El Anschluss escuchar (?·i) (palabra alemana que, en un contexto político, significa 'unión', 'reunión' o 'anexión')[1] supuso la incorporación de Austria a la Alemania nazi el 12 de marzo de 1938 como una provincia del III Reich, pasando de Österreich a Ostmark ('Marca del Este'). Esta situación duró hasta el 5 de mayo de 1945, cuando los Aliados ocuparon la provincia alemana de Ostmark. El gobierno militar aliado terminó en 1955, cuando se constituyó el nuevo Estado de Austria.
Los sucesos del 12 de marzo de 1938 se enmarcan en los anhelos expansionistas de Adolf Hitler para Alemania. Fueron precedidos por la devolución del Sarre en 1935, tras el plebiscito que puso fin al control de la Sociedad de Naciones que el Tratado de Versalles le había encomendado por un periodo de quince años; y seguidos por la crisis de los Sudetes, la ocupación de Checoslovaquia de 1939 tras los acuerdos de Múnich, y la invasión de Polonia que, finalmente, supuso el detonante de la Segunda Guerra Mundial.
El Anschluss fue precedido por un período de creciente presión política sobre Austria, ejercida por Alemania, exigiendo la legalización del partido nazi y, más adelante, su participación en el gobierno. El 13 de septiembre de 1931, la milicia de los socialcristianos intentó en vano tomar el poder por las armas.
A pesar de ser el partido más votado en las elecciones de abril de 1932, los nazis no obtuvieron la mayoría absoluta, por lo que pasaron a la oposición. Los nazis austríacos se lanzaron a una estrategia de tensión y recurrieron al terrorismo. El canciller socialcristiano Engelbert Dollfuss decidió en 1933 gobernar por decreto, disolver el Parlamento, el partido comunista, el partido nacionalsocialista y la poderosa milicia socialdemócrata, la Schutzbund. Su régimen adquirió un tinte fascista con preferencia hacia los modelos adoptados previamente por Benito Mussolini y basado en el catolicismo tradicional, por lo cual recibió el nombre de austrofascismo. Dollfuss reprimió a los socialdemócratas que deseaban salvar la democracia, ya fuera por la mano de Dollfuss o por la de los nazis.
La dura represión de la policía tras una insurrección socialista en Linz en febrero de 1934 causó entre 1000 y 2000 muertos. Los socialdemócratas se exiliaron. Entretanto, los nazis austriacos se habían reforzado y organizado, exigiendo un fascismo más germánico y subordinado a Alemania. En su afán de tomar el poder lanzaron una fallida revuelta y asesinaron al canciller Dollfuss el 25 de julio de 1934 en el edificio del gobierno en Viena, pero su golpe de Estado fracasó. El Ejército austriaco no se unió a la rebelión, mientras que los seguidores austrofascistas de Dollfuss lograron aislar y reducir a las bandas de nazis armados que intentaron organizarse.
Hitler tuvo conocimiento de que la viuda y los hijos del asesinado Dollfuss se hallaban en ese momento como huéspedes del dictador italiano Benito Mussolini. Precisamente, cuando Mussolini supo lo acontecido a Dollfuss en Viena, el 26 de julio ordenó movilizar tropas italianas en la frontera alpina con Austria, amenazando con intervenir militarmente para sostener a los sucesores de Dollfuss en caso necesario. Hitler no contaba entonces con la Wehrmacht en toda su fuerza ni bajo control total del nazismo, y aún en ese caso tampoco deseaba un conflicto con un régimen ideológicamente tan cercano como la Italia fascista, por lo cual se abstuvo de enviar tropas para apoyar a los nazis austriacos.
El nuevo canciller, Kurt Schuschnigg, insistió en proseguir el sistema político de Dollfuss, manteniendo una dictadura nacionalista, fascista e impidiendo toda opción política que propugnase la anexión a Alemania, para lo cual contó con el apoyo tácito de políticos socialistas y católicos, que juzgaron al austrofascismo como un mal mucho menor que el nazismo alemán. No obstante, los nazis austriacos habían empezado a organizarse más cuidadosamente para una posible rebelión futura, y eligieron como táctica el terrorismo contra autoridades gubernamentales y contra conocidos militantes antinazis. Entre agosto de 1934 y marzo de 1938 los atentados nacionalsocialistas mataron a 800 personas.
La situación interna de Austria amenazaba con una guerra civil entre el gobierno y los nazis austriacos, que recibían financiación y armas del Tercer Reich, y que habían logrado captar un alto número de simpatizantes de entre la juventud austríaca que sufría el desempleo provocado por la Gran Depresión de 1929 que aún afectaba a Austria. En este contexto de disturbios sociales, el canciller Kurt Schuschnigg fue convocado a una reunión con Hitler en el "Nido del Águila", en Berchtesgaden, el 12 de febrero de 1938, fecha en que la actividad terrorista nazi en Austria alcanzaba un nivel insoportable para la república alpina. El programa exigido por Hitler era claro: amnistía para los nazis austriacos por los crímenes cometidos, participación de sus miembros en el gobierno, establecimiento de un sistema de colaboración mutua entre la Wehrmacht y el ejército federal austriaco e inclusión de Austria en el área aduanera alemana a cambio de que el Tercer Reich dejara de intervenir en la crisis política austríaca.
