|
General: Bhagavad Gita-CAPITULO 6.°
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: Alcoseri (Mensaje original) |
Enviado: 26/04/2011 00:32 |
Bhagavad Gita
CAPITULO 6.°
LA MEDITACIÓN
10. El Yogui debe dedicarse con anhelo al recogimiento espiritual, viviendo aislado en su solitario retiro interior, en su lugar secreto. Teniendo su mente bajo control, ni espera nada ni desea nada. 11. Ha de encontrar un lugar puro y calmo, procurándose un asiento cómodo, ni muy alto ni muy bajo, teniendo como firme de apoyo un terreno con yerba, o bien una piel, o si no, algún tipo de tejido para poner debajo. 12. Una vez preparado así el asiento, en total reposo ha de practicar el Yoga, para la purificación de su alma, uniendo su mente con la fuerza vital que habita en su cuerpo hasta poner su mente en paz. En este silencio, el alma se encuentra en presencia del Uno. 13. Con el cuerpo recto, al igual que el cuello y la cabeza, relajado y quieto, sin moverse; reposando la vista interior, que vaga en varias direcciones, y reposándola con calma y concentración en medio de las cejas. 14. Con ánimo sereno y libre de temor, con firme determinación en su voto de entrega a la santidad, dejando a un lado todo pensamiento, ha de descansar su alma en Mí, su Dios Supremo. 15. El Yogui que tiene su mente bajo control y vive de esta suerte, dueño de su inteligencia y constantemente unido a su yo superior, obtiene la paz del supremo Nirvana que reside en Mí. 16. Pero la práctica del Yoga, oh Arjuna, es armonía; no da sus frutos a aquéllos que comen con exceso o ayunan en demasía, ni tampoco a los que apenas duermen, ni a los que duermen demasiado. 17. Esta armonía ha de encontrarse tanto en la comida como en el descanso, en el sueño tanto como en la vigilia. La conciencia de perfección ha de empapar todos nuestros actos. De este modo, el Yoga se convierte en un bálsamo que nos trae la paz, en medio de cualquier tipo de sufrimiento. 18. Cuando la mente del Yogui está en silencio, descansándola en reposo adentro, en comunión con el Espíritu, éste queda inmediatamente libre de los insaciables deseos. Sólo entonces se goza de la unión con Dios. 19. El Yogui que, recogido en sí mismo, se haya absorto en la contemplación de la Luz interior, ha hecho de su alma una lámpara cuya luz, al abrigo del viento, permanece inalterable sin la mínima oscilación. 20. Cuando la mente descansa con sosiego en la inalterable contemplación del Yoga, cuando por la gracia del Señor del Espíritu, obtiene la visión del Espíritu: entonces experimenta dicha plena. 21. De este modo conoce el auténtico buscador la dicha de la eternidad que está fuera del alcance de los sentidos. Ahí se queda y ya jamás se aparta de la Verdad. Esta visión interior está más allá de la razón. 22. De este modo se experimenta la dicha y la Verdad, como una visión suprema. No hay nada más valioso que esto, y firme y constante él permanece, tal que ni aún el dolor más intenso podría hacerlo vacilar. 23. La libertad se consigue en esta unión del Yoga: Libertad de la esclavitud al sufrimiento. Para tener éxito en la práctica de este Yoga, hace falta tener fe, y una fuerte y entusiástica determinación en el corazón. 24. Después de rechazar con determinación todo anhelo y deseo engendrado por la fantasía, y controlar con firme estado de ánimo todos los sentidos y los órganos de la acción, libre de sus múltiples atracciones, así recogido. 25. El buscador, usando su fuerza de voluntad con firmeza, llegará poco a poco a la paz de espíritu, disolviendo todos sus pensamientos en el silencio interior. 26. Y cada vez que la mente, en su continua divagación se aparte del Espíritu, una y otra vez tráela de vuelta y repósala sobre el Espíritu. 27. Sólo de este modo llega el Yogui al gozo supremo que habita en su corazón cuando éste está en calma, en paz y carente de pasiones, limpio de pecado y en unión absoluta con Brahman, Dios. 28. De este modo, consagrándose sin pausa a la unión interior con Dios, el Yogui obtiene con toda seguridad el infinito goce de la comunión con Dios. 29. Él reconoce en su corazón que su esencia es común a la de todas las criaturas, y que la vida que mora en todas las criaturas habita también en su corazón. Ésta es la consciencia en la que vive el Yogui iluminado: una visión de total unidad. 