Al analizar geométricamente la forma y medida del primer Tabernáculo, el mandado erigir en tiempos de Moisés, siguiendo las revelaciones de Yahvé, hallamos una gran similitud con las proporciones empleadas para construir el Arca de la Alianza; lo que confirma la hipótesis que hemos venido barajando, en el sentido de que el Arca fue un ensayo en miniatura de lo que luego sería el modelo final, el Templo de Salomón, pasando por un segundo experimento a una escala intermedia, la Morada. Es decir, Moisés manda construir primero el arca de madera, revestida de oro donde dice que guarda los tesoros sagrados y que, al mismo tiempo, servirá para que Yahvé esté presente. Hasta esos momentos no necesitó ningún instrumento para comunicarse con él. Subía al monte Horeb y hablaba directamente con la zarza inextinguible. Pero, a medida que se aleja de “la montaña sagrada” da la impresión que empiezan a producirse interferencias en la comunicación y construye el arca, y luego el Tabernáculo. En ambos, la nube de la presencia de Yahvé aparecerá sobre el lugar señalado como O1 en la [ilustración XX].
Analicemos geométricamente la estructura y distribución del Tabernáculo, un rectángulo de ratio proporcional de 1:2; compuesto por dos cuadrados adosados de 50 codos de lado cada uno. El correspondiente al patio de los sacrificios, a la derecha del dibujo; y el que corresponde al patio de los sacerdotes, a la izquierda. Ambos están delimitados por cortinas. Pegadas a las mismas y en el patio de los sacerdotes se ubica la Morada, cuyas medidas poseen un ratio 1:3, una longitud de ancho por tres de largo. La altura, en principio, no es relevante. Esta planta, de ratio 1:2, es la del rectángulo que circunscribe una vesícula piscis, [ilustración XX], formada por dos semicírculos simétricos de radios iguales e indiferentes y cuyos centros se hallan contenido en la circunferencia del otro. Así, el centro B del círculo de radio r, está contenido en la circunferencia de centro D, contenido, a su vez en la de centro B. Ambas circunferencias se cortan en los puntos A y C, conformando dos triángulos equiláteros de lado el radio correspondiente a los círculos que los inscriben. Obsérvese que ambos triángulos están soldados por sus bases, delimitando un rombo de diagonal menor el diámetro de los círculos y altura el radio por raíz cuadrada de tres. Esto nos predispone a considerar las medidas del Tabernáculo como sagradas o que ha empleado alguna clave de geometría sagrada que ya conocían los egipcios. Si la aplicamos al análisis de sus formas y proporciones, descubriremos no sólo el modo como se relacionan entre ellos, sino el porqué de esta rigurosa disposición.
La forma rectangular del Tabernáculo se ha generado a partir de un Plano Básico, un cuadrado generador que daría lugar al resto de las formas. Este cuadrado es el que corresponde al patio de los sacrificios. La cortina que hace de embocadura está en una relación 2:1’5, respecto de las medidas parciales en que ésta divide a todo el lado menor; es decir, si los espacios laterales miden 15 codos cada uno, sumando 30 en total, y la cortina mide 20 codos de ancho, se podrá afirmar que la cortina es segmento áureo respecto del lado menor [siendo su ratio de 20:60; es decir, 1:3, que es proporción sagrada egipcia]. De igual modo, lo es respecto de las medidas parciales, pues estaría en una relación de 20 a 15 que, reducidas, tendrían ratio 2:1’5, que también es proporción sagrada. Por duplicación, el cuadrado correspondiente al patio de los sacrificios genera un nuevo cuadrado, simétrico y complementario al primero, el recinto de los sacerdotes, dos cuadrados idénticos que, sumados entre ellos, conforman el rectángulo completo del recinto sagrado; siendo la cortina central el eje-límite entre ambos.
