Por medio del Estudio a profundidad de la Masonería, el Masón puede llegar a un contacto con su Consciencia Superior, con su Dios Interno, con su Luz interior, esto debe comenzar con el uso de un lenguaje preciso.
Este lenguaje se basa en principios que cuando profanos no conocemos, y que es necesario lo entiendan. Con este lenguaje es más fácil llegar a la Verdad, es inclusive posible hablar con mayor precisión, y dos masones o más que entiendan este lenguaje llegaran a una comprensión exacta de lo que se habla, o se trata, a esto la Masonería es sin duda el proceso donde se revierte lo ocurrido en la Torre de Babel, donde nadie se entendía entre sí, aunque hablasen el mismo idioma, pero es claro no hablaban el mismo lenguaje o léxico.
Seguro ya han oído ciertas expresiones de este lenguaje, pero el sentido que se da pasa desapercibida para la mayoría de los masones. El Ser humano es una Maquinaria complicada, que está operando debajo de su real función. En el lenguaje habitual , la gente trata de comunicarse entre sí, sin lograrlo, una pareja de esposos puede trascurrí en 50 años de Matrimonio, sin llegar a un entendimiento, en el campo de la Masonería luego de un tiempo, para que opere una Logia se llega a un Consenso general en lo que se está trabajando y cual es al meta, creo luego de años de leerme por Internet, se darán cuenta que se está buscando va más allá de lo que se pudiera explicar en términos Profanos .
Traten de entender lo que estoy diciendo desde su yo interno , porque es más bien difícil de expresar si parten desde su lado exterior. Luego de un tiempo, es necesario afinar su Yo externo con su Yo interno, y para ellos se necesitará de un lenguaje personal , intimo , para que pueda dialogar su yo interno con su externo.
Rennes le Chteau es un pueblo francés con diversidad de credos y si se hizo famoso fue por la suerte que tuvo un cura de haberse encontrado algo que lo convirtió en millonario, Rennes le Chteau data de hace 6,500 años más o menos, fue habitada por los romanos, luego los godos, después por los árabes y debemos aceptar que el mismo cura mandó construir una torre llamada de Magdala en honor a la esposa de Jesús cuando habitaron esa región donde procrearon dos hijos, también el cura mandó esculpir la estatua de Asmodeo, un tipo de figura monstruosa, en fin, hay mucha historia sobre ese pueblo.
Aqui tenemos a Pi - la circunferencia del toro y la vesica piscis 256/153 equivalente a la raiz cuadrada de 3 En el hipercubo las coordinadas binarias de Piscis son decimal 3 y binario 11 153 los pescados de Jesus en la biblia
Las escaleras de los Museos Vaticanos son una obra de arte más que añadir a la Capilla Sixtina, el Laocoonte o los Dalí y Miró que a menudo pasan desapercibidos, porque todo el mundo sigue las flechas hacia la gran obra pictórica de Miguel Ángel.
Escalera de Bramante del Vaticano
Esta increíble escalera que en un genial efecto óptico parece que no va a terminar nunca es obra de Donato d’Angelo Bramante, que ha pasado a la posteridad como Bramante. Vivió a caballo entre los siglos XV y XVI, y fue uno de los arquitectos italianos más reconocido, por ser el ideólogo de la Basílica de San Pedro.Bramante fue además quien introdujo el Renacimiento en Milán y realizó obras tan hipnóticas como esta escalera que emula las espirales del ADN. El efecto “infinito” lo consigue la doble hélice enrollada hacia la derecha. En realidad, cuando nos asomamos a la escalera, si nos fijamos, vemos que en realidad no es una sóla escalera, sino dos enroscadas. Una de ellas es para bajar y otra para subir.
La escalera se encuentra a la salida de los Museos Vaticanos, en realidad, es la última obra de arte que se contempla en las galería y el visitante se lleva de recuerdo esta espiral sin fin. Si la escalera está practicamente vacía, como en la foto, es más difícil de descubrirle el truco al artista, pero si circula gente, que es lo habitual, el secreto está en fijarnos en que una de las espirales está llena de personas – la de bajada – y otra casi vacía, – la de subida -, porque está cerrada al público.
¿Eres uno de los que aún no has leído “El Código Da Vinci“?
Puede ser, es una opción pero, según deduzco de las lecturas de las personas más cercanas a mí, son muy pocos los que si no lo han leído, lo han visto en el cine.
