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From: Alcoseri (Original message) |
Sent: 13/05/2012 17:46 |
TEMPLARISMO EN LA MASONERIA
Templarismo en la Masonería alemana. Estas búsquedas quedaron sin resultado. Desde 1733, nos dice el autor, había en Alemania un Rito, practicado notablemente por la Logia “Los tres Globos”, de Berlín, y que hacía seguir los tres grados simbólicos, de dos otros grados: el Caballero de San Andrés de Chardon y el Caballero de Dios y de su Templo. Este último, tenía un carácter netamente templario. (pg. 85 sqq). Se señala aquí ya el vínculo entre el Templo y Escocia, cuyo patrón es San Andrés y donde la más alta dignidad caballeresca es la Orden de Chardon. Pero lo más importante, es encontrar desde 1733, un grado templario en Alemania. Hay que abandonar entonces, la tesis generalmente admitida por los historiadores y, según la cual, no se encuentra trazo alguno de un alto grado en Masonería antes de 1740116. Pero la fecha de 1733, es aun interesante bajo otro aspecto. 1733 es el año en que la Masonería especulativa fue introducida en Alemania117. Su primera Logia fue fundada en Hamburgo. Puesto que, en este mismo año, se encuentra, en Alemania, un taller practicando, a la vez, los tres grados azules y dos altos grados (uno escocés y, el otro, templario), tenemos derecho a preguntarnos si los cinco grados no fueron “importados” al mismo tiempo de Inglaterra, los grados azules “oficialmente” y, los dos restantes, secretamente. A este planteamiento, no se puede, por el momento, dar una respuesta afirmativa. Pero el solo hecho de que pueda ser planteado, empuja singularmente a los sistemas confortables, que muchos historiadores de la Masonería perpetúan asiduamente, copiándose unos a otros. Pues el conformismo intelectual, en Masonería, no constituye el hecho de aquellos que tienen, ante todo, el referirse a los principios tradicionales.116 Citemos, por ejemplo, a Marcy: “La locura de los altos grados empieza hacia 1740” (Ensayo sobre los orígenes de la Franc-Masonería e Historia del Gran Oriente de Francia, t. II, pg. 61). _ Esta tesis está basada en la siguiente decisión, promulgada por la primera Gran Logia de la Masonería Francesa, en 11 de Diciembre de 1743: “Habiendo sabido, desde hace poco, que algunos Hermanos se presentan bajo el título de Maestros Escoceses, en ciertas Logias, y reivindican sus derechos y privilegios de los que no existe ningún trazo en los archivos y usos de todas las Logias establecidas en la superficie del Globo, la Gran Logia, a fin de mantener la unión y la armonía que deben reinar entre todos los Franc-Masones, ha decidido que, todos los Maestros Escoceses, a menos que no sean Oficiales de la Gran Logia o de toda otra Logia particular, deben ser considerados por los Hermanos, al igual que los otros Aprendices o Compañeros, y deberán llevar la costumbre sin ningún signo de distinción”. 117 “Findel dice que desde 1730 las Logias temporarias, consagradas a la difusión de la ciencia masónica y al estudio del ritual, fueron formadas en diversos puntos de Alemania. Pero la primera Logia regular fue fundada en Hamburgo, en 1733, bajo una carta de lord Strathmore, Gran Maestro de Inglaterra. Logia que, sin embargo, no entró verdaderamente en activo hasta cuatro años más tarde. Sus progresos fueron lentos al principio” (Encicopedia de Mackey, t.I, en el artículo Germany). * * * Volvamos ahora a la asociación entre la leyenda templaría y la jacobita118, que Le Forestier reconoce haberse efectuado en Francia, y declara el procesus “imposible de establecer de forma documental”. La Historia se ha encontrado aquí expuesta a uno de sus “limites”, lo que demuestra que no todos son de orden cronológico. El vínculo entre los Templarios y el movimiento Jacobita, es, a la vez, histórico y simbólico: este lazo, es Escocia, que es el último abrigo de los Templarios, aunque también cuna de los Estuardo, y refugio de sus últimos partidarios. El que la asociación de ambas leyendas, se haya efectuado en Francia y, más precisamente, en Paris, indica que puede verse aquí otra correspondencia simbólica. Pues es de Francia, y, sobre