (prensa libre, pluripartidismo y elecciones), que beneficiaba a los empresarios, por una “democracia popular” dirigida dictatorialmente por la “vanguardia” del partido de los trabajadores.
Las ideas tienen consecuencias y las ideas de Allende eran de consecuencias muy previsibles. En todas partes del mundo donde se han puesto en práctica han producido resultados similares: desplome de la producción, escasez, emigración masiva, estancamiento tecnológico y represión política. Carlos Alberto Montaner llamaba a los portadores de estas recetas para el desarrollo “fabricantes de miseria”. Michael Novak, con sentido del humor, decía que si algún día los comunistas controlaban el desierto del Sahara a los pocos años estarían racionando la arena.
Allende, aunque estuvo escasamente tres años en el poder, tuvo tiempo para ver desatadas las primicias de lo que venía a mayor escala: el capital comenzó a huir, se paralizaron las inversiones y comenzaron las colas y la escasez.
Un factor que provocó su derrocamiento fue precisamente la agitación creciente de la población que con el sonar de pailas y cazuelas pedía detener el creciente caos. ¿Sería hoy Chile el ejemplo de desarrollo que es para el continente, de haber perdurado Salvador Allende? De nuevo, estas preguntas y este análisis no son para justificar que se atropelle la democracia o los derechos humanos a fin de obtener el desarrollo. Lo ideal en Chile hubiera sido obtener simultáneamente ambas cosas. -
Afortunadamente, el período de la dictadura militar terminó cuando Pinochet decidió someter su mandato a un referéndum que perdió. - Entonces regresó la democracia. ¿Habría hecho esto la izquierda? ¿Lo haría Fidel Castro? - *El autor es presidente de la Universidad Ave María College.
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El juicio de la historia es impecable y hoy muchos masones juzgamos a alguien como Salvador Allende que se apoyó en el prestigio de la Orden Masónica, para obligar a su propio pueblo a un experimento catastrófico -