La Historia del Masón que perdió su propia identidad.
Hay diferentes formas de librarnos del Maldito Hechizo del Mundo Profano, y entrar en el Mundo Real. Pero sólo una es la correcta.
El ser humano por el Hechizo del Mundo está dormido, pero debe despertar correctamente. Existe una historia referente a una persona que fue iniciada en la Masonería , un ignorante cuyo despertar no fue el adecuado.
Este masón fue iniciado en una prestigiosa Logia Masónica, y quedo algo confundido cuando dijeron que se colocara un gafete con su nombre, los gafetes se usaban, todo con el fin de identificar quien era masón y quien un infiltrado en Logia. Este masón con mucho orgullo portaba el gafete, pero con compulsiva frecuencia leía el nombre en su gafete, como cerciorándose si era él mismo o era otro masón.
Un Hermano masón bromista , dándose cuenta del hecho, esperó a que aquel dormitase en Logia, cosa que frecuentemente hacia , quito el gafete y lo colocó a su propio cuello. El Masón tonto despertó y compulsivamente tentó su cuello y no encontró el gafete con su nombre, volteo a buscarlo y encontró el gafete en el Hermano Masón a lado de él. En un principio pensó que aquel otro Hermano masón debía ser él . Luego acometió Gritando: ¿Si tu eres yo, entonces quién, por el amor de Dios, dónde estoy y quién soy?
En el mundo profano, nos hemos convertido en un simple nombre, o peor, ahora en esta época somos un número. Tal como lo profetizó la Biblia , se nos impone un número, la Biblia bien dijo es el numero de la Bestia. Puede bien ser el 666 o bien cualquier número, como el de la CURP, el numero de matrícula de una escuela, o el número del Seguro Social.
Números, nombres, credenciales de identificación, han sustituido nuestra identidad, esto ha llegado a Logia. Ahora usamos gafetes en las Logias, una manera efectiva de controlar, quien es masón y quien no , sobre todo en una Logia Tan Grande como la Gran Logia de Nuevo León, México.
Como aquel hombre que llega a cambiar un cheque en la ventanilla de un Banco, la cajera le pide una identificación, el hombre dice no traerla, y la cajera le dice y como sé yo que usted es usted. A lo que el hombre le dice, señorita cajera, le juro por Dios que yo soy yo.
Alcoseri