todo, de Paris, de donde los Templarios partieron para refugiarse en Inglaterra y, luego, en Escocia; y es de Escocia (y también de Inglaterra) de donde vinieron los Jacobitas, para refugiarse en Francia. Debe entenderse que la “leyenda” jacobita en la Masonería, tiene, ante todo, un significado simbólico, lo que no impide que, los partidarios de los Estuardo, y los Estuardo mismos, hayan podido ejercer una influencia muy real en la estructura externa y, también, en los destinos del Arte Real119. Subsiste aun hoy en día, en la escala de los 33 grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, un grado que lleva en su nombre un trazo de esta influencia. Este grado es el de “Gran Escocés de la Viuda Sagrada de Jaime VI”, que es el grado 14 del Rito y el último de los “grados de perfección”120. Su simbolismo no tiene relación alguna con la historia de los Estuardo, sino más bien con la tradición primordial. Encontramos, en efecto, la piedra cúbica de pointe tronquée (¿de punta truncada?) (jerogífico del Polo), y el ritual evoca el sacrificio de Abraham en el monte Morhia (equivalente judaico del monte Meru). La Logia tiene censurado representar al Santo de los Santos, “que no está iluminado, ni por el Sol, ni por la Luna”, porque está fuera de la sucesión de los días y de las noches, incluso, fuera de toda sucesión, es decir, en el “eterno presente”121. 118 La historia del movimiento Jacobita está tan íntimamente ligada a las vicisitudes político-religiosas de Gran- Bretaña, que no debe considerarse inútil recordar la sucesión de los Estuardos a partir de su acceso al trono de Inglaterra: Jaime 1º (Jaime V, en Escocia), presbiteriano, hijo de María Estuardo y de Darnley; Carlos I, anglicano, hijo del precedente, que fue destronado y decapitado durante el “protectorado” de Cromwell; Carlos II, anglicano, hijo del precedente, que fue destinado al trono, por el General Monk; Jaime II (Jaime VI en Escocia), católico, hermano del precedente, que fue destronado por su yerno Guillermo de Orange y se refugió en Francia, donde Luis XIV le ofreció en residencia el castillo de Saint-Germain; Guillermo de Orange, calvinista, que reinó conjuntamente con su esposa María, hija de Jaime II; Ana Estuardo, anglicana, otra hija de Jaime II. Antes de su muerte, Ana designó para que le sucediera, no a su hermano Jaime, llamado el “caballero de San Jorge”, sino a un miembro de otra rama de los Estuardo, el elector de Hanovre, que tomo el nombre de Jorge I. Todos aquellos que, después de la deposición de Jaime II, intentaron que recobrara su trono, y que, después de su muerte, combatieron el favor del caballero de San Jorge, son designados bajo el nombre de Jacobitas._ Algunos historiadores, entre los que se encuentra Albert Lantoine, han confundido a veces a Guillermo de Orange con Jorge I: pues los eruditos, también ellos, puede tener desfallecimientos. Jaime II (el Jaime VI de la Masonería escocesa) llevó en Francia una vida de exilio, acompañada de una gran piedad. Tuvo notables relaciones con el Abad cistercense Armand de Rancé, el formador de la Trappa. A este propósito, es curioso que ciertos signos manuales de los Trappistas y, en particular, el que designa, a la vez, la palabra “pan” y la palabra “Dios”, sean absolutamente idénticos a unos de los más importantes signos masónicos. Señalemos también, pero a título de simple curiosidad, que se encuentra en los Aforismos de Chamfor e inatendida en un lugar tal, la indicación siguiente,: “El rey Jaime II, viviendo en Sant- Germaint, por subsidios de Luis XIV, iba a Paris para tocar las escrófulas, que no curaba más que en calidad de rey de Francia”. 119 Guénon pensaba que los Estuardo habían jugado, en la Masonería, al menos, “un papel de utensilio” (cf. Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. I, pg. 298). 120 Es, por otra parte, un grado muy importante, para que ciertos Supremos Consejos los hagan conferir en su plenitud ritual, y no “por comunicación”, como se practica en los grados menores. 