30. Y cuando él Me ve en todo y ve todo en Mí, Yo ya nunca le abandono y él nunca Me abandona a Mí. 31. Aquél que en su amor universal, logra amarme en todo lo que ve, donde quiera que este hombre viva, este hombre vive en Mí constantemente, sea cual fuere la condición de su vida. 32. Quien, reconociendo la unidad universal del Ser, ve con imparcialidad la misma esencia en todo los seres, solidarizándose con ellos tanto en lo placentero como en lo doloroso; en verdad, éste es el más grande de los yoguis. ARJUNA: 33. Siendo la mente tan voluble e incontenible, debido a su actividad sin descanso, yo no puedo encontrar paz. Tú me has hablado del Yoga, de la constante Unidad, pero Krishna, la mente es inconstante. 34. ¡Oh Krishna!, la mente nunca se para, impetuosa, autodecidida, difícil de domar. Tomar control sobre mi mente me parece tan difícil como apaciguar lo s poderosos vientos. KRISHNA: 35. ¡Oh, Arjuna! Con certeza la mente es inagotable, es difícil de contener. Pero mediante tu práctica constante te puedes liberar de las pasiones, después de lo cual, con toda certeza la mente puede ser controlada. 36. Mientras la mente no está en armonía, esta comunión divina es muy difícil de alcanzar. Pero aquel hombre que ha recibido el Conocimiento y lo practica con regularidad y determinación, logra controlar su mente y alcanzar la Unidad. ARJUNA: 37. ¡Oh Krishna! Y si un hombre lo intenta firmemente y no logra alcanzar la meta del Yoga, debido a que no recibió el Conocimiento, pero, no obstante, este hombre tiene fe, ¿qué final le esperaría a un hombre tal? 38. Privado del cielo y de la tierra, vagabundo en medio de los vientos sin rumbo, ¿se perdería acaso, igual que una nube se disipa en el aire, por no haber encontrado el camino de Dios? 39. Aclara mi mente confusa, oh Krishna, apartando con tu luz la oscuridad de mi ignorancia. Se Tú mi Guía ¿Quién si no podría resolver mi duda? KRISHNA: 40. Ni en este mundo, ni en el que haya de venir, puede perderse un hombre tal. Pues un hombre que obra el bien, oh hijo mío, nunca ha de conocer el sendero de la muerte. 41. Irá al cielo en donde moran los que hacen el bien, y allí vivirá por muchos años. Después de lo cual, este hombre que no obtuvo el Conocimiento del Espíritu, ha de nacer de nuevo en un hogar venturoso en el que habite el bien. 42. Incluso puede nacer en una familia de Yoguis, donde ya brille la sabiduría del Yoga. Pero nacer en una familia tal es algo muy raro en este mundo. 43. Y comienza su nueva vida, recobrando entonces el mismo nivel de sabiduría que él había adquirido en su vida anterior, y desde ese nivel continúa esforzándose, mas siempre yendo hacia adelante, apuntando a la perfección. 44. Porque su antiguo anhelo y su búsqueda vehemente le empujan siempre hacia adelante: aquél que en verdad desea conocer el Yoga va más allá de las palabras de los libros. 45. Y de este modo, el Yogui, esforzándose sin prisa pero sin pausa, con su alma limpia de pecado, después de muchas vidas alcanza la perfección, el Fin Supremo. 46. ¡Oh, Arjuna, sé tú un Yogui! Porque el auténtico Yogui va más allá que aquéllos que sólo siguen el sendero de la austeridad, o de la mera sabiduría o de la mera acción. 47. Y el más grande de todos los Yoguis es aquél que tiene una fe total e incondicional y que con toda su alma me ama a Mí. |
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
MEDITACIÓN
La meditación, tal y como se entiende en la cultura oriental, no se refiere a reflexión o pensamiento profundo (sentido comúnmente aceptado en Occidente), sino exactamente todo lo contrario. Por meditación se entiende la eliminación total de cualquier tipo de pensamiento, mediante la concentración de la mente en un solo punto, como pasivo observador, sin calificar, enjuiciar ni deducir nada. Se puede observar que todo lo que tiene poder de atraer y absorber nuestra atención nos produce paz y satisfacción, como consecuencia inmediata del acto de concentración mental. Todo el mundo practica simulacros de meditación de un modo consciente o inconsciente; desde hacer «ganchillo» hasta contar ovejitas antes de dormirse, desde cantar todo el día mentalmente una misma canción, hasta gritar repetidamente un mismo sonido cuando nos hacemos daño, para evitar, intuitivamente, que nuestra conciencia ponga su atención en la sensación de dolor.
