El Cuento de la Columna del Septentrión
Para no romper con la costumbre de
que todos los cuentos comiencen con la fórmula casi ritualista, “Había una vez”,
así Había una vez en una Logia, un hermano masón cuyo nombre era
Rolando Granito que recordaba su iniciación y de cuán ingenuo era en aquella época, pero no en
el sentido que eso significaría habitualmente, como alguien tonto o torpe, no, no eran esas las palabras para
definir como se sentía durante la iniciación y tenidas posteriores, no, pero si
en el sentido de su inocencia
y que en su modo de pensar estaba abierto a las ideas más crédulas.
Luego después de iniciado el de haber leído todo lo relacionado con la historia masónica,
su deseo había sido llevar a cabo algo que lo igualara o incluso superara a los ilustres masones del pasado, masones que durante mucho tiempo le habían
dado a la masonería sus credenciales de grandeza y habían construido lo que es más bello en la
masonería, ese regalo de uno mismo como masón para los demás. Tan lleno de
lecturas edificantes el Francmasón Rolando Granito, y así
recordaba cómo era que había dado el paso tocando a las puertas del Templo.
El Hermano Rolando Granito así
recordaba que siendo recién Iniciado y estaba
sentado en la columna del Septentrión, y
como era que observaba este para él nuevo mundo con atención; como tenía que
callar, permanecía en silencio, pues según los reglamentos internos de su Logia
debería estar callado, y no preguntar nada , sólo observar para aprender , así
todo en silencio , excepto que su cerebro trabajaba a toda velocidad,
comparando, analizando, buscando claves que le dieran Luz en las palabras de
sus nuevos Hermanos, analizaba la médula
sustantiva de sus actos y gestos, y más atento estaba de la concordancia entre
sus palabras y hechos. El hecho de no
decir nada en Logia no significaba que no analizaba , pensaba y ponderaba, así que reunió todo lo que le pareció útil
para su florecimiento, todo lo que lo pondría en el camino de la Cúspide
Masónica, pero no muy pronto aprendió a
separar lo útil y de lo inútil, y de ahí va este cuento, pero sigamos. Su sueño
era convertirse en el Masón de su época, como se dicen en el Argot Masónico,
convertirse en el Masón de la Era, tenía
esa esperanza, tenía esa Meta fija, convertirse , como aquellos que habían traído
a la Humanidad la Gran Luz. Así alguna vez en logia escuchó a un hermano decir: “Solamente el masón que
se fija una Meta es el capaz de alcanzarla”
Un día, Rolando Granito recordando, le
llegó la anécdota de que llegó
temprano a Logia en compañía del Maestro
de Ceremonias, y tomando muy en serio de
conocer las herramientas del ritual, se puso a ayudar colocando las
herramientas y demás arreos en el lugar correcto, preguntando al Maestro
de Ceremonias mil cosas , pero sin una respuesta satisfactoria para Rolando
Granito de parte del Maestro de Ceremonias, y se preguntó para sí, pero ¿Qué
pasa si no se aplaca mi sed de aprendizaje? Entonces Rolando Granito siendo aprendiz con mil preguntas se vuelve a
sí mismo, y lo mejor que pudo, tratando de entender el porqué de las evasivas de todos
los masones de su logia a darle respuestas, a sus inquietudes tempranas, seguro
respuestas que siendo aprendiz de masón no entendería. Tenía el hambre de saber
de quien desea aprender, porque instintivamente sabía que la Masonería es rica,
muy rica en valores morales y espirituales. Si la fe levanta las montañas, la
esperanza en la Masonería facilitaría el
trabajar su propia Piedra Bruta, así recordaba el Francmasón Rolando Granito de
cuando era aprendiz , y en su meditación a solas sonería.
Así que con el tiempo, su Piedra comenzó
a tomar forma y esto a pesar de la torpeza de la juventud, pero como él dijo:
es el trabajo y el estudio los únicos que recompensan.