121 A fin de no estar acusados de falta de fidelidad hacia los soberanos de la casa de Hanovre, los Ingleses debieron cambiar el nombre de este grado, que, para ellos, se ha convertido en “Gran Elegido, Perfecto y Sublime Masón”. Los Americanos, han seguido su ejemplo. Pero el movimiento jacobita, no ha influido tan sólo en la Masonería de los altos grados, la Masonería azul también ha sido tocada, pero hay que precisar bien, como lo hizo notar Le Forestier, que se trata únicamente de la Masonería francesa.. Esta última, por tanto, había sido importada de Inglaterra por los Masones “modernos”, muy opuestos a los Estuardo. Su primera Logia, “A Luis de plata”, data de 1725. Desde 1735, la Masonería francesa proporciona un Gran Maestro. ¿A quien escoge para esta dignidad? Sir Hector Macleane “baronnet de Escocia”, un Jacobita. ¿Y quien le reemplaza en este oficio? El conde de Derwentwater, otro Escocés Jacobita122. Y estos dos primeros Grandes Maestros no eran Jacobitas tibios. Un hermano de Derwentwater había caído a causa de los Estuardo, y el mismo Derwentwater, después de haber resignado la Gran Maestría, pasará a Escocia con el pretendiente Carles-Édouard123, caerá prisionero en la desastrosa batalla de Culloden, para luego caer bajo el hacha del verdugo, después de haber dirigido a su mujer, que se quedó en Francia, una emotiva carta de Adios124. ¿Pero cómo es que Désaguliers y los demás dirigentes de la Masonería inglesa, todos determinados partidarios de la dinastía Hanovre, no reaccionaron viendo su “hija primogénita”, la Masonería francesa (de la que visitaban frecuentemente sus talleres), escoger como Grandes Maestros, a personajes tan comprometedores, y, por no callarse nada, conspiradores que habían puesto su espada al servicio de los Estuardo y fomentaban revuelta tras revuelta en su Escocia natal? ¡Qué extraña complicidad entre Orangistas y Jacobitas! Tan extraña como las Constituciones de Anderson, relatando la fundación de la Gran Logia de 1717, debutando con las palabras “After the rebellion” (“Después de la rebelión”), como para subrayar que esta Gran Logia fue constituida seguidamente (y, sin duda, por reacción) a una revuelta estuardista125. Por otra parte Macleane y Derwentwater, parecen no haberse librado de ninguna propaganda jacobita entre los Masones franceses. Vemos que no faltan enigmas en la historia de los orígenes masónicos. Pero, para quien no crea en el azar y piense en revelar ciertas “correspondencias”, ¡cómo “hablan” estos enigmas! Si dudábamos de la particular importancia que ha habido en la historia de la Masonería francesa, la acción ejercida en sus inicios, bajo la “cobertura” de los dos Grandes Maestros jacobitas, un argumento suplementario podría extraerse de hechos singulares, que ocurrieron en la primera década de nuestro siglo. Apoyándose en resoluciones (aceptadas como oráculos inapelables) de los conventos de Lyon y de Wilhelmsbad, un Masón irregular, que era al mismo tiempo un ocultista, de cierto talento, Charles Détré (Téder), emprendió, en su revista Hiram, una campaña de una extrema violencia, dirigida a la vez, contra: el Templarismo masónico, contra René Guénon -entonces, al principio de su 122 Cf. H.-F. Marcy, Ensayo sobre los Orígenes de la Franc-Masonería e Historia del Gran Oriente de Francia, t. I, pg. 87 sqq. 123 Sobrenombrado el “Joven Pretendiente”: era el hijo del caballero de San-Jorge. 124 Sobre la actividad jacobita de los primeros Grandes Maestros de la Masonería francesa, puede encontrarse una interesante documentación, en la siguiente Obra: La Primera Profanación del Templo Masónico, de Pierre Chevalier (Librería filosófica J. Vrin, Paris). Ver, sobre todo, el capítulo IV: “El fin de las esperanzas jacobitas”. 