Escrito por: Mariela Ibarra
“Era una mujer buena, pero no era bautizada y ella se murió. Entonces Dios le perdonó y le dijo: Vuélvete para el mundo y te haces bautizar y después volverás a morir. Y ella contestó: No, yo no me vuelvo para allá porque la muerte es muy dura. Y entonces Dios le dijo: como no quieres volverte tendrás que ir como un espíritu y puedes tentar a los hombres y el que te enamore será presa de ti. Les puedes pedir candela, enamorar, transformarte en sus novias o parientes. Dios le dijo: “Tú serás libre”. Mitos y Leyendas de Antioquia la Grande – José Ocampo López.
Me encanta el esoterismo y las historias de terror, probablemente esa sea la razón de que me gusten tanto las leyendas urbanas, mezcla de misticismo, suspenso y posibles consecuencias sobre nuestras malas acciones. Me gustaría dedicarle un tiempo a narrarles algunas de las leyendas locales que más me han gustado. Para empezar este ciclo me gustaría hablarles un poco sobre la Viuda Alegre, mi favorita.
Investigando en internet descubrí que la viuda alegre es una leyenda bastante extendida en Sur América, obviamente con algunas alteraciones dependiendo del lugar donde se narre, pero en general todos los relatos coinciden en que es un espíritu lujurioso que reprende y castiga a los malos esposos.
Es imposible que les hable de la Viuda Alegre sin hablarles de mi abuelo, quien es a su vez un excelente narrador de historias. Él se encargó de adornar mi infancia con una serie de relatos, todos relacionados con la forma de ser de la caleñeidad, sus favoritos eran los que le contaba a él su padre (O sea mi Bisabuelo), y como de todas las historias que leí la que más me gustó fue la de mi abuelo entonces esa es la que les contaré.
Cuenta mi abuelo que a mi bisabuelo le gustaba el trago, en especial el aguardiente. Mi bisabuelo también era todo un parrandero, y no reparaba cuando a beber y a bailar se trataba, dejando a mi bisabuela sola en casa a cargo de los muchachos. Sin embargo todo esto cambió una madrugada en la que mi bisabuelo entró a la casa corriendo, pálido, medio borracho, gritando incoherencias en medio de un shock nervioso.
El relato que contó el día siguiente dejó a todos helados. De acuerdo a mi bisabuelo él venía de regreso a casa después de una parranda acompañado por varios amigos (o compadres), reían y se tropezaban de la borrachera, y reían más. Entonces escucharon la risa de una mujer, una risa tímida, proveniente de alguna esquina arropada en tinieblas. Mi bisabuelo y sus compadres empezaron a llamar a la mujer, mientras ella los invitaba con la voz a adentrarse a un callejón. A pesar de estar muy tentados los hombres decidieron seguir de largo y dejaron atrás a la mujer que seguía riendo y llamándolos. Unas cuadras más adelante escucharon nuevamente la risa de la mujer, y bajo un farol, vestida de luto riguroso y una mantilla que le cubría la cara, se encontraba la viuda.
La viuda estaba barriendo la calle (Actividad que en la noche se le atribuye a las brujas), así que mi bisabuelo y sus compadres empezaron a molestarla y, más bien alentado por el alcohol y desconociendo el carácter sobrenatural de la aparición, mi bisabuelo decidió acercársele, de acuerdo a lo que él contó la viuda era muy atractiva, pues debajo de su vestido antiguo y negro se adivinaba una figura curvilínea y sensual. Cuando lo vio cerca la viuda volvió a reírse con coquetería y le extendió la mano a mi bisabuelo, y en cuanto este la tomó sintió como se le iban quebrando uno a uno los huesos de la mano, mientras iba deshaciéndose en un polvo ceniciento. Entonces la viuda se retiró rápido la mantilla que le cubría la cara y mi bisabuelo se desvaneció en la oscuridad de las cuencas de su esquelético rostro.