Para Yahvé, o Moisés, ambos espacios tienen un mismo valor testimonial porque simbolizan conceptos que se complementan. Tanto el sacrificio cruento realizado en el altar del holocausto, como las ofrendas de panes y el incienso quemado en el Hekal de la tienda-morada son igualmente gratas al dios de Israel. De ahí que las medidas elegidas para construir el Tabernáculo transportable tenga el ratio 1:2 porque, según la ilustración es originado por duplicación de un Hexaedro regular, o Cubo Básico, que se proyecta en planta como cuadrado o Plano Básico. El cuadrado originario (m-n-v-u) se duplica por giro de 180º sobre el lado (n-v), convertido en eje de simetría del rectángulo que coincide, además, con la cortina de separación entre el recinto del sacrificio y el recinto de los sacerdotes; contenedor de una vesícula piscis originaria construida por concurso de los arcos de centros (n,D-vB) y radios idénticos al lado menor del rectángulo. La distancia AB, el segmento de eje radical limitado por la intersección de los círculos primarios de centros A y C equivale al radio (tomado como unidad) por raíz cuadrada de tres, √3. El rectángulo (1-2-3-4) de ratio 1:2, como el Tabernáculo, tiene como diagonal (2-4) el valor del radio por raíz cuadrada de cinco, √5.
Aún se podría construir un triángulo (4-2-5) cuyos lados relacionaran estas tres magnitudes inconmensurables [√2, √3 y √5]. Obsérvese que el segmento EB es áureo, equivalente al radio por 0’61538. La tradición justifica la utilización de la vesica piscis como símbolo de la primera comunidad cristiana por el mandato de Jesús a sus discípulos, pescadores de profesión, de llegar a ser pescadores de hombres, redimiéndolos de volver al lago físico y sumergirse, en cambio, en el mar lago revuelto del mundo para pescar hombres para la causa. Remite, también, al milagro de los panes y peces, símbolo de la eucaristía que da de comer al hambriento que se acerca al altar del Padre. En el Evangelio, cuando Jesús ordena echar las redes de nuevo, después de un día aciago, los discípulos pescan exactamente 153 peces, una cantidad algo extraña que, al comprender la metrología interna de la Vesícula sagrada, se descubre que so los decimales del número de or (0‘61538), contenido en ella.
Como se sabe, la vesícula contiene dos triángulos equiláteros en su interior, de lados iguales entre sí e idénticos al radio de los círculos que la componen. Los triángulos (ABC y BCD), con el lado BD común y suma de las altura equivalente al lado por raíz cuadrada de tres [√3] que corresponde a los patrones de antagónicos, Cielo-Tierra, Espíritu-Materia, Femenino-Masculino, etcétera.
Debido al enfrentamiento de los círculos de centro B y D, respectivamente, el rectángulo (m-q-t-u) de ratio 1:2 se expande hacia un lado y hacia el otro, duplicándose en cada caso, estabilizándose en un rectángulo sagrado de ratio 1:3. Obsérvese que son los mismos círculos los que establecen los límites de la expansión y los que la motivaron. Este nuevo rectángulo generaría interiormente otras formas sagradas con múltiples aplicaciones.
Efectivamente, analizando con más detalle ese Plano Básico generador, se observa, [ilustración XX], que es susceptible de contener un círculo concéntrico que, a su vez, circunscribe a un dodecágono estrellado continuo de quinta clase (porque alterna los vértices de cinco en cinco) cuyos lados se cortan para determinar puntos por donde pasarían las líneas de la cuadrícula generadora. Así, el rectángulo interior de la tienda, a’-1-2-b’, coincide con algunos de estos puntos. Al igual que la ubicación de los objetos sagrados conocidos como el mar de bronce o el holocausto de bronce, ambos en el recinto de los sacerdotes.
Sin duda, por su educación egipcia, Moisés conocía las consecuencias de elegir un rectángulo de ratio 1:2; así como, la ubicación de los objetos sagrados, colocados para cumplir un determinado ritual que vamos a abordar más adelante. Al menos, eso es lo que se desprende de las formas simbólicas que aparecen tras su análisis geométrico. Así, el triángulo equilátero en posición material, que se ha localizado en el patio del sacrificio, contiene al mar de bronce y el altar del holocausto ; todos los objetos necesarios para sacrificios cruentos. En cambio, la tienda-morada, con los objetos sagrados necesarios para la realización de ofrendas incruentas, [ilustración XX.A], se hallan en el interior del triángulo equilátero espiritual
También encontramos otras relaciones interesantes, [ilustración XX.B y XX.B], si se trazan rectas paralelas a los lados menores del rectángulo y que pasen por los centros O1, donde se ubica el Arca de la Alianza, en la tienda de la presencia, y O2 por el centro del altar del holocausto. Por la primera división se concreta el rectángulo (a’-b’-c’-d’) formado por la cortina, que hace de eje de simetría del conjunto, y la paralela por O1, de ratio 1:3, contenedor de la primera vesícula de centros O y O1.La segunda recta paralela al eje por O2 conforma el rectángulo (a’-b-c-d’),también de ratio 1:3, y la segunda vesícula, de centros O y O2.