125 El director de los Archivos de Trans-en-Provence, Jean Barles, había hecho en otros tiempos, en su revista, interesantes deducciones a este respecto. Guénon hizo una alusión (Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. I, pg. 260). actividad tradicional126-, y contra el Gran Oriente, a quien era reprochado notablemente el hecho de mencionar en su “anuario”, en cabeza de la lista de Grandes Maestros, los nombres de dos escoceses jacobitas. El Gran Oriente tuvo la debilidad de ceder a los griteríos de sus adversarios y, en consecuencia, modificó su anuario. Fue necesario, algunos años más tarde, el descubrimiento de los “documentos suecos”, de una indiscutible autenticidad, para que la Lista de Grandes Maestros francesa, fuera nuevamente completada con la adjunción de sus dos partidarios jacobitas127. La contra-iniciación a la que Téder pertenece muy probablemente, no hubiera desarrollado un esfuerzo tal, si Macleane y Derwentwater, no hubieran sido más que simples fieles de la infortunada descendencia de Jaime II. * * * Aun hay otras cosas interesantes en la Obra póstuma de Le Forestier128. Pero, desde ahora, podemos ver que los Masones “guenonianos” no tienen nada que temer, más bien al contrario, de los documentos contenidos en este libro, no más (si podemos arriesgarnos a una tal predicción) de lo que podrían temer a los documentos a que podrían, eventualmente, ser puestos al día por los queridos universitarios de “masonología”, cuya fundación deseaba M. Alec Mellor. Por el momento y antes de terminar, recordaremos tres principios dados a la luz por Le Forestier, y los confundiremos con un cuarto hecho, sobre el que nos ha dado ocasión de reflexionar: 1) La Orden del Templo es perpetuada en Escocia, al menos, doscientos cincuenta años después de su supresión oficial; 126 La actitud de la contra-iniciaicón, a ojos de René Guenón, merece ser observada. Esta actitud, ha variado los ataques personales por la “conspiración del silencio”. Pero Guénon ha considerado siempre tales comportamientos como un “privilegio” para él. Cf. Estudios sobre la Franc-Masoneria y el Compagnonage, t. II, pg. 125. 127 Sobre estas discusiones respecto a los Grandes Maestros de la Masonería francesa, se pueden encontrar detalles interesantes en los Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. I, pgs. 283, 284 y 296._ No debe considerarse inútil tener en cuenta que, anteriormente a sir Hector Macleane, la Masonería francesa tuvo en cabeza (sin duda con el título de Maestro Provincial) al duque Phillipe de Wharton, que fue, en Inglaterra, el portavoz de los operativos. Después M. Pierre Chevalier, Wharton y su mujer, durante su estancia en Paris, frecuentaban asiduamente los medios jacobinos. 128 La historia de los “Superiores desconocidos”, por ejemplo, merece que nos detengamos._ La Obra de Le Forestier, es tan rica bajo el punto de vista documental, que un atento estudio permite resolver varios problemas de la historia masónica. Por ejemplo, pensamos que nunca podemos decir, en adelante, que la primera idea de los grados caballerescos se encuentra en el discurso de Ramsay. Este muy famoso discurso, fue pronunciado en 1737, o antes, y, desde 1733, existían los grados de “Caballeros de San Andrés de Chardon” y “Caballero de Dios y de su Templo”. He aquí, entonces, un error, que Guenón ha combatido desde 1910 (cf. Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. II, “Los altos grados masónicos”) a 1950 (id, t. II, pgs. 125 y 126), y que, 20 años después de su muerte, es irremediablemente arruinado por un documento explícito._ Otra cosa. La leyenda templaria, tal como está relatada en el grado de “Caballero de Dios y su Templo”, está ya muy elaborada. Es este el momento de recordar que “cuando se sabe que la primera mención conocida de tal grado, se encuentra en un documento datado de tal año, no nos encontramos verdaderamente más avanzados para el conocimiento de los orígenes reales de este grado” (Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. II., pg. 126), pues estos documentos más antiguos pudieron desaparecer, y, entonces, el grado puede haber sido practicado antes de que se haga mención del documento._ En fin, siempre nos planteamos una cuestión. ¿Cuál es esa “fausserie de genie” (¿falsedad de genio?), que, según M. Alec Mellor, hubiera “inventado” esta “leyenda absurda”: el “bulo templario”, y del cual Le Ferestier hubiera rehusado a desvelar el incógnito?. Pues no podemos creer que se trate del barón de Hundt. En 1733, tenía once años, y, por muy precoces que puedan ser los niños sobre el Antiguo Régimen, nunca llegarían a este punto. 