Al vivir en el mundo profano de la personalidad, vivimos en una prisión cuyos límites están regidos rigurosamente por los determinantes de la vida social y cultural. Las personas nunca, nunca jamás cambiarán a menos que se les presente en la vida la oportunidad de nacer de nuevo; y esto de nacer de nuevo es la Iniciación. Aludir a las estructuras rígidas y cristalizadas de la personalidad no es una formación, más bien es una deformación del Ser Humano. Aún así la personalidad está fragmentada, y da lugar a sentimientos, acciones y pensamientos contradictorios en un mismo ser humano. Así podemos ver con frecuencia a un determinado Estadista, por ejemplo, afirmar al mismo tiempo que es un filántropo y al otro momento desea el exterminio de sus enemigos. Para percibir nuestra propia deshonestidad necesitamos en un vislumbre observarnos, tales vislumbres constituyen una gnosis – masónica auténtica.