Al mediodía del 16 de enero aparecieron el vaporHMS Gorgon, la corbeta Expeditive, los bergantines Dolphin y King, y dos goletas armadas, que trasportaban en total 37 cañones de grueso calibre e iban acompañados por 52 barcos mercantes.1
Al llegar a San Lorenzo, la Expeditive y el Gorgon hicieron disparos a bala y metralla sobre la costa para intentar descubrir las fuerzas de Mansilla, que había ordenado a sus tropas permanecer ocultos en sus puestos.1
Cuando todo el convoy se encontraba frente a la posición de las fuerzas argentinas, Mansilla ordenó abrir el fuego de las baterías comandadas por los capitánesJosé Serezo, Santiago Maurice y Alvaro de Alzogaray. El ataque fue certero y, en poco tiempo, los buques mercantes escaparon desmantelados hacia arroyos cercanos.1
A las cuatro de la tarde el combate todavía continuaba cuando el viento de popa envió a las embarcaciones hacia el norte hasta aproximarse a la zona conocida como punta del Quebracho. Allí Mansilla reconcentró sus fuerzas y batalló hasta la caída de la tarde dejando el convoy aliado con importantes daños en los buques de guerra, con pérdidas considerables en las mercaderías y con 50 hombres fuera de combate. El contralmirante Inglefield, en su parte oficial al almirantazgo británico informó que;
[...] los vapores ingleses y franceses sostuvieron el fuego por más de tres horas y media; y apenas un solo buque del convoy salió sin recibir un balazo [...]1
Por su parte, las pérdidas del bando argentino fueron casi insignificantes.
A pesar de haber sido diezmada, la flota anglofrancesa continuó río arriba, donde reunificaría fuerzas. Cinco meses más tarde, no encontrando posibilidades de mantener la supremacía naviera, emprendió el retorno, pero el 4 de junio de 1846 se encontró nuevamente con las fuerzas de Lucio N. Mansillaen la la batalla de la Angostura del Quebracho.
La victoria en esa batalla le dio el triunfo definitivo de las fuerzas argentinas siendo el final de la expedición colonialista de la escuadra anglofrancesa.
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El navegante holandés Jacob Roggeveen avistó la isla el 5 de abril de 1722, Domingo de Pascua. No fue el primero, pero su descubrimiento despertó un gran interés entre publicistas, por lo que fue Roggeveen quien dio el nombre a la isla. Al igual que todos los habitantes de la isla, Pakarati también habla español.
La atmósfera de incertidumbre que siguió al incendio del Reichstag aseguró muchos votantes para el partido nazi.
Las SA también llevaron a cabo una violenta campaña de terror contra todos y cada uno de los opositores al régimen nazi. Muchos estaban aterrorizados de votar en absoluto, y muchos optaron por votar por el Partido Nazi por temor a su propia seguridad. Las elecciones no fueron ni libres ni justas.
El 5 de marzo de 1933 se llevaron a cabo las elecciones, con una altísima participación del 89%.
Los nazis obtuvieron el 43,9% de los votos, una mejora de casi el 10% con respecto a las elecciones de noviembre anterior. A pesar de esta mejora, los nazis aún no contaban con una mayoría en el Reichstag.
Los Carmelitas descalzos obtuvieron un Breve apostólico de Paulo V para edificar conventos de su Orden en cualquier parte de la Cristiandad; fue este el primero que fundaron en la última parte del Monte Quirinal el año de 1606.
La iglesia se fundó en 1605 como una capilla dedicada a san Pablo para los carmelitas descalzos. La propia orden dotó de fondos a la obra del edificio hasta el descubrimiento en las excavaciones de la escultura conocida como el Hermafrodita Borghese. Scipione Borghese se apropió de ella, pero a cambio, y quizá para compensar su pérdida de influencia debido a la muerte de su tío y patrón, financió el resto de la obra de la fachada y prestó a la orden a su arquitecto, Giovanni Battista Soria. Estas concesiones, sin embargo, sólo se llevaron a efecto en 1624, aunque la obra se acabó dos años más tarde.
Después de la victoria católica en la batalla de la Montaña Blanca en 1620, que hizo retroceder la Reforma en Bohemia, la iglesia fue consagrada de nuevo a la Virgen María. Una imagen maltrecha había sido recuperada del ámbito de aquella batalla por Fray Domingo de Jesús María, de dicha Orden, de las ruinas de la casa de campo de un noble cristiano bohemio, a la cual se le atribuyó la victoria, llamándola Santa María de la Victoria. La imagen fue llevada a Roma por Fray Domingo, depositándose en Santa María la Mayor en presencia de Gregorio XV.
El nombre de Santa María de la Victoria, se dio ulteriormente, en conmemoración por haber reconquistado el emperador Fernando I la ciudad de Praga en 1671. Estandartes turcos capturados en el Sitio de Viena de 1683 cuelgan en la iglesia, como parte de este tema victorioso.
La iglesia es la única estructura diseñada y completada por el arquitecto del Barroco temprano, Carlo Maderno, aunque el interior padeció un fuego en 1833 y requirió una restauración. Su fachada, sin embargo, fue erigida por Soria en vida de Maderno (1624-1626), mostrando la inconfundible influencia de la cercana Santa Susanna de Maderno.
Su interior tiene una sola nave, amplia, bajo una bóveda segmentada baja, con tres capillas laterales interconectadas detrás de arcos separados por colosales pilastras corintias con capiteles dorados que apoyan un rico entablamento. Revestimientos de mármol que contrastan entre sí están enriquecidos con ángeles y putti de estuco blanco y dorado en bulto redondo. El interior fue enriquecido progresivamente después de la muerte de Maderno; su bóveda fue pintada al fresco en 1663 con temas triunfales dentro de compartimentos con marcos ficticios: La Virgen María triunfa sobre la Herejía y Caída de los ángeles rebeldes ejecutados por Giovanni Domenico Cerrini.
Sin duda, parte de la fama de este templo se debe a albergar una de las obras maestras del Barroco, la capilla Cornaro, espectacular y teatral espacio presidido por el grupo escultórico que representa el Éxtasis de Santa Teresa, de Gian Lorenzo Bernini, quizá la obra más conocida de este autor en el campo de la escultura. En la capilla situada frente a esta, dedicada a San José, se encuentra un grupo escultórico que representa el tema del Sueño de San José, obra del escultor Domenico Guidi, que se inspira en la obra de Bernini delante de la cual se halla.1