Si tu respuesta ha sido negativa, es posible que este post no lo entiendas del todo. Si tu caso es el contrario, lo has leído, incluso lo has releído o visto en la pantalla gigante, entonces sabrás de lo que vamos a hablar en las próximas líneas.
Iglesia de Saint Sulpice.
Es bueno saber esto, porque Dan Brown como escritor, a la hora de describir lugares o hechos históricos deja mucho que desear con la exactitud de los mismos.
No quiero entrar en si su calidad literaria es buena, mala o regular, sino que, al plasmar sus relatos en el papel adapta hechos y espacios de tipo histórico-geográfico propias del escritor de ficción y no de un profesor de historia. Es lo lógico en un escritor de novelas, por otra parte, no estoy descubriendo nada que ya no se conozca..
En cuanto a su calidad literaria, me parece que Dan Brown tiene buenas ideas argumentales, pero sus recursos lingüísticos son muy pobres, especialmente a la hora de construir los diálogos de la novela. Pero esto es algo de mi percepción personal y que es fácil de rebatir por lo millones de lectores que ha tenido su obra. Utiliza los hechos reales a su antojo, si la verdad histórica no coincide con sus necesidades narrativas, las acomoda sin rubor. Es algo que no se le puede echar en cara, para eso es escritor imaginativo, sino que hay que, simplemente, puntualizarlo para poder entender lo que después vamos a describir.
Lo mismo ocurre con descripciones de lugares que llegan a sonrojar al menos entendido por su laxitud y poco rigor, pero repito, es un libro de ficción no histórico. Se disfruta de su literatura si utilizas “El Código” como modo de evadirte de la realidad. Si buscas una referencia literaria a la que asir tus conocimientos y que te sirva de refencia, olvídate de su obra.
Iglesia de Saint Sulpice.
Dicho lo cual, retomemos el hilo conductor que da pie al título de este post y vayamos a centrarnos en el capítulo 22 de “El Código Da Vinci”.
Recordamos que, Silas, el religioso albino del Opus Dei, a las órdenes del Obispo Aringarosa, va buscando el secreto del Santo Grial envíado y dirigido por su desconocido “Maestro”. Tras matar, no sin antes arrebatarle el dato importante, a los cuatro “sénéchaux” del Priorato de Sión, conocedores de la clave del Santo Grial, se dirige a la Iglesia de Saint Sulpice a una hora intempestiva, la una de la mañana.
Allí, debido a las influencias del Obispo Aringarosa, consigue adentrarse en la Iglesia tras una breve conversación con Sor Endrine, su custodia.
Estamos en el momento en que Silas busca una línea en suelo y un obelisco, en cuya base, bajo el frío mármol, debe encontrarse la clave que descubra la situación exacta del Santo Grial.
Inicio del Gnomón.
Aquí nos paramos, porque vamos llegando, poco a poco, al lugar donde Dan Brown, me imagino que por una adecuación de un lugar a su historia ficticia, utiliza un dispositivo astrológico (que ahora describiremos más concienzudamente) como si fuera una supuesta “Línea Rosa”, el lugar por donde, según él, pasaría el meridiano cero, el Meridiano de París, el lugar desde donde se medía la distancia entre dos puntos hacia el este o el oeste antes de que, en 1884, apareciera un barrio en las afueras de Londres llamado Greenwich.
Gnomón astronómico en el suelo de Inicio de Saint Sulpice.
Es verdad que el Meridiano de París exitió. Es verdad que este meridiano está documentado sobre las piedras de las calles de París con unas placas redondas, las célebres “ARAGO”, que indican el camino exacto norte-sur por donde discurre el meridiano. Y es verdad también que dicho meridiano pasa a más de 100 metros de la Iglesia de Saint Sulpice, en el Barrio Latino, 6º Arrondissement de París. Pero…
… Dan Brown miente. El Código Da Vinci miente. Y la línea que cruza el altar de la iglesia no es la Línea Rosa. Y la Línea Rosa no existió. Y el Obelisco tampoco forma parte del meridiano de París.
Obelisco del Gnomón.
Entonces, ¿qué artilugio es ese al que Dan Brown hace referencia? La respuesta es evidente: es un gnomón astrológicoy lo vamos a describir continuación.
El gnomón astronómico de Saint Sulpice fue una petición que hizo el Padre Jean Baptiste Langet a Henry Sully, un relojero y astrónomo británico. Sully lo fabricó en granito de la región de París y fue colocado y terminado en 1727. El gnomón es un calendario solar que sirve para determinar la fecha en la que se producen los solsticios y los equinoccios durante el año.
