La Carreta,
el Carretonero y el Caballo
Este es un cuento
esotérico masónico clásico, y que es contado con algunas variantes, y es que tiene
cientos de años y es muy comentado con mucha regularidad en los altos círculos masónicos, y
da cuenta del trabajo masónico de alto impacto, es claro que la mayoría de los
masones saben del cuento del carruaje tirado por un caballo, y de la historia de
su cochero, espero usted amigo lector
sea masón o no, profundice en este relato y lo traslade a su muy propia
experiencia.
Esta es la
historia de 3 masones muy observadores y experimentados acerca de las cosas de
la vida interior, que llegaron a ser
conocidos como "los tres masones perceptivos". En una ocasión, durante uno
de sus viajes a un templo masónico en un lejano oriente , encontraron a un hombre
angustiado que les preguntó:
— ¿Han visto
mi carreta? Lo he perdido, iba mi hija en ella , o peor me la han robado a mi hija , junto a la
carreta .
— ¿Es la
carreta con una rueda averiada? —
inquirió el primer masón perceptivo.
— Sí — dijo
el carretonero .
— ¿el
caballo que tira de la carreta es chimuelo ? — preguntó el segundo masón perceptivo.
— Sí, sí —
respondió el carretonero.
— ¿Es cojo
el caballo de una pata? — averiguó el tercer masón perceptivo.
—
Ciertamente — reconoció el carretonero .
Los tres masones
perceptivos aconsejaron al buen hombre que caminase en la misma dirección que ellos habían seguido
hasta allí, pero en sentido contrario, y podría esperar encontrar su carreta, a
su hija y a su caballo. Pensando que ellos lo habían visto, el carretonero se apresuró a seguir su consejo.
Pero no encontró nada. Se apuró entonces a regresar para preguntarles una vez
más con los masones, con el fin de que le dijeran qué debía hacer.
Los encontró,
en un lugar donde descansaban.
— ¿Carga su carreta
azúcar? — preguntó el primer masón perceptivo.
— Sí, sí —
dijo el carretonero.
— ¿ su hija
es una mujer embarazada? — preguntó el segundo masón perceptivo.
— Sí, sí —
respondió el carretonero .
— Ignoramos
ahora dónde está ahora — dijo el tercer masón perceptivo.
Tras estas
preguntas y esta negativa, el carretonero llegó al convencimiento de que los
tres masones perceptivos le habían robado la carreta o eran cómplices de los
que lo habían hecho , y, por lo tanto, los demandó ante las autoridades,
acusándolos de ladrones.
El juez
consideró que había causa para desconfiar de esos masones y los detuvo como
sospechosos de robo, para llevar a cabo las consiguientes diligencias que
confirmasen su culpa o los absolviesen de ella.
Ya más tarde, el carretonero encontró a su
hija con la carreta, en un pueblo vecino. Regresó a la corte y pidió que los
tres perceptivos masones fueran puestos en libertad.
El juez, que
no les había dado hasta el momento oportunidad de justificarse, preguntó cómo
podían saber tanto acerca de la carreta, de la hija del carretonero sin
siquiera haberlo visto en realidad.
— A lo que
los masones perceptivos dijeron: Vimos las huellas de la carreta en el camino —
— Dijo el
primer masón perceptivo: Una de las marcas de la rueda era zigzagueante más que
las demás, por lo que deduje que la rueda derecha y delantera de la carreta
estaba floja y averiada.
— Dijo el
segundo masón perceptivo. Había caballo mal mordisqueado los matorrales del camino,
y por consiguiente tenía que ser chimuelo
—Luego, dijo
el tercer masón perceptivo. El caballo arrastraba una pata y dejó huellas del
arrastre en el fango — continuó el primer perceptivo —, lo cual indicaba que
estaba cojo de la pata izquierda trasera .
— La carreta dejo un rastro de azúcar y las hormigas se dieron
cita a comerla, en diferentes puntos del camino. Dedujimos todo , una carreta averiada,
un caballo cojo , ajetreo deño los sacos que contenían azúcar , y la derramo
por el camino — explicó el segundo masón perceptivo.
— También
encontramos algunos cabellos humanos tan largos que nos hicieron pensar que
eran de mujer. Y estaban precisamente donde alguien había detenido la carreta y
se había bajado, a cepillase el cabello — declaró el tercer masón perceptivo.
— En el
lugar donde la mujer se sentó, observamos
huellas de las palmas de ambas manos de una mujer joven , lo que nos hizo
pensar que había tenido que apoyarse, tanto al sentarse como al levantarse, y
por ello dedujimos que debía estar embarazada — dijo el primer masón
perceptivo.
— ¿Por qué
no solicitaron ser oídos por el juez para presentar estos argumentos en defensa
propia?
— Porque
contamos con que el carretonero seguiría buscando y no tardaría en encontrar a
su hija, que había tomado otro camino, al establecido por su padre el
carretonero, por ello encontró a su hija en un pueblo vecino, y no en el suyo —
dijo el primer perceptivo.
— Y que se
sentiría lo suficientemente generoso como para reconocer su error y solicitar
nuestra libertad — dijo el segundo perceptivo.
— También
contamos con la curiosidad natural del juez, que lo llevaría a investigar —
dijo el tercer perceptivo.
— Descubrir
la verdad por sus propios medios sería más beneficioso para todos que el
insistir en que se nos había tratado con impaciencia — dijo el primer
perceptivo.
— Sabemos,
por experiencia, que es mejor que la gente llegue a la verdad a través de lo
que piensa por voluntad propia — dijo el segundo masón perceptivo.
— Ha llegado
la hora de que nos marchemos porque nos espera una labor que debemos llevar a
cabo.
Y los tres masones perceptivos siguieron el destino que
se habían marcado. Y todavía se les podrá encontrar por ahí trabajando por los
caminos de la tierra.
Ahora, el carretonero,
cambió el caballo que tiraba del carretón, arregló la rueda del carretón, su
hija ya ha dado a luz aun bello hijo, y ella ha sido instruida de cómo ya no
perderse en el camino. - Alcoseri