Tomadas parcialmente, también determinan rectángulos de ratio 1:3; el primero, formado por el cuadrado del patio del sacrificio y el rectángulo (a’-b’-c’-d’); y el segundo, formado por el patio de los sacerdotes y el rectángulo (a’-b-c-d’) . Ambos rectángulos sagrados tienen en común el cuadrado formado por la suma de los rectángulos sagrados parciales [(a’-b’-c’-d’) y (a’-b-c-d’)], que delimitaría una zona exclusiva donde se desarrolla todo el ritual hebreo, comenzando por el sacrifico cruento (altar del holocausto), lavatorio (mar de bronce), ofrenda (mesa de los panes), quema de incienso (altar del incienso) y suplicatorio (sanctasanctórum y Arca de la Alianza). Es decir, encierra en una figura perfecta (aunque de significación material) todo el ritual hebreo, verdadera finalidad del Tabernáculo, y a mismo tiempo refuerza la idea de generación de todo el recinto sagrado por duplicación de un Cubo Básico de partida.
Ahora podemos entender mejor la idea global, [ilustración XX], por el desdoblamiento de esa zona donde se concentra todo el ritual hebreo, y que comprende zonas del patio de los sacrificios y el de los sacerdotes. Si giramos la porción correspondiente a los rectángulos parciales 1:3 de la primera y segunda vesícula alrededor de los ejes que pasan por O1, centro del Arca de la Alianza, y por O2, centro del altar del holocausto, se generarán, los patios de los sacerdotes y el de los sacrificios, correspondientes. Es decir, una acción que da protagonismo al Arca, por medio del cual Yahvé está presente y ve lo que se sacrifica a su nombre en el otro protagonista, el altar del holocausto. Disposición que revela, de mismo modo, el sentido religioso que adquiere para los israelitas el acto mismo del sacrificio como medio de expiación de los pecados. Los sacerdotes y auxiliares del tabernáculo oficiaban sacrificios diarios. Los pecadores arrepentidos llevaban su ofrenda a la puerta del atrio, reposaban su mano sobre la cabeza de la víctima propiciatoria y confesaban interiormente sus pecados; de modo, que por la imposición de manos, sus pecados pasaban a la sangre del animal que se convertía así en víctima inocente. El ayudante del sacerdote tomaba al animal y extraía la sangre que, posteriormente era conducida por el Sumo Sacerdote hasta el lugar santo donde se lo ofrecía a Yahvé que se quemaba junto con el incienso. El humo aromático del incienso y el acre de la sangre se mezclaban y subían al cielo acompañado de oraciones.
«La vida de la carne en la sangre está.» (Levítico 17:11)
A veces, no se llevaba la sangre al lugar santo sino que el sacerdote la comía, como Moisés había ordenado a los hijos de Aarón:
«Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación.» Levítico 10:17
Con la ofrenda de sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; aunque, no obstante, no quedaba enteramente libre de la condenación de la ley. Por estas acciones diarias los pecados del penitente se transferían al santuario que se iba cargando de ignominias a lo largo del año. Existían días especiales del año para limpiar el Tabernáculo y los objetos dedicados al ritual de purificación, obedeciendo el mandato divino:
«Así hará expiación por el Santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el Tabernáculo de Reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias. Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel.» (Levítico 16:16,19)
Ese día, el pueblo de Israel afligía sus almas durante el tiempo del servicio de expiación; dejaban a un lado toda ocupación y se concentraban en la oración, ayuno y un profundo examen de conciencia. Durante los actos, se seleccionaban dos machos cabritos a la entrada del atrio, y se echaba en suertes sobre cuál de ellos se destinaría a Jehová y cuál a Azazel. El macho cabrío destinado a Jehová se inmolaba como ofrenda del pueblo de Israel. El sumo sacerdote tomaba la sangre y rociaba con ella el propiciatorio y el altar del incienso. El cabrito de Azazel, en cambio, era conducido al desierto por el individuo indicado. Antes, el sumo sacerdote salía del lugar santo y tomaba los pecados de Israel para él y salía del santuario, imponía su mano sobre la cabeza del cabrito de Azazel y le transmitía los pecados del que se hacía portador, dejando limpio el santuario.
