CONSEJOS DE MARTIN FIERRO A SUS HIJOS
Un padre que da consejos, Más que padre es un amigo. Ansí, como tal les digo Que vivan con precaución: Naides sabe en qué rincón Se oculta el que es su enemigo.
Yo nunca tuve otra escuela Que una vida desgraciada. No estrañen si en la jugada Alguna vez me equivoco, Pues debe saber muy poco Aquel que no aprendió nada.
Hay hombres que de su cencia Tienen la cabeza llena; Hay sabios de todas menas Mas digo, sin ser muy ducho: Es mejor que aprender mucho El aprender cosas buenas.
No aprovechan los trabajos Si no han de enseñarnos nada. El hombre, de una mirada Todo ha de verlo al momento. El primer conocimiento Es conocer cuándo enfada.
Su esperanza no la cifren Nunca en corazón alguno, En el mayor infortunio Pongan su confianza en Dios; De los hombres, sólo en uno; Con gran precaución, en dos.
Las faltas no tienen límites Como tienen los terrenos; Se encuentran en los más buenos, Y es justo que les prevenga. Aquel que defectos tenga, Disimule los agenos.
Al que es amigo, jamás Lo dejen en la estacada Pero no le pidan nada Ni lo aguarden todo de él: Siempre el amigo más fiel Es una conduta honrada.
Ni el miedo, ni la codicia Es bueno que a uno lo asalten; Ansí no se sobresalten Por los bienes que perezcan. Al rico nunca le ofrezcan Y al pobre jamás le falten.
Bien lo pasa hasta entre pampas El que respeta a la gente. El hombre ha de ser prudente Para librarse de enojos; Cauteloso entre los flojos, Moderao entre valientes.
El trabajar es la ley Porque es preciso alquirir. No se espongan a sufrir Una triste situación: Sangra mucho el corazón Del que tiene que pedir.
Debe trabajar el hombre Para ganarse su pan, Pues la miseria, en su afán De perseguir de mil modos, Llama en la puerta de todos Y entra en la del haragán.
A ningún hombre amenacen, Porque naides se acobarda; Poco en conocerlo tarda Quien amenaza imprudente; Que hay un peligro presente Y otro peligro se aguarda
Para vencer un peligro, Salvar de cualquier abismo, Por esperencia lo afirmo: Más que el sable y que la lanza Suele servir la confianza Que el hombre tiene en sí mismo.
Nace el hombre con la astucia Que ha de servirle de gula; Sin ella sucumbiría; Pero, sigún mi esperencia, Se vuelve en unos prudencia Y en los otros picardía.
Aprovecha la ocasión El hombre que es diligente; Y tenganló bien presente, Si al compararla no yerro: La ocasión es como el fierro, Se ha de machacar caliente.
Muchas cosas pierde el hombre Que a veces las vuelve a hallar; Pero les debo enseñar, Y es bueno que lo recuerden: Si la vergüenza se pierde, Jamás se vuelve a encontrar.
Los hermanos sean unidos, Porque ésa es la ley primera; Tengan unión verdadera En cualquier tiempo que sea, Porque si entre ellos pelean Los devoran los de ajuera.
Respeten a los ancianos, El burlarlos no es hazaña; Si andan entre gente estraña Deben ser muy precabidos, Pues por igual es tenido Quien con malos se acompaña.
La cigüeña, cuando es vieja, Pierde la vista, y procuran Cuidarla en su edá madura Todas sus hijas pequeñas. Apriendande las cigüeñas Este ejemplo de ternura.
Si les hacen una ofensa, Aunque la echen en olvido, Vivan siempre prevenidos, Pues ciertamente sucede Que hablará muy mal de ustedes Aquel que los ha ofendido.
El que obedeciendo vive Nunca tiene suerte blanda; Mas con su soberbia agranda El rigor en que padece. Obedezca el que obedece Y será bueno el que manda.
Procuren de no perder Ni el tiempo ni la vergüenza; Como todo hombre que piensa Procedan siempre con juicio, Y sepan que ningún vicio Acaba donde comienza.
Ave de pico encorvado, Le tiene al robo afición; Pero el hombre de razón No roba jamás un cobre, Pues no es vergüenza ser pobre Y es vergüenza ser ladrón.
El hombre no mate al hombre Ni pelee por fantasía . Tiene en la desgracia mía Un espejo en que mirarse. Saber el hombre guardarse Es la gran sabiduría.
La sangre que se redama No se olvida hasta la muerte. La impresión es de tal suerte, Que a mi pesar, no lo niego, Cai como gotas de fuego En la alma del que la vierte.
Es siempre, en toda ocasión El trago el pior enenúgo. Con cariño se los digo, Recuerdenló con cuidado: Aquel que ofiende embriagado Merece doble castigo.
Si se arma algún revolutis Siempre han de ser los primeros; No se muestren altaneros Aunque la razón les sobre; En la barba de los pobres Aprienden pa ser barberos
Si entregan su corazón A alguna muger querida, No le hagan una partida Que la ofienda a la muger: Siempre los ha de perder Una muger ofendida.
Procuren, si son cantores, El cantar con sentimiento, No tiemplen el estrumento Por sólo el gusto de hablar, Y acostúmbrense a cantar En cosas de jundamento.
Y les doy estos consejos Que me ha costado alquirirlos, Porque deseo dirijirlos; Pero no alcanza mi cencia Hasta darles la prudencia Que precisan pa seguirlos.
Estas cosas y otras muchas Medité en mil soledades; Sepan que no hay falsedades Ni error en estos consejos: Es de la boca del viejo De ande salen las verdades.
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