Cuando nos damos cuenta que las enseñanzas de un
aprendiz de masón, son tan valiosas como las de un veterano masón.
Un nutrido grupo de masones fueron en
comisión a visitar la Logia Masónica de
Kadyr el francmasón cuenta cuentos,
llegaron de un lejano país, y llegaron a sentarse cerca de Kadyr, como
esperando alguna sublime enseñanza. Tan pronto estuvieron abiertos los
trabajos, Kadyr y los demás de la Logia, invitaron a un muy joven aprendiz de masón a la tribuna
de la elocuencia, y todos escucharon muy atentos sus argumentos de un
tembloroso y titubeante aprendiz, al ver el aprendiz era tomado en cuenta poco a poco él fue tomando más y más
confianza, al final todos aplaudieron lo
dicho por aprendiz , y le felicitaban , haciendo comentarios con el fin de
enriquecer lo dicho por el aprendiz, y algunos de una forma suave e inteligente
corrigiendo algunos errores del aprendiz de masón recién iniciado .
Luego de terminados los trabajos
pertinentes de la logia, un masón visitante expresó su sorpresa diciendo: hemos recorrido miles y miles de kilómetros
para visitar una logia donde un joven aprendiz de masón expone sus ideas, esto
no valió la pena dijo otro, nosotros queríamos escuchar las enseñanzas del
Maestro de esta Era masónica, o sea al francmasón Kadyr y no a este
mozalbete.
Fue entonces que el Francmasón Kadyr,
expresó: Hermanos, no soy sujeto de
adulaciones como el que me consideren soy el maestro masón de la Era
Masónica, y debo aclararles que las sublimes
enseñanzas de un aprendiz son tan valiosas o más que las de un veterano como
yo, y no lo digo con falsa modestia.
Y agregó Kadyr: Cada vez que
escuchamos a un aprendiz de masón, refresca nuestro ímpetu de masones siempre
aprendices, su inocencia, su frescura, su admirable sentido de sorprenderse por
el misterio, eso debe contagiarnos, y más allá de sus palabras esta su
enseñanza cándida y pura. Nunca debemos los masones veteranos de perder esa
frescura de sus almas tan limpias.
Los jóvenes nuevos aprendices renuevan
los cuadros masónicos, y en ellos debemos vernos cómo cuando nos iniciamos masones.
Hay templos masónicos, donde se les
niega la palabra a los aprendices, y este es un error que debe corregirse, la
libertad de expresión debe reinar en los talleres.
Todos sabemos de templos masónicos
llenos de moho y musgo, descubrimos al entrar en esos templos mohosos y descuidadas que las
almas de los masones están llenas de lo mismo que los templos, y todo porque no
han renovado los cuadros con jóvenes aprendices.
No hay duda sobre el valor y el
resultado de todas estas cosas, en resumen
los masones nunca debemos entonces perder la frescura de nuestras almas.
Los visitantes masones se retiraron a
sus respectivos Orientes Masónicos meditando sobre esto por mucho tiempo.
Alcoseri