«Y pondrá Aarón entrambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y le enviará al desierto por mano de un hombre idóneo. Y el macho cabrío llevará sobre sí las iniquidades de ellos a tierra inhabitada.» (Levítico 16:21, 22)
El macho cabrío portador de los pecados de Israel jamás regresaba al campamento obligado a permanecer en el desierto hasta que moría de hambre o sed. El individuo que lo condujo regresaba una vez lavado su cuerpo y ropas con agua.
El simbolismo completo de las formas del Tabernáculo se explicaría así: En el principio era la unidad (un punto que derivó en cuadrado, símbolo del orden, la armonía y la simplicidad, vencedor del Caos originario). El gemelo brotado de la unidad conformó el trino, integrado por los gemelos en sí mismo y el nuevo orden brotado de su unión (el rectángulo de ratio 1:2). Los círculos de relación del primero con el segundo y el segundo con el primero derivó la serpiente, que fue engullida por el pez (la vesícula piscis) que brotó del estanque dorado del Paraíso (el rectángulo egipcio 3:1).
Para la iniciación cristiana, en la Era de Piscis que sobrevino después, sería la mandorla la que representaría la síntesis entre dos opuestos; y representado por el espacio dejado por los antagónicos. No es una vía de renuncia ni de acaparamiento, es un espacio templado, mezcla de ambos antagónicos; es la tercera vía propuesta por el Gautama Buda para alcanzar la verdad; es el Christós, fusión posible de lo humano con lo divino, y figura del Redentor, el Mesías. Jesucristo, el avátara de la era de Piscis cambia el sentido de la redención del pecado que habían practicado los israelitas, la inmolación de una víctima inocente, ajena al pecador que se ofrece como intermediaria. Jesús, como doble cordero, de Jehová y Azazel, ofrece su sangre ante el Padre. Él será la última víctima inocente que cargue con los pecados del mundo. Ninguna víctima inocente más, humana o animal; será el mismo pecador quien cargue con las culpas propias. Este es el secreto que aportará la era de Piscis que trajo el cristianismo: la materia se espiritualiza y la deidad puede manifestarse a través de lo carnal. Ágape y Eros, trascendencia e inmanencia en una misma personalidad. Y esta fusión de los opuestos en un elemento nuevo viene perfectamente simbolizada por la vesícula piscis, cuya generación y transformación en triqueta univiaria se explica gráficamente en la [ilustración XX]. Los círculos en oposición son los de centro en A y en B, respectivamente, que se cortan según una lúnula común en forma de pez. Trazadas las rectas tangentes a ambos círculos por los puntos-centros del otro, quedarán limitados, como hemos tenido ocasión de explicar antes, por dos cuadrados que conforman, a su vez, un rectángulo sagrado de ratio 1:2. Naturalmente, los puntos de intersección de los contra-arcos opuestos que delimitan la lúnula común pueden ser centros de nuevos círculos equipolentes con los anteriores y conformar tantas lúnulas comunes como paciencia tengamos en su trazado. Lo más destacado de este proceso de auto-generación es el hecho de que los cuadrados y rectángulos formados de este espectacular modo emanan girados del centro del triángulo equilátero central por ángulos de 120º y dan como resultado una triple vesícula, conocida como triqueta, un símbolo muy antiguo utilizado por culturas primitivas para significar el poder de tres en armonía: Tres virtudes, tres fuerzas, tres propiedades, etcétera. La palabra triqueta viene del latín. Try-ket-ra significa de tres esquinas y simbolizaría tres valores que obtienen su máxima eficacia cuando están unidos; o la unidad que se adopta tres apariencias distintas. Cuando se refiere a las tres fuerzas de la naturaleza, es tierra, aire y agua; para la magia, son los tres estados por los que pasa la diosa, como doncella, madre y anciana; los tres niveles de manifestación, físico, mental y espiritual; la vida, muerte y renacimiento, etcétera.
