Un religioso hambriento y con muchas necesidades caminaba por un pueblo, cuando vio un hombre y le contó del Infierno, y la necesitad que había de evitarlo.-
Mientras el hombre se hallaba allí sentado escuchando sobre las grandes tormentos del infierno; quemaduras, golpes, angustias, encadenamiento, y un largo etc de torturas; el hombre escuchaba temblando, y el religioso le dijo que la única manera de salvarse del Infierno era que le entregara una gran donación monetaria inmediatamente.
Ahora tengo mucho miedo dijo el hombre, “y estoy pensando sobre los males del Infierno, y mis propios defectos al no ser generoso con los religiosos, mis pecados y mi necesidad de darte esa donación a ti que eres religioso para evitar los tantos tormentos que me dices...”
El timador religioso fue recompensado por el temeroso hombre, y se marcho del pueblo- pero el hombre le contó la historia a los demás del pueblo, y siguió así por bastante tiempo siendo contada, de cómo un hombre se había liberado del Infierno, ya que realmente se había convencido a esta altura de que dándole dinero a un religioso había evitado ser enviado el Infierno.
Pensó que alguna gracia le había sido otorgada al darle una cuantiosa limosna al religioso..El religioso, en esa ocasión había salvado su mala situación, y siguió su camino, sin saber lo que había ocasionado.
¿Y el hombre? ¿Qué pasó con él? Se volvió el padre fundador de los que se salvan del Infierno dando limosnas y alternando entre asustarse a sí mismos con la idea de un Infierno, individualmente, y unos a otros, en forma colectiva, para luego resolver todo dando dinero a los religiosos para evitar el Infierno.
Así ellos piensan desde entonces – que es fácil comprar el cielo dando limosnas a los religiosos.