El Yo Masonería
Desde la aparición del Hombre sobre la Tierra transcurrieron millones de años. Hasta que finalmente surgió entre otras escuelas, la francmasonería, una institución poseedora de librepensamiento, sensación y sentimiento filantrópico, la francmasonería como institución tenía a cuestas una meta clara: liberar a la humanidad. Durante sucesivas generaciones de francmasones, en efecto, hombres y mujeres se fueron acercando a una compresión objetiva de la verdadera situación de la humanidad y del procedimiento para verdaderamente ayudarla. Al convertirse en masón, es terrible darse cuenta de pronto de que se ha vivido sin un pensar propio e independiente. Sin inteligencia, aceptando ciegamente todo sin cuestionarlo siquiera. Sin nada en nosotros que pueda cuestionar que es real y que no lo es. Esa es la lucha del masón: una lucha constante contra la pasividad de mis pensamientos, aceptando dogmas religiosos y sociales. Un masón en lucha constante por salir de los esquemas marcados Maliciosamente por otros. El librepensamiento no es un don otorgado por la Naturaleza, por el librepensamiento se lucha constantemente y se esfuerza por alcanzarlo. Es una lucha por salir de la ilusión en la que las tesis políticas constantemente nos marcan. Para aproximarnos a una visión más real de lo que es la masonería. Que nos llama a la libertad de pensamientos, es necesario un esfuerzo espacial. En medio de esta lucha se crea un orden en el caos, una forma de vida independiente, que no acepta las líneas fronterizas, ni los grupos aislados, no reconoce las diferencias raciales, ni las diferencias de credos: así de pronto se nos revelan dos planos, dos mundos: el de los profanos y el de los iniciados masones, el de los profanos que tienen banderas que marcan nacionalismos estúpidos y el de los iniciados masones que consideran a toda la humanidad en una misma nación universal. Mientras que la humanidad acepte divisiones de cualquier especie, no puede haber un nuevo orden mundial correcto. El reconocimiento de una unidad mundial es el despertar del pensamiento liberal masónico. Sin este esfuerzo de liberar el pensamiento de los dogmas, se vuelve a caer en el mundo profano poblado de palabras racistas y de hacernos pensar en que pertenecemos a diferentes nacionalidades, un mundo de distorsionadas imágenes de profanos, de nociones condicionadas por otros, de un saber aproximado a la realidad, de ensoñaciones y de desasosiegos diversos. Todo esto es el pensar de un hombre sin inteligencia. Es aterrador percatarse de todo esto, sin advertirlo siquiera. En cada ocasión, el primer paso es reconocer que algo anda mal; sentimos los masones que es necesario un verdadero pensar, un pensar libre, vuelto hacia la humanidad y no en contra de ella, para que podamos en verdad tomar conciencia que existe una humanidad implorando libertad.- Un pensar activo que no tenga otro objetivo ni otra meta que yo volverme para la humanidad. De lo contrario a lo dicho, los pensamientos no libres son sólo objetos de esclavitud, redes donde el librepensamiento pierde su gran poder libertario. Enturbiadas nuestras mentes por las palabras, las imágenes y las formas que nos dictan los tiranos, que someten a las mentes que deberían ser libres, estas mentes pierden poco a poco su capacidad de ver y su capacidad de acción- Se pierde el sentido del Yo Humanidad, y este Yo Humanidad ya no es más que un organismo a la deriva - un cuerpo colectivo privado de inteligencia. Sin esta mirada liberal masónica, estamos obligados a permanecer encadenados a esos opresores, que se nos presentan tanto en las religiones, en los partidos políticos y en las Universidades, esas Universidades se han convertido en cuarteles del adoctrinamiento sistemático, para robotizarnos a un régimen increíblemente opresor. El librepensamiento es la mirada clara que nos otorga la masonería cuando nos quita la venda de los ojos. Una mirada libre; la mirada que ve. Sin esta mirada puesta en lo que debe ver, viendo objetivamente, sin esta mirada masónica, mi vida es vida de ciego, que va donde lo lleva cada impulso, sin saber cómo ni por qué. Y más sin esa mirada puesta en mí, no puedo saber que existo. Tengo con esa mirada la capacidad de conocerme y volverme libre para observarme. Al verme tengo la capacidad de que mis pensamientos no sean esclavizados. Para ello el masón debe desasirse urgentemente de todas las asociaciones mecánicas que lo mantienen cautivo. Tiene el masón que cortar las ataduras que lo unen a todas esas malas cosas que le son ajenas y así al final libre podrá hacer mucho por la Humanidad, antes no podrá más que perjudicar a sus propios semejantes. Pero cuando ya te conviertes verdaderamente en Yo Humanidad, el masón adquiere una sensibilidad fraterna tan propia de la francmasonería, y es cuando se puede ayudar verdaderamente al género humano
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