2) Los altos grados son más antiguos de lo que comúnmente se piensa: se conocen ejemplos de los primeros años de la Masonería especulativa; y estos ejemplos, son templarios o “escoceses”; 3) La leyenda templaria, en la Masonería, ha estado “casada” a la leyenda jacobita; y este “casamiento” se ha efectuado en Francia; 4) La Masonería francesa, fundada por Ingleses “orangistas”, tuvo como primeros dirigentes a Escoceses “jacobitas”. ¿Cómo no relacionar todos estos hechos con la extraordinaria “fortuna” que ha conocido en la Masonería, la palabra “Escocés”? Siempre hemos pensado, a causa de una alusión fugaz de Guénon, en su artículo “El Jabalí y el Oso” (cap. XXIV de Los Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada), que podríamos asociar a Escocia (Caledonia) a los míticos bosques de Calydon y de Brocéliande, y que, en consecuencia, la Escocia histórica pudo haber abrigado, hasta una época muy avanzada, un centro espiritual en relación con la Última Thulé. Encontramos precisamente en una obra de Mme Françoise Le Roux, indicaciones que parecen corroborar bien nuestro sentimiento: “Thulé es, en todos los textos antiguos, el nombre de la más septemtrional de las islas Shetland, en el Norte de Escocia”129. Hay que remarcar que Shetland significa etimológicamente, “tierra de Shet”, es decir, “tierra de estabilidad”; y no nos cabe duda alguna que, este archipiélago, muy alejado hacia el Norte de las costas Escocesas, era el reino de “Galehaut, sir de las islas lejanas”, por mediación del cual, Lancelot comunicaba con la reina Ginebra130. A manera de conclusión, querríamos proponer una hipótesis que no hemos visto formular en ninguna parte, pero que nos parece que se corresponde exactamente, no sólo con lo que ya sabíamos de la Masonería jacobita, el Templarismo y el Escocismo, sino, incluso, con las informaciones de origen alemán que, la Obra de Le Forestier, viene a poner a disposición de los lectores de lengua francesa. He aquí esta hipótesis, La Masonería “jacobita” podría ser una “cobertura” utilizada por las prolongaciones del Templarismo subsistente en Escocia, para influir sobre la Masonería especulativa (y aquélla, cerca de los orígenes de ésta) en un sentido tradicional, y para reparar el desgarro de 1717, por la adjunción, a la “Masonería de Oficio”, de una superestructura totalmente diferente (constituida principalmente, por numerosos vestigios de iniciaciones caballerescas), a la cual, en razón a las relaciones entre Escocia y la Última Thulé, con el Templo y con los Estuardo, le conviene perfectamente el nombre, que se le ha dado universalmente, de “Masonería Escocesa”131. 129 Françoise Le roux, Introducción General al Estudio de la Tradición Celta, t. I, pg. 77, n. 57. 130 Galehaut, cuyo nombre tiene un evidente carácter céltico, es, junto con Lancelot, el único de los caballeros de Tabla Redonda, que viene citado en La Divina Comedia: es con ocasión del reencuentro que hace Dante, en el segundo círculo del Infierno, de su prima Fancoise de Rimini. El relato de esta última, de su fatal aventura con Pau Malatesta, se termina así: Para nosotros, el libro (Los Amores de Lancelot del Lago) y el que escribió siendo GaLehau”. Vemos que Dante subraya aquí el papel de intermediario (de “puente”) jugado por Galehaut. Entendiéndose que la historia, moralmente reprochable de Lancelot y Ginebra, debe ser interpretada simbólicamente. Lancelot es el candidato a la iniciación; Galehaut es la organización iniciática (vinculada, al menos virtualmente, a las “islas lejanas”; y, Ginebra es la soberana Beatitud, asimilada al entusiasmo, como en ciertos textos rosacrucianos (tales como la Ebrietatis Encomium) de los que se habla en la Masonería. 131 No es necesario decir que, todo esto, debió hacerse absolutamente fuera de la Gran Logia de Escocia, Obediencia estrictamente “simbólica” (es decir, no legisladora más que en los primeros tres grados). |
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massoni tra acqua, terra e cielo
domenica 1 giugno 2008
Fonti conoscitive comuni, derivate dal mondo romano, legano Corporazioni Murarie e Templari, entrambi costruttori di monasteri, chiese, fortezze, strade.
