Senderos distintos en una única dirección
AZAFRÁN
(Un viaje fascinante por el Sufismo al-Ándalus en su momento de mayor esplendor)
Justamente estás en el sexto ciclo de tu vida. El momento de la madurez. El idóneo para el aprendizaje de conocimientos elevados. Los judíos coinciden en esta cuestión cuando indican que es la edad adecuada para adentrarse en el complicado terreno del misticismo, excepto para algunos privilegiados. Mañana es uno de Muharram del nuevo año, el 650 de la hégira.
Un nuevo año y una nueva vida para ti, que supongo que te compensará por los sinsabores que has sufrido y que espero que seas capaz de asumir con la dignidad que exige ésta. Por quienes te han de enseñar no te preocupes nunca. Todo llegará como has llegado tú hasta aquí. Nada es casual. Mukhtar permanecía estupefacto, mudo ante las declaraciones del médico. ¿De qué hablaba y qué tenía que ver él en todo eso? ¿Fantaseaba, desvariaba Ibn Karim? Algo, a pesar de sus dudas, le decía desde su interior que su hora había llegado, para añadirle más asombro.
Cuando pudo reunir algunas palabras dijo: - Me has abrumado con todo lo que me expones y mal puedo comenzar una nueva vida, cuando ignoro el alcance de todo lo que me estás diciendo. - Lo entiendo Mukhtar. Pero ¿acaso tu nombre no significa "elegido"? El mío es el nombre de una estrella. A mí me corresponde iluminar el inicio de tu camino. Aunque eres libre, y siempre lo serás, de abandonarlo o de empezarlo siquiera. Ahora vámonos , seguiremos hablando en los jardines, si quieres continuar. Siguió obedientemente a Trek.
La cabeza bullía con dudas y reticencias; sin embargo, el espíritu se dejaba guiar dócilmente, casi por propia iniciativa. Donde la mente encontraba escabrosidades, su interior parecía haber hallado un sendero buscado con ansia desde una inconsciencia que ahora se manifestaba, que era latente desde un tiempo insospechado, que lo desbordaba, desde el principio de los siglos.
Con esto, Mukhtar, creo que he consumado tu preparación, que sólo es un inicio, pero que, a pesar de que no seas totalmente consciente, ha creado dentro de ti una visión distinta de las cosas. Si, como me dices, tuviste una meditación clarificadora, únela al conocimiento que has adquirido y estarás preparado para reparar en detalles por encima de lo superfluo: así te irás dando cuenta que todo está ante nosotros. La mirada escrutadora de Trek se torno sonriente y añadió: -
No me veas como un maestro, yo sólo soy un hito en tu camino, un puente para cruzar al otro lado. Tu verdadero maestro es el interno; si no confías en él, si no dejas que te hable, nada habremos hecho. No tengas miedo, en cambio, y la vida se las arreglara para guiarte. No tienes que decirme nada, vete en silencio, Mukhtar. Nos encontraremos en casa.
Y siguió mirando el río. - Así transcurre nuestra vida - le oyó decir. - Quizás, pero el río conoce y cumple su objetivo - replico Mukhtar. - Yo también paseo por la orilla y, a veces, me detengo en este recodo. ¿Por qué envidias al río? - Envidio al río porque no tiene dudas. - No, no las tiene, Sigue su curso dejándose llevar y consumando sus ciclos; corre, alimenta hombres, animales y plantas, se evapora y vuelve como lluvia para ser de nuevo río. Lame y sortea obstáculos uniéndose a ellos, sin enfrentarse, sin temor. Su blandura es su fortaleza; su ductilidad, su triunfo. No lo envidies, aprende de él.
A Mukhtar le había gustado el plato de lentejas, pero asimismo le chocó que al rato de terminar no se sintiera pesado, Siempre le había hecho sentirse así y se lo dijo a Nicolás. - Eso se debe a que están condimentadas con azafrán, que es un digestivo, entre otras muchas de sus virtudes. Es una planta muy singular, que se convierte en especia de forma alquímica.
El viajero lo miró, animándole a proseguir. - Podemos hacer una comparación entre el proceso por el que la planta resulta en una especia tan estimada y el camino y la actitud del hombre que busca el Conocimiento. Tú mismo, ¿no es así? – dijo, tras un corto silencio.
El aljarafeño sonrió, pero sin sorpresa, ya que había presentido, y así lo había dicho antes, que aquel ser no era corriente. Nicolás continuó: - La flor del azafrán hay que recogerla mucho antes de que el sol caliente, porque éste ajaría sus pétalos, y sólo las que están abiertas, de las que más tarde se utiliza una mínima parte: tres estambres. ¿Puede el hombre recorrer su senda espiritual sin haberse abierto al universo? ¿Qué avanza de él, sino su esencia?
El cristiano dejó que las palabras penetraran en Mukhtar y agregó-: Con posterioridad, se secan los filamentos arrimando un recipiente al calor de un brasero de ascuas sin llamas, para tostarlo lentamente. Cuando su color sea brillante y su aspecto rígido por la pérdida del agua, una quinta parte de lo que era, habremos obtenido la sustancia: el azafrán.
El fuego ha transmutado unas hebras en la especia más valiosa. Debido a esa naturaleza esencial, se usaba como elemento purificador en el antiguo país del Nilo. Cuando un ser humano progresa por la vía de la perfección, ¿no es transformado por el fuego de los sentimientos, de las circunstancias que le obligan a aprender, a enfrentarse, a conocerse? ¿No se desprende de fútiles partículas, de componentes innecesarios, del plomizo magma que entorpece su andadura?
De rosa a esencia, de hombre a quintaesencia. Eso Mukhtar, es la alquimia espiritual. - Tú has tenido otros maestros, ¿verdad? - Sí, mi primer encuentro con el Conocimiento me lo proporciono un medico musulmán y más tarde un rabino y su sobrina.
Faltaba un cristiano, ¿no es eso? - Así es, las tres tradiciones místicas, los tres estambres de la flor del azafrán. Los tres dentro de la misma rosa. Además de instruirte en tu camino, debes conceder la misma importancia y respeto a los otros dos. Ten presente que de la flor surgen tres filamentos diferentes, aunque de una raíz común, pero acaba siendo la misma especia. Tres senderos distintos en una única dirección.
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