Obelisco del Gnomón.
El elemento principal del gnomón, y, sin él, no puede funcionar es el Sol. Aquí es la madre naturaleza la que manda. Para los demás elementos, es la mano del hombre la que construye.
El segundo elemento del gnomón de Saint Sulpice es una vidriera en la pared central del ala derecha del crucero. Dicha vidriera está dividida en pequeños cristales. Todos son transparentes y dejan pasar la luz del Sol, a excepción de uno, que es opaco y será el encargado de proyectar la sombra sobre el suelo. Este cristal está situado una distancia de 24 metros y 54 centímetros del mismo.
Obelisco del Gnomón.
Conforme va pasando el año y las estaciones, el Sol cambia de posición con respecto a la Tierra. En invierno los rayos son más inclinados, en verano son más verticales. Pues bien, tenemos el sol brillando y una sombra proyectada sobre el suelo. En el solsticio de verano (21 de junio de cada año) es cuando el Sol está en su línea más cercana a la vertical. Por tanto donde proyecte las sombra este día se marcará como “Solsticio de Verano”. En Saint Sulpice hay una placa de mármol sobre el suelo que lo marca. Esta placa está situada a 11 metros 34 centímetros de la pared donde se encuentra el cristal opaco.
De esta marca en el suelo que, como dijimos está en el ala derecha del trasepto de la iglesia, nace un línea de cobre incrustada en el suelo en dirección al otro ala del trasepto en un ángulo aproximado de 60 grados. Dicha línea atraviesa el altar que está situado en medio del trasepto bajo la hermosa cúpula de la iglesia. Conforme van transcurriendo los días, la sombra se va desplazando por la línea hasta llegar junto al altar donde hay una plancha redonda de cobre rodeada por un semicírculo del mismo elemento. Este punto marcará los Equinoccios, el momento en el que el día dura exactamente igual que la noche, lo que ocurre los días 23 de Septiembre y 20 de Marzo. Desde la placa de mármol hasta este punto hay 16 metros y 32 centímetros.
Cristalera del Gnomón.
La línea continua progresando, atraviesa el altar y llega hasta la pared central del ala izquierda del transepto. Ha recorrido 23 metros y 97 centímetros. Allí tropieza con un obelisco que tiene 10 metros y 72 centímetros de altura. El obelisco termina en una bola redonda de bronce. Cuando el Sol proyecte la sombra sobre dicha bola, habremos alcanzado el Solsticio de Invierno, justo el día del año en el que la noche es mayor durante todo el año. Ocurre todos los días 21 de Diciembre.
En pocas palabras este es el funcionamiento del gnomón de Saint Sulpice, la segunda iglesia en importancia de París tras la Catedral de Notre Dame.
Cristalera del Gnomón.
Espero que, cuando releamos “El Código Da Vinci” y lleguemos al capítulo 22, podamos decir con conocimiento de causa que el elemento que nos presenta Dan Brown es un gnomón astronómico al que él, como autor de ficción, le añade cierto aire de novela de intrigas.