La concentración mental reporta un ahorro de actividad inútil. El agotamiento experimentado al final de la jornada diaria es debido, en su mayor parte, al gran volumen de actividad mental que desarrollamos, a veces necesaria y, bastante a menudo, innecesaria e involuntaria.
Para producir cualquier pensamiento, para desarrollar cualquier proceso de cálculo o razonamiento, nuestro cerebro consume una cierta cantidad de energía vital, ya que sólo gracias a ella se hace posible el proceso del pensamiento. Tratando de estar tan sólo un minuto, sin pensar absolutamente nada, se puede comprobar fácilmente qué vano es nuestro esfuerzo por conseguirlo. Por el contrario, muchos pensamientos nos asedian continuamente en diferentes direcciones, sin ningún orden ni control, ajenos a nuestra voluntad y a pesar de no desear producirlos. Esto da idea de cuantos cientos y cientos de pensamientos innecesarios ocupan nuestra mente durante el día, manteniendo nuestro cerebro y sistema nervioso en continuo trabajo y desgaste inútil.
Aquí es donde la meditación cumple perfectamente su papel. Cuando no tenemos nuestra mente ocupada en resolver algo concreto, necesitamos un punto que tenga el poder de absorber nuestra atención y concentrarla ahí, para experimentar paz y relax.
De este modo aumentamos nuestra capacidad de rendimiento en nuestro quehacer diario, que en consecuencia deja de ser una tarea desagradable, convirtiéndose en un foco de satisfacción.
Si además queremos experimentar paz constante, necesitamos un punto de concentración constante, que siempre esté con nosotros, y utilizable en cualquier circunstancia. Y esto solo es simplemente esta Vibración Primordial que, morando en nuestro interior, nos da la vida, acompañándonos en todo tiempo y lugar a través de todo tipo de situaciones hasta el momento en que ésta abandona el cuerpo físico, circunstancia que ocasiona la muerte.
Esta Vibración Primordial se manifiesta por sí sola dentro de todo lo que existe y es la Realidad Ultima, soporte de toda la creación, siendo el ser humano el último eslabón de la cadena evolutiva ascendente.
En esta forma humana se tiene la oportunidad, no sólo de vivir, sino de reconocer por qué vivir, pues el Maestro Perfecto vivo puede abrir la puerta que lleva al ser humano a fundirse de nuevo con su Fuente. Rompiendo así la ilusoria identificación con el ego temporal, que no es más que un mal sustituto de esa experiencia interior de total plenitud en sí misma, que ha sido descrita en los Vedas, Upanishads, el Gita y casi todas las escrituras hindúes, como el estado de Sat Chit Anand: Verdad, Conciencia, Dicha Suprema. O sea, la experiencia interior de la Verdad, esa energía omnipresente y eterna, despierta la Conciencia al estado de Dicha Suprema.
También todas las escrituras coinciden en que esta Vibración Primordial no es audible con los oídos externos, ni pronunciable con los labios, ni abarcable por la mente ni el intelecto, ya que siendo una experiencia infinita, se tiene más allá de la razón y la lógica humana.
Así pues, se ha de trascender todo estado mental o racional, para poder acceder a esta experiencia, anulando el propio ego y la mente.
Aquí precisamente —siendo impotentes por nosotros mismos para obtener esa experiencia de liberación— se concreta el papel del Maestro Perfecto o Satguru (verdadero Guru): revelar el modo natural de experimentar esta Vibración dentro de cada ser humano que, «con humildad y sincero deseo», busca la Verdad. Haciendo de puente, de transformador, entre ese estado perfecto e infinito con el que Él está fundido, y el estado imperfecto y limitado en que nos encontramos, debido a nuestra identificación con nuestra mente y nuestro ego.
El Maestro Perfecto lleva al ser humano a su Fuente de origen. Al hacerle entrar en contacto con ese estado infinito e ilimitado en el que vibra esa Energía Interior, le libra de la esclavitud de su falso ego individual, que es como una fortaleza, fabricada por el miedo, a la inseguridad y agonía que produce vivir desconociendo su propia identidad: el no saber quién es, por qué está aquí y adónde va. Por eso se crea una falsa personalidad, que crece en el abonado terreno del miedo.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|