LA IMPOSTURA DE JOSEPH CASTELLI COMO "GRAN HIEROFANTE"
‒1. Por mi honor, confirmo los hechos siguientes:
A principios de octubre de 2008, Joseph CASTELLI me telefoneó para informarme sobre el inesperado fallecimiento de nuestro Bien Amado Hermano (BAH) Gérard KLOPPEL, Gran Hierofante.
Entonces, me pidió que hiciera llegar una corona fúnebre para las exequias; y así se hizo.
Durante la conversación, le solicité que me [aclarara] cómo se quedaba la Gran Hierofanía. Me respondió que no se había decidido nada. En aquella época, evitó [de manera intencionada] hablarme sobre el BAH M.G.S.
Algunos días más tarde, ¡me anunció que era él, Joseph CASTELLI, quien Gérard KLOPPEL había designado como su sucesor!
A mi solicitud [de las oportunas explicaciones], me indicó, entonces, que la transmisión secreta de los Poderes se había efectuado por teléfono...
Algunos meses más tarde, en enero de 2009, durante un viaje en coche a París, en presencia de nuestra Hermana LH, me ofreció una nueva versión de la transmisión de los Poderes: Habiéndose situado frente a Gérard KLOPPEL, éste le habría comunicado sus Poderes por telepatía… Creí estar soñando.
Después de aquello, no volvimos a tratar el asunto.
Con todo [lo que había sucedido], me di cuenta de que el único poseedor de la herencia de la Gran Hierofanía era nuestro BAF M.G.S., XII Gran Hierofante.
En cuanto a Joseph CASTELLI, he leído su renuncia oficial a la Gran Hierofanía, reconociendo, como lo habíamos sospechado, que el único Gran Hierofante era M.G.S. La impostura había concluido.
He aquí lo que afirmo solemnemente.
R.P.
‒2. Por otro lado, M.G.S., XII Gran Hierofante, nos relata lo que sigue:
El día del entierro de mi predecesor, el Muy Sublime Hermano (MSH) Gérard KLOPPEL, Joseph CASTELLI vino buscarme a la estación para llevarme a su casa. Quería a toda costa que firmara un documento para que compartiera con él el ejercicio de la Gran Hierofanía. En respuesta a mi asombro, pues había sido instalado para esa función en una ceremonia especial de tipo "osiriana", ¡me declaró que él también había recibido una "Iniciación" que le confería ciertos Poderes!
Aquello me pareció extraño, ya que la particular naturaleza de la "Investidura" de un Gran Hierofante no permite a dos personas ejercer, al mismo tiempo, esa Autoridad. [De hecho], el antiguo Gran Hierofante, en el momento de la transmisión efectiva, pierde toda posibilidad [de ejercer sus Poderes] en beneficio del nuevo Gran Hierofante. [Es decir,] Gérard KLOPPEL ya no era el Gran Hierofante tras mi Ceremonia de Investidura.
En cualquier caso, y puesto que me negaba a firmar la más mínima declaración mientras no fuera enterrado Gérard, José CASTELLI preparó un nuevo documento con nombres de testigos. Fue después de la ceremonia en el cementerio, cuando tomé cartas en el asunto: discurso de despedida y cadena de unión. Luego, en un restaurante, José CASTELLI volvió a la carga delante de numerosos testigos. No podía imaginar que mentía descaradamente, y que su precipitación sólo era debida a la ausencia de legitimidad. Le concedí, con mi firma sobre el documento que él mismo había preparado, la parte "no regular" de la Francmasonería; reservándome, para mí mismo, la Francmasonería "regular".
Más tarde, en un clima más distendido, conseguí acorralar a José CASTELLI, quien, hasta ese momento, estuvo huidizo y poco claro en lo que concernía a su "transmisión". Entonces, me percaté de que todo había sido un invento por su parte y que hasta no conocía la introducción a la primera parte de ciertos Arcanos. En respuesta a la tensión que se desató, finalmente reconoció su impostura; y propuso firmar un documento, que todo el mundo conoce ahora, donde me reconocía como el solo y único Gran Hierofante. Sin duda, fue una decisión libre (sin presiones externas).
Para guardar las apariencias y la buena imagen de la Gran Hierofanía, fue señalado en dicho documento que él era el número dos de la Gran Hierofanía. Sin duda, la Providencia veló para que no estuviera a gusto en un puesto no merecido; [pero] José CASTELLI prefirió, de nuevo, continuar su impostura. Entonces tomé la decisión de "enviarle a la vida profana" (irradiación), a una situación que nunca había dejado.
M.G.S., XII GH