St Sulpice. El gnomon astrologico famoso por el Codigo da Vinci
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La escalera de Bramante, en los Museos Vaticanos
UN RELIGIOSO SANTURRON ANTICATOLICO NUNCA VA A ENTENDER EL GRIAL
EL GRIAL NO ES PARA SANTURRONES ADICTOS A LA DEMONIZACION
In light of the above there seems little doubt that in general and in the present astronomical context in particular, Spira Solaris qualifies to be described numerically as "the One and the Many," the "One and the All," "the Alpha and the Omega," and also (from The Chaldean Oracles): "Fountain of Fountains, and of All Fountains, The Matrix of all Things." ..... Pythagoras said the sacred Tetractys is: ` the spring having the roots of ever-flowing nature.' .... The four parts of the Decad, this perfect number, are called number, monad, power and cube. And the interweavings and minglings of these in the origin of growth are what naturally completes nascent number; for when a power of a power; and a cube is multiplied on a cube, it is the power of a cube; and when a cube is multiplied on a cube, the cube of a cube; thus all numbers, from which arise the genesis of what arises, are seven: number, monad, power, cube, power of a power, power of a cube, and cube of a cube. ..... We have seen that the whole nature of things, all the essential properties of physis, were believed by the Pythagoreans to be contained in the tetractys of the decad; and it now appears that, just as we should expect, this ' fountain of ever-flowing nature' contains the periodic movement of life, evolving out of unity and reverting to unity again, in the recurrent revolution of a wheel of birth. It embodies the fundamental Dionysiac representation of palingenesia. But there is something more in it than this. Pythagoras inherited the music of Orpheus, as well as the reincarnation doctrine of Dionysus. From the Orphics he inherited also the doctrine of the fall of the soul from its first perfect state of union with the divine, its degradation into the darkness of this life and of the underworld, and its final restoration to peace and unity. Now, on the model of this doctrine of the fall of the soul, the Pythagorean philosophy must hold that all existence proceeds out of the One and returns to it again; and that the One alone is perfect, while the manifold world of visible body is a turbid medium of appearance, in which the one truth is half-revealed and half-concealed, as the divine soul is manifest in the flesh and yet obscured by it and degraded. There is thus, inherent in the representation handed down from Orphism to Pythagoras, not only the primitive wheel of birth, but another aspect of the movement of life, which is best described as a processional movement out of unity into plurality, out of light into darkness. This movement, also, must be revealed in the nature of numbers, and contained in the tetractys. Pythagoras found it in the procession of numerical series, the study of which he originated, thereby rounding the science of number. It is practically certain, also, that in music he discovered the ratios of the octave, the fifth, and the fourth, contained in the harmonic proportion 12: 8: 6. Now a progression like those contained in the tetractys of Plato's worldsoul --the series, 1: 2: 4: 8, 1: 3: 9: 27– is what the Pythagoreans called an harmonia; it is a continuous entity knit together by a principle of unity running through it, namely the logos or ratio (1/2 or 1/3) which links every term to its predecessor by the same bond. Both series, moreover, radiate from the One, which in Pythagorean arithmetic was not itself a number, but the source in which the whole nature of all numbers was gathered up and implicit. When we note, further, that every number is not only a many, but also one number, we can see how Pythagoras would find the whole movement of cosmic evolution contained in the procession of series, in which the One passes out of itself into a manifold, yet without losing all its unity, and a return from the many to the One is secured by that bond of proportion which runs, backwards and forwards, through the whole series and links it into a ' harmony.' It is thus that we must understand the doctrine that ' the whole Heaven is harmony and number.' The processional movement of physis is modelled upon that of soul, which falls from its first state of union with the divine, but yet remains linked to the One life by mysterious bonds, and can return to it again, purified by music. ...... As for the "geometric figure", that we may already have (whether applicable here or not) and although the concept of "organic motion" may strike some modern readers as strange, it is nevertheless an underlying feature in many ancient major works--the Timaeus of Plato especially. Here it may also be observed that by expressing the exponents of this short section of the Phi-series planetary framework in thirds, the sets [3, 6, 9 , [4, 8, 12] and [6, 12, 18] are also apparent--sets that may or may not be considered further with respect to other passages in Plato, etc. ...... It is in the same fashion that the Timaeus also tries to give a physical account of how the soul moves its body; the soul, it is there said, is in movement, and so owing to their mutual implication moves the body also. After compounding the soul-substance out of the elements and dividing it in accordance with the harmonic numbers, in order that it may possess a connate sensibility for 'harmony' and that the whole may move in movements well attuned, the Demiurge bent the straight line into a circle; this single circle he divided into two circles united at two common points; one of these he subdivided into seven circles. All this implies that the movements of the soul are identified with the local movements of the heavens. (Aristotle, On the Soul) ...... Mind is the monad, science or knowledge the dyad (because it goes undeviatingly from one point to another), opinion the number of the plane, sensation the number of the solid; the numbers are by him expressly identified with the Forms themselves or principles, and are formed