Un relato iniciático
Existió alguna vez un hombre poderoso, rico y generoso, oriundo de México. Debido a que era masón de altos grados se dedicaba a la filantropía, era conocido simplemente como el H:. Mejía. Pero puso una condición a su generosidad solamente serían socorridas las personas pobres. Cada semana daba monedas de oro a personas enfermas, a viudas a huérfanos, etcétera.
No todas las personas que recurrían al H:. Mejía eran realmente pobres o necesitadas.
Así, un día un estafador llamado Juvenal decidió recibir esa moneda de Oro, pero el H:. Mejía no era tonto sino muy perceptivo y notó que Juvenal era un estafador.
Nada le fue dado.
Sin embargo Juvenal, no puso fin a sus pretensiones. A la siguiente semana estaban siendo socorridos los inválidos, de modo que tiznó su cara y fingió cojera.
Pero el H:. Mejía lo reconoció , y nada de oro le fue dado.
A la semana siguiente, con otro disfraz se presentó Juvenal, diciendo era hijo de una viuda en apuros. Fue reconocido y despedido.
Probó una y otra y otra vez, incluso disfrazado de mujer diciendo era una Viuda; pero siempre sin resultados.
Entonces Juvenal escuchó serían dadas tres monedas de oro, para el sepelio algún hijo de una viuda que muriera, y fue en busca de un enterrador y le pidió lo pusiera dentro de un ataúd decorado con motivos masónicos. Y le pido al sepulturero le llevará a las puertas de la casa del H:. Mejía, y dijo tocamos, y él donará tres monedas, y le dijo de las tres monedas te daré una, seguro incluso si sabe que soy yo Juvenal el muerto se conmoverá, y así lo engañaremos.
Así fue que lo hicieron, tocaron a la puerta del H:. Mejía y este salió, abrió el ataúd y vio era Juvenal el muerto. Puso sobre al ataúd con motivos masónicos tres monedas de oro, rápidamente Juvenal abrió el ataúd y tomó las tres monedas de oro, temiendo que el sepulturero las tomara. Luego a lo lejos gritó, por fin H:. Mejía te engañé, “Me negaste tu generosidad masónica, y mira cómo te he engañado, no solamente obtuve una moneda sino tres.”
A lo que el H:. Mejía contestó: “Nada, absolutamente nada podrás obtener de mi” no hasta que realmente mueras y mueras en realidad y no en simulación. El sepulturero, cerró el ataúd con Juvenal , y las tres monedas dentro, y lo llevó a una cámara oscura para que ahí reflexionara profundamente.
Juvenal aún está ahí dentro de ese féretro , dentro de esa cámara reflexionando sobre sus pensamientos y sus actos, solamente sabemos que Juvenal entregó los tres metales de oro al sepulturero, de lo demás no sabemos, seguro lo sabrás luego, porque tú que me lees eres de algún modo u otro ese Juvenal. Sí, si Juvenal se sofoca dentro de ese ataúd, pero igual si sale de él de sofocará , porqué Juvenal sabe que en cualquier momento puede libremente salir tanto del ataúd como salir de la cámara , pero no lo hace, sabe incluso , se sofocara aún más con el aire viciado del mundo de los profanos, que dentro de la cámara mortuoria.
Muere antes de Morir, debes morir antes de tu propia muerte. La Gran Luz llega después de que tu falsa personalidad muera. Esta muerte incluso no es posible sin la ayuda de los que antes murieron y regresaron inmortales de nuevo a la vida.
Alcoseri