La entrevista Schuschnigg-Hitler resultó tempestuosa al explicarse en detalle las exigencias de Alemania, pues el dictador alemán amenazó al canciller austriaco con propiciar una guerra civil en Austria, con ayuda de los nazis austriacos, si no eran aceptadas todas sus condiciones. Hitler, literalmente, amenazó a Schuschnigg con "transformar Austria en una segunda España" si no se satisfacían sus demandas, para lo cual el dictador nazi convocó a la sala de reuniones a los jefes militares Wilhelm Keitel, Hugo Sperrle y Walther von Reichenau que, según Hitler, se hallaban allí «por casualidad». Schuschnigg abandonó Berchtesgaden el mismo 12 de febrero junto con el presidente de Austria Wilhelm Miklas, temiendo ambos una invasión por parte de Alemania en cualquier momento.
De vuelta en Viena, el canciller de Austria Kurt Schuschnigg aceptó dar libertad a los nazis austriacos encarcelados, y entregó el Ministerio de Policía al nacional-socialista Arthur Seyss-Inquart, en un último intento de mantener la independencia de Austria. No obstante, los nazis austriacos no se daban por satisfechos pues ahora Schuschnigg se apoyaba en socialistas y católicos para preservar la independencia de Austria, por lo cual los atentados y sabotajes nazis prosiguieron. Por su parte Hitler en un discurso público se refirió el 3 de marzo de 1938 a los austriacos como "10 millones de alemanes que viven fuera de nuestras fronteras", acreditando así su intención anexionista respecto de Austria.
Presionado por los hechos, Schuschnigg anunció un referéndum el miércoles 9 de marzo de 1938 para determinar la independencia o la unión con Alemania, para así beneficiarse de la legitimidad popular y mostrar las intenciones expansionistas de Hitler. Respecto al referendo, Schuschnigg, de acuerdo con el presidente Miklas, fijó en 24 años la edad mínima para votar,[2] evitando la participación masiva de jóvenes desempleados que constituían la mayor reserva de militantes nazis de Austria. La fecha de la consulta popular sería el domingo 13 de marzo. Cuando Hitler se enteró de las intenciones de Schuschnigg entró en furia y ordenó a los nazis austriacos pasar a la acción para evitar que se celebre tal referéndum.
Tropas alemanas entran en Viena el 14 de marzo de 1938
Mientras tanto Hitler aún dudaba de la reacción de Benito Mussolini ante los hechos, considerando la protección italiana que ya había sido otorgada a la I República de Austria en 1934 tras el asesinato de Dollfuss, pero tras la mutua colaboración ítalo-alemana en la conquista de Abisinia y la Guerra Civil Española, la Italia fascista se había alineado definitivamente con el Tercer Reich.
Así, tras una consulta diplomática del príncipe Phillip von Hesse (embajador alemán en Roma), a las 21.00 del 11 de marzo el ministro italiano Galeazzo Ciano informó a Hitler, por medio de von Hesse, que Mussolini no intervendría en los sucesos de Austria. Esta noticia fue conocida de inmediato en Viena y dejó a Miklas y Schuschnigg privados de su único gran aliado extranjero, mientras de inmediato Hitler llamaba por teléfono a su embajador en Roma para que este expresase el "profundo agradecimiento personal" del Führer hacia el Duce.
Al transcurrir la noche, y sin recibir noticias de Viena sobre la designación de Seyss-Inquart como canciller austriaco, Hitler entró en furia y ordenó a las tropas de la Wehrmacht proceder con la invasión de Austria a las 22.00 del 11 de marzo, Hitler ordena también la falsificación de un telegrama supuestamente enviado por Seyss-Inquart desde Viena como nuevo canciller y en donde este jefe nazi pedía ayuda a Hitler para restablecer el orden en Austria. Hitler ya no estaba conforme sólo con la renuncia de Schuschnigg, y había sostenido que Miklas también debería renunciar a su cargo.
Mientras tanto los nazis austriacos seguían su campaña de destrucciones y revueltas contra el gobierno, sembrando el desorden. A la medianoche del 11 de marzo, los nazis austriacos habían ocupado casi todos los edificios gubernamentales de Viena, arrestando a los líderes políticos anti-nazis que pudieron hallar, contando con la colaboración de policías y reclutas de simpatías nazis.
Tropas alemanas entrando en Viena, el martes 15 de marzo de 1938
En la mañana del 12 de marzo, el presidente Miklas aceptó finalmente designar a Seyss-Inquart como canciller austriaco, pero esta medida resultaba inútil pues al amanecer las tropas de la Wehrmacht alemana ya habían cruzado la frontera, iniciando su invasión. Los nazis austriacos arrestaron a Miklas en el mediodía, con apoyo de agentes de la Gestapo infiltrados en Viena y Arthur Seyss-Inquart tomaba el puesto de canciller en la capital austriaca, dando la bienvenida a las tropas de la Wehrmacht que entraban al país. Al día siguiente, las fuerzas alemanas ocupaban sin resistencia toda Austria, hallando un recibimiento efusivo y favorable que les sorprendió, tanto en localidades pequeñas como en las ciudades más grandes. No obstante, el mal estado de muchos transportes de tropas causó retrasos en el avance de la Wehrmacht, lo cual no dejó de preocupar a los jefes militares alemanes.
Hitler mismo cruzó la frontera austriaca el sábado 12 de marzo a las 16.00, dirigiéndose a Braunau am Inn, su localidad natal, y más tarde a Linz. El recibimiento entusiasta de la población austriaca a las tropas alemanas sorprendió incluso al líder nazi Hermann Goering que llegó a Viena el domingo 13 de marzo para coordinar con Seyss-Inquart los detalles de la toma del poder por los nazis. La culminación fue la llegada de Hitler a Viena el martes 15 de marzo, declarando la anexión de Austria a Alemania en la Heldenplatz vienesa ante 250.000 simpatizantes.
http://es.wikipedia.org/wiki/Anschluss