San Juan es una provincia argentina situada en el centro oeste de dicho país en la Región de Cuyo. Su territorio está dividido en 19 departamentos y su ciudad capital, San Juan, es sede del gobierno provincial. Limita al norte y este con la Provincia de La Rioja, al sureste con la de San Luis, al sur con Mendoza y al oeste con la República de Chile, cuyo límite está determinado por la divisoria de agua de la cordillera de los Andes.
El territorio de esta provincia posee 89 651 km², en donde prima un relieve montañoso intercalado por valles y travesías bajo un clima, predominante, templado seco, con una marcada escases de cursos hídricos superficiales. En los valles se desarrollan los oasis, producto del embalsamiento y sistematización de los ríos generados por el deshielo cordillerano. En dichos espacios es donde se concentra la población, que para 2010 rondó los 681.055 habitantes. Entre ellos se destaca el oasis del Tulum, en donde se emplaza el Gran San Juan, núcleo urbano que concentra más del 60% de la población total de la provincia.
En los oasis prima, en su desarrollo espacial, la actividad agrícola donde se destaca, la viticultura, actividad que tipifica a la provincia. Además tiene gran protagonismo la olivícola; asociada también está una buena variedad de frutas y hortalizas. De las dos primeras actividades, principalmente, se desprende un complejo agroindustrial con la elaboración de vino, siendo esta provincia la segunda productora en volumen a nivel nacional; poseyendo a su vez destacados vinos varietales.[3] Asimismo también se producen grandes volúmenes de aceite de oliva.
Además de la actividad agrícola en los oasis, también se destaca una creciente e importante actividad minera. En la provincia se extrae y procesa una diversidad importante de minerales, tanto metalíferos como: oro y plata, y no metalíferos como: la caliza para producción de cal.
En lo que respecta al turismo, los atractivos internacionales más importantes son el montañismo, con el cerro Mercedario y desde el punto de vista científico Ischigualasto, un importante yacimiento paleontológico de extrañas geoformas, que data del periodo triásico. El turismo enológico ha crecido considerablemente en los últimos años; también los deportes aventura como el ráfting y carrovelismo, practicado este último en un lugar conocido como la Pampa del Leoncito, entre otros. También es bastante conocida por el turismo religioso, con el muy visitadoOratorio de la Difunta Correa.
Antes de la llegada de los españoles, este territorio estuvo habitado por diversas naciones indígenas: los huarpes (al sur), los olongastas (al noroeste), los capayanes (en los valles de Vinchina, Guandacol y Jáchal).
Los huarpes habitaron gran parte de lo que hoy se conoce como el valle del Tulúm. Su zona de influencia se extendió a las sierras de Zonda, Ullum, Villicum y Pie de Palo, y los cerros de Valdivia. Otras zonas de arraigo fueron la de influencia del río Bermejo y de las Lagunas de Guanacache (o Huanacache) y ambas márgenes del río Desaguadero. Se dedicaban a la agricultura y la ganadería. Los grupos se ubicaban en tierras regadas por redes de canales y acequias que ellos mismos construían para garantizaban el riego del maíz, la quinoa, el poroto y la calabaza. El maíz fue entonces fundamental en su dieta; lo comían asado o cocido y también lo secaban al sol para obtener chuchoca que consumían molida. Criaban llamas y guanacos para alimentación y transporte. Cazaban guanacos, ñandúes y otros animales pequeños, conservaban la carne charqueada (secada por el sol), por largo tiempo. También recolectaban huevos de ñandú y frutos de chañar y algarrobo.
Los capayanes, emparentados con los diaguitas del Noroeste argentino, vivían en la zona de los actuales departamentos de Jáchal e Iglesia, al norte de las poblaciones huarpes. Practicaban la agricultura con apoyo del riego artificial y cultivaban el maíz que guardaban en graneros semisubterráneos. Vivían en poblados, en casas de adobe con techos de palos y pasto. El pueblo Capayán se destacó en la cerámica: fabricaban vasijas de boca ancha con dibujos geométricos.
Los yacampis habitaron en el Valle del Río Bermejo y en Valle Fértil. La documentación histórica menciona que estos grupos eran muy numerosos y vivían fundamentalmente de la ganadería de la llama. También recolectaban y practicaban la agricultura. También eran cuidadores y criadores de ganado en las estancias españolas. Utilizaban la piedra en puntas de flechas, hachas, cuchillos, raspadores, cuentas para collares y pipas.
En el año 1551 el capitán Francisco de Villagra recorrió la zona de lo que hoy son las provincias de San Juan y Mendoza. Desde ese momento, varios fueron los grupos que exploraron el territorio sanjuanino, enviados por las autoridades de la Capitanía General de Chile, que era una división territorial menor, que dependía del Virreinato del Perú. Estas expediciones previas tomaron contacto con los indios huarpes, que recibieron pacíficamente a los españoles. Precisamente la existencia de gran cantidad de indígenas que podían ser llevados a Chile para trabajar en el campo o las minas fue uno de los motivos por los cuales los españoles decidieron tomar posesión efectiva de estos territorios.
El 13 de junio de 1562 Juan Jufré de Loayza y Montese, fundó San Juan de la Frontera, en el valle de Tulúm, por orden de Francisco de Villagra, capitán general de Chile. La ceremonia tuvo pocos testigos: el reducido grupo de españoles que acompañaban a Jufré y algunos indígenas. Se leyó un acta, que fue firmada por algunos de los expedicionarios presentes. El acta de fundación de la ciudad la bautizó San Juan de la Frontera en honor del santo patrono San Juan Bautista y por llegar su territorio hasta la frontera con el Tucumán. El mismo día Jufré instituyó el primer Cabildo, nombró teniente corregidor y repartió entre su gente los solares de la ciudad y alrededor de 1.500 indígenas en encomiendas.