Bernardo di Clairvaux redige i 62 capitoli della Regola Templare dopo il concilio di Troyes (1128): il veneziano Giovanni Michiel figura quale scrivano estensore della Regola e come successivo affiliato all'Ordine. Probabile identificazione dello stesso col figlio del Doge Vitale, vessillifero della Serenissima della seconda Crociata (1147-49).
La presenza Templare a Venezia è attestata sin dal 1187: dal lascito di un terreno denominato Fossa Putrida, per l'edificazione di una Chiesa dell'Ordine da parte del vescovo di Ravenna. E dall'edificazione di S. Maria in Capite Brogli, nell'area detta dell'Ascensione a S. Moisé (prima sede del Priorato) e dell'ospizio di S. Giovanni Battista del Tempio alla Bragora, detto S. Giovanni dei Furlani (seconda sede) dall'omonima calle adiacente. Documenti del 1247 e 1303.
Guerra commerciale tra Veneziani e Genovesi in Acri (Tolemaide) nel 1256. Tra gli alleati dei Veneziani, i Cavalieri Teutonici, ed i Templari: ai primi la Serenissima dona un terreno per l'edificazione del monastero della SS. Trinità, ai secondi una forte somma per l'ampliamento e il miglioramento del già esistente Priorato.
Probabile presenza Templare alla Giudecca, presso la Chiesa e l'Ospitale per pellegrini di S. Biagio. Consacrazione della stessa nel 1188 attestata da lapide con tau Templare all'inizio del testo. Rinvenimento di croce bizantina nel cimitero della stessa Chiesa, a forma di tau. Il precedente nome dell'isola (Spina Longa), San Biagio come patrono, e la presenza di corsi d'acqua di facile navigazione, fanno pensare ad una sede templare tipica. Il nome Giudecca è forse derivato dal termine Zudegà (aggiudicato), dopo lo scioglimento dell'Ordine (1312).
Nel XIV secolo frà Sebastiano Michiel, Gran Priore dell'Ordine Gerosolimitano, assegnatario di gran parte delle commende Templari, rivendica autonomia dallo Stato ed obbedienza solo al Papa ed al suo Gran Maestro. Bernardo Giustinian, Gran Maestro dell'Ordine dei Malta, critica il processo ai Templari ed esprime fede nella resurrezione dello stesso.
Simboli e croci Templari residuano a Venezia, in Campo della Carne ed in Campo e nella Chiesa della Maddalena.
Autori della metà del XVIII secolo sostengono eredità e continuità dell'ordine Templare sotto le bandiere della Massoneria. Essa coprirebbe un Ordine di Superiori Incogniti per la restaurazione dell'Ordine. L'esoterismo Templare sarebbe stato acquisito dagli arabi (Assassini) e dalla Chiesa esoterica cristiana di San Giovanni Battista, precursore della Vera Luce: la festività del Santo coincide con il solstizio d'estate, al 24 giugno.
La devozione dei Templari a San Giovanni spiegherebbe la devozione tributata, anche a Venezia, alla testa del Santo, custodita post mortem dai discepoli e da essa trasmessa ai Templari: ricordiamo l'ipotesi di identificazione della stessa col cosiddetto Baphomet.
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From: Kadyr |
Sent: 18/04/2024 01:53 |
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