El cristianismo lo adoptó de estos cultos paganos, dándole nuevas significaciones. Las triquetas univiarias que pueden observarse en lugares prominentes como altares, capillas y fachadas de iglesias, representan a la santísima trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando la triqueta se representa entretejida, simboliza la indivisibilidad e igualdad de esta trinidad divina en un dios único.
La situación de las doce tribus de Israel se establecían en torno al Tabernáculo, de la manera como se ha explicado en el Arca. Hacia el este, montaban sus tiendas las tribus de Isacar, Zabulón y de Judá. Presidiendo la entrada al atrio el estandarte de Judá con la imagen bordada del león. Recuérdese que los atributos animales adjudicados a cada uno de sus hijos fueron establecidos por Jacob. Al oeste, Efraín en el centro; a los lados Manasés y Benjamín. El símbolo de Efraín era al buey, la imagen de la era cósmica en la que entraban. Al norte, Dan, el Águila; a su derecha e izquierda, Aser y Neftalí. Finalmente, al sur, la tribu de Rubén, el Hombre; y las tribus de Simeón y Gad, [ilustración XX].
Los objetos sagrados, se podrían dividir en tres grandes apartados. Los objetos para el sacrificio, se situaban en el Atrio de los sacrificios al que accedían los sacerdotes y ayudantes. Estos objetos eran el Mar de bronce y el Altar de los Sacrificios. El primero, una pila de bronce con agua para las abluciones; el segundo; un altar cuadrado, con estructura de madera de acacia recubierta con planchas de bronce, cuyas medidas en planta era de 2’3 m de lado por 1’4 m de alto. En el altar se quemaban los animales propiciatorios.
Los objetos de la tienda eran de dos tipos. Los propiciatorios, situados en el Lugar Santo, y consistían en un altar para quemar incienso, la mesa de los panes de la Presencia, y el Menorah, un candelabro de siete brazos. Todos ellos de oro. El único objeto sagrado que se guardaba en el sanctatórum, fue el Arca de la Alianza. Frente a ella, entre las alas extendidas de los querubines, el Sumo Sacerdote susurraba la palabra de dios que renovaba la Alianza. Todos los templos egipcios, a orillas del Nilo, poseían salas reservadas para las barcas sagradas; al menos no ha trascendido ese conocimiento. Es muy probable que Moisés si conociera ese poder y lo pusiera en práctica una vez que hubo construido el Arca. Los sacerdotes de Amón las utilizaban durante las ceremonias de enterramiento. En ellas, el cuerpo de los muertos viajaba sobre las aguas celestes de la Vía Láctea, en su camino hacia la morada de Osiris. Se confeccionaban con madera de palmera y contenían el Libro de Hermes. Por ello, es de suponer que la construcción del Arca de la Alianza se concibiera para contener algún libro mágico, como los diez primeros capítulos del Génesis que escribió Moisés en tres lenguas, una de ellas la jeroglífica que el profeta hebreo dominaba por su educación principesca; o, tal vez, el Libro de los Principios Cosmogónicos, robado a los egipcios y, por ello perseguido por el ejército del faraón. “Estos diez primeros capítulos del Génesis, estaban escritos en jeroglífico, la lengua sagrada egipcia que, como se sabe, poseía tres niveles de comprensión. Estos capítulos fueron traducidos por Edrás y los doctores de la primera sinagoga. Es muy probable que no comprendieran más que dos o uno de los tres sentidos. Sería mucho después, con la Cabalá, cuando se comienza a vislumbrar parte de ese conocimiento hermético.” (Citado por Angebert, Jean-Michel “Las ciudades mágicas”)
«Y tomó y puso el testimonio dentro del arca, y colocó las varas en el arca, y encima la cubierta sobre el arca.» (Exodo 40:20)
«Detrás del segundo velo se hallaba la parte de la Tienda llamada Santo de los Santos, que contenía el altar de oro para el incienso, el arca de la Alianza –completamente cubierta de oro y en ella, la urna de oro con el maná, la vara de Aarón que retoñó y las tablas de la Alianza.» (Hebreos 9:3 y 4)