out of the elements; now things are apprehended either by mind or science or opinion or sensation, and these same numbers are the Forms of things. Some thinkers, accepting both premises, viz. that the soul is both originative of movement and cognitive, have compounded it of both and declared the soul to be a self-moving number. (Aristotle, On the Soul) ...... Thus that in the soul which is called mind (by mind I mean that whereby the soul thinks and judges) is, before it thinks, not actually any real thing. For this reason it cannot reasonably be regarded as blended with the body: if so, it would acquire some quality, e.g. warmth or cold, or even have an organ like the sensitive faculty: as it is, it has none. It was a good idea to call the soul 'the place of forms', though (1) this description holds only of the intellective soul, and (2) even this is the forms only potentially, not actually. (Aristotle, On the Soul) ..... there will be a need for several sciences. The first and most important of them is likewise that which treats of pure numbers--not numbers concreted in bodies, but the whole generation of the series of odd and even, and the effects which it contributes to the nature of things. When all this has been mastered, next in order comes what is called by the very ludicrous name mensuration, but is really a manifest assimilation to one another of numbers which are naturally dissimilar, effected by reference to areas. Now to a man who can comprehend this, it will be plain that this is no mere feat of human skill, but a miracle of God's contrivance. Next, numbers raised to the third power and thus presenting an analogy with three-dimensional things. Here again he assimilates the dissimilar by a second science, which those who hit on the discovery have named stereometry [the gauging of solids], a device of God's contriving which breeds amazement in those who fix their gaze on it and consider how universal nature molds form and type by the constant revolution of potency and its converse about the double in the various progressions. The first example of this ratio of the double in the advancing number series is that of 1 to 2; double of this is the ratio of their second powers [ 4 ], and double of this again the advance to the solid and tangible, as we proceed from 1 to 8 [ 1, 2, 2^2, 2^3]; the advance to a mean of the double, that mean which is equidistant from lesser and greater term [the arithmetical], or the other mean [the harmonic] which exceeds the one term and is itself exceeded by the other by the same fraction of the respective terms--these ratios of 3 : 2 and 4 : 3 will be found as means between 6 and 2: why, in the potency of the mean between these terms [ 6 x 2 ], with its double sense, we have a gift from the blessed choir of the Muses to which mankind owes the boon of the play of consonance and measure, with all they contribute to rhythm and melody. So much, then, for our program as a whole. But to crown it all, we must go on to the generation of things divine, the fairest and most heavenly spectacle God has vouchsafed to the eye of man. And: believe me, no man will ever behold that spectacle without the studies we have described, and so be able to boast that he has won it by an easy route. Moreover, in all our sessions for study we are to relate the single fact to its species; there are questions to be asked and erroneous theses to be refuted. We may truly say that this is ever the prime test, and the best a man can have; as for tests that profess to be such but are not, there is no labor so fruitlessly thrown away as that spent on them. We must also grasp the accuracy of the periodic times and the precision with which they complete the various celestial motions, and this is where a believer in our doctrine that soul is both older and more divine than body will appreciate the beauty and justice of the saying that ' all things are full of gods ' and that we have never been left unheeded by the forgetfulness or carelessness of the higher powers. There is one observation to be made about all such matters. If a man grasps the several questions aright, the benefit accruing to him who thus learns his lesson in the proper way is great indeed; if he cannot, 'twill ever be the better course to call on God. Now the proper way is this--so much explanation is unavoidable. To the man who pursues his studies in the proper way, all geometric constructions, all systems of numbers, all duly constituted melodic progressions, the single ordered scheme of all celestial revolutions, should disclose themselves, and disclose themselves they will, if, as I say, a man pursues his studies aright with his mind's eye fixed on their single end. As such a man reflects, he will receive the revelation of a single bond of natural interconnection between all these problems. If such matters are handled in any other spirit, a man, as I am saying, will need to invoke his luck. We may rest assured that without these qualifications the happy will not make their appearance in any society; this is the method, this the pabulum, these the studies demanded; hard or easy, this is the road we must tread. (The Collected Dialogues of Plato) http://www.spirasolaris.ca/sbb4d.html
¿En qué estado de EEUU queda la montaña Torre del diablo que aparece en la película Encuentros cercanos del tercer tipo?
¡Correcto! ¡Sigue así!
Wyoming
El Monumento Nacional de la Torre del Diablo (en inglés, Devil's Tower) de los Estados Unidos (en lakota: Mato Tipila, que significa «Aposento del Oso») es una intrusión ígnea monolítica o cuello volcánico situado en Colinas Negras, cerca de Hulett y Sundance en el condado de Crook, al noreste del estado de Wyoming, sobre el río Belle Fourche.
Se eleva de manera espectacular 386 m por encima del terreno circundante y su cumbre se encuentra a 1.558 m por encima del nivel del mar. Se encuentra formada por columnas basálticas.
En la película Encuentros en la tercera fase (Encuentros cercanos del tercer tipo "Close Encounters of the Third Kind") (1977), Steven Spielberg centra el encuentro de los extraterrestres con los humanos en esta montaña.