Todo fue más rápido y más sencillo de lo que parecía. Incluso se habló en la primera mañana de escenarios complejos de debates en la justicia y hasta se denunciaron supuestos boicots vinculados con el transporte. Sin embargo, no hizo falta más que una hora y diez minutos desde que se abrieran las urnas para confirmar que Gabriel Boric será el próximo presidente de Chile. José Antonio Kast ya lo llamó por teléfono y reconoció la derrota.
Con la mitad de los votos escrutados, y los distritos metropolitanos contados, la ventaja del candidato socialista superaba los diez puntos, por lo que ya estuvo todo dicho desde temprano. Por segunda vez, luego de 21 años, los chilenos se deciden por el suicidio colectivo en las urnas. Llegando a las 8 de la noche hora local, y con más del 90% de los votos escrutados, la diferencia se mantenía igual.
En aquella oportunidad, uno al menos podía echarle la culpa al sistema electoral. Sin segunda vuelta y con la sola necesidad de la mayoría, el 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende se alzaba con el 36% de los votos. Con el 35% en manos de su más cercano competidor y 28% en la tercera fuerza (ambos espacios moderados y centristas), el comunista derrocado por Augusto Pinochet no hubiese tenido posibilidades en un balotaje. Aquí la debacle fue premeditada.
Kast eligió por no encender las alarmas y felicitó al triunfador, como si se tratara de una elección más en el juego democrático. Él sabe que no lo es, pero, de esta manera, trató de contribuir para no echar más leña al fuego.
El Parlamento jugará un rol fundamental en lo que viene, donde el Poder Ejecutivo irá por la concentración de poder y el manejo absoluto de la economía. Habrá que ver si Gabriel Boric, de profundizar el modelo populista, sigue contando con la coalición que lo ayudó a llegar al poder.
La diferencia fue mayor a la esperada, ya que los analistas contaban con un escenario más parejo, pero no. Es evidente que la mayoría de los chilenos han decidido volver a transitar las horas oscuras del pasado, aunque tengan cruzando la cordillera los resultados en tiempo real del estatismo exacerbado.
Noche negra para la región. Celebra el fantasma de Allende y el proyecto del Foro de San Pablo. Una gran inversión en el campo de las ideas, que se animó a soñar que hasta el ejemplar Chile podría caer en las garras del socialismo. Así fue. Habrá que empezar a dar los debates en el campo intelectual y en lo moral, ya que, con resultados en lo económico, desarrollo y sentido común, es evidente que no alcanza.
Marcelo Duclos