Recordaba una ocasión en particular el hermano Rolando Granito que cuando estaba
lleno del vigor de un aprendiz de masón cuando
dos frases de Hermanos llegaron a sacudir su certeza. El primero le dijo esto:
"¡En Logia no confíes en nadie, ten cuidado con todos!" y luego cuando, en el segundo, fue aún más
categórico: "¡No trates de confiar tanto de tus hermanos masones, tendrás desilusiones! Desorientado
por estas recomendaciones, tan lejos de la Hermandad, al menos de la que el aguardaba
fervientemente le diera algo bueno, comenzó a reconsiderar su presencia en la
Logia. Rolando Granito se preguntó entonces como era que la Masonería había
dado a la humanidad tan grandes hombres, si en las logias había tantas bajezas
y ruindad. Esta confusión duró el tiempo justo para escuchar a otro hermano
decirle: " mi joven hermano aprendiz, uno también se inicia en la
desilusión y el error, aprende a discernir entre aquellos que estando en Logia aún
permanecen atrapados por el mundo de afuera , todo a pesar de que porten lujosos y caros mandiles
no son realmente masones, mientras otros que iniciaron con mil defectos ,
pero caminaron firmes hacia el ideal
masónico y lograron al fin sacudirse del polvo mundano de afuera y ahora son
excelentes masones, hay piedras que nunca servirán, porque son inutilizables
para el arquitecto, así es la vida, aprende a ver con el corazón y no con tus pasiones
fantasiosas y al hacerlo desde tu consciencia objetiva no te decepcionarás porque sería una pena para
la Logia que desde el principio llegues a dudar de la finalidad de tu
iniciación, por último, hermano Rolando Granito, ¡Jamás portes el Mandil por costumbre, sino por consciencia
e incluso cuando te ciñas el mandil debes evocar el sentir la necesidad de ser siempre
mejor! "
Nuestro hermano Rolando Granito
recordaba cuan perplejo se sentía , pero siempre deseoso de reflexionar, ahora
escucharía educadamente las palabras de algunos hermanos, pero sin permitir que
esas palabras invadieran y destruyeran su idea de lo que era la Masonería,
porque quería creer que la Masonería era mucho más elevada que los discursos
acalorados y tendenciosos de algunos masones.
Así, el francmasón Rolando Granito volvió en
reflexión al pasado en busca de certezas para cimentar su presencia firme en Logia, primero en la dirección de los
constructores de catedrales, y luego se interesó en los masones cuya historia
ha mantenido gloriosos los hechos y los gestos heroicos de tantas naciones;
para él como Maestro masón con una Cátedra en Logia de más de 20 años todo este
mundo sería de aprendizaje, aprendiendo incluso del más ignorante como del más soberbio
, su guía y su razón de ser serían su consciencia , para que por su conducta
merezca el respeto de los ilustres masones predecesores. Rolando Granito se dice a sí mismo que es en
el esfuerzo que uno mismo impone al cortar y pulir a su Piedra
y entendiendo que jamás nadie vendrá a
pulirla por ti...
Fue una lección que guió su vida
masónica, aprendió que uno debe juzgar por uno mismo y no por el lente deformado
de los otros aún si fueran bueno o malos masones, que debía limpiar antes el
lente de su percepción, y que tenía que confiar más en los actos y no en las
palabras de sus hermanos masones. Fue su primera lección de aprendiz para él:
seguir su camino sin ceder a las opiniones de los demás, siempre sin dejar de
ser él mismo.
Y como dice la misma Biblia o Libro
de la Ley: Y ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a
cara; ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido
1 Corintios 13:12-
Se preguntarán todos si el francmasón Rolando Granito alcanzó su meta , bueno aún está en ello, él
como otros tantos masones están , en
alcanzar a ser para su época , El Masón de la Era, pero este puesto es solamente
para muy pocos masones.
Alcoseri