En el camino que conduce a Vézelay, la Cruz Montjoie simboliza la alegría del peregrino que ve, por primera vez, la basílica de Santa María Magdalena, siendo el punto desde el que por vez primera se divisa Santa Magdalena de Vézelay.
Construida en 1037 por Geoffroy, abad de Vézelay, que la dedicó al culto de María Magdalena, la villa se convirtió, rápidamente, en un lugar de peregrinación. La reputación de la abadía da paso a la prosperidad del pueblo contribuyendo a su desarrollo. Peregrinos como el duque de Borgoña, Hugo II y su corte, en 1084; o Bernardo de Claraval (San Bernardo) que acudió, en 1146, a predicar la segunda cruzada; también Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León visitaron la abadía en 1190 antes de partir para la tercera cruzada; o Luis IX de Francia, en 1248, convirtieron a Vézelay en una villa que atrajo a innumerables peregrinos. En el año 1096, el abad Artaud dio comienzo a una ampliación de la abadía. Se construyeron un crucero y un coro. Las obras duraron hasta el año 1104 y sólo se conserva la nave.
En julio de 1120, la víspera de Santa Magdalena la estructura de la abadía se incendió y se derrumbó (causando la muerte de 1127 personas). Se construyó una nueva nave, la obra se acabó en 1138. En 1185 se empezó la construcción de un nuevo coro y un crucero de estilo gótico. En 1217 se instalaron en la abadía los franciscanos. Empezó el declive de la misma al encontrarse en San Maximino nuevas reliquias de Santa Magdalena. En el año 1537 la abadía se secularizó y los monjes fueron sustituidos por canónigos. En el año 1790 la abadía de María Magdalena pasó a ser una simple iglesia parroquial y, posteriormente (1796), se vendió como un bien nacional.
En 1840 se encargó la restauración del edificio original, a fin de salvarlo de la ruina, a Eugène Viollet-le-Duc, tras la inspección llevada a cabo por Prosper Mérimée. La abadía había sufrido graves daños durante el saqueo llevado a cabo por los hugonotes en 1569; las esculturas del tímpano habían sido golpeadas (1793) y, en 1819, un rayo había caído sobre la torre de San Miguel destruyéndola. La restauración concluyó en 1876, se reintegraron las reliquias de Santa María Magdalena y se restableció la peregrinación que sería paralizada, nuevamente, en 1919.
En 1920 se le otorgó, a la abadía, el rango de basílica y el peregrinaje volvió a recomenzar. Finalmente, en 1979, la basílica y la colina de Vézelay fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Fue elegida por el chelista Mstislav Rostropóvich para la grabación en video de su interpretación de las seis suites de Johann Sebastian Bach para violonchelo solo en 1991.
Hugo de Poitiers: Historia del Monasterio de Vézelay (Historia Vizeliacensis monasterii).
Texto bilingüe latín - francés, con introducción y anotaciones en este idioma, en el sitio de Philippe Remacle (1944 - 2011): extraído de la obra de François GuizotCollection des mémoires relatifs a l'Histoire de France; ed. en París.
PARA NO CREER PERO ESTO ES ASI. LA RELACION DEL DINERO / MONEY / MOON / CON LA LUNA EN EL CONTEXTO A LA TRANSFIGURACION EN EL MONTE HERMON / MON / LUNA EN LA TRIBU DE DAN / DINERO / SERPIENTE. TODO ES UN NEXO CON LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR. DINERO ES TIEMPO MISMO.
El 26 de julio en el calendario Gregoriano coincide con la celebración del Año Nuevo Maya, que se extiende hasta el día 24 de julio del siguiente año. Pero, ¿qué sucede con el 25 de julio? Este es el llamado "Día fuera del Tiempo".
Para ellos, el tiempo de la tierra está en sintonía con las frecuencias del universo. Por eso, un año dura lo que para nosotros serían 13 meses de 28 días; exactamente el tiempo que tarda la tierra en dar un giro completo al Sol, de acuerdo a los ciclos lunares (por eso un año en el calendario maya equivale a 13 lunas completas). Pero, si cuentas bien, verás que 13 meses de 28 días dan un resultado de 364, dejando uno como "el día perdido".
Ese día, el Sol se sincroniza con la estrella más brillante del cielo (Sirio) y empieza una revolución solar de la tierra. Sirio representa la intuición, el sol secreto; por eso, ese día todas las energías del año se reúnen. Para los mayas esto era muy especial, y por eso lo consideraban un momento óptimo para preparar el alma, purificar el espíritu, reflexionar y meditar antes de comenzar un nuevo ciclo. Justamente por los rituales de limpieza y sanación con la Madre Tierra, el Día Fuera del Tiempo también se conoce como "día verde".
Tres círculos que representan el arte, la ciencia y la espiritualidad dentro de otro más grande que simboliza a la cultura, conforman el emblema de la fecha, que es la bandera de la paz. En este día, además, se hace la plegaria a las siete direcciones en sentido contrario a las manecillas del reloj.
1. ESTE. Desde la Casa Este de la Luz, que la sabiduría se abra en aurora sobre nosotros para que veamos las cosas con claridad.
2. NORTE. Desde la Casa Norte de la Noche, que la sabiduría madure entre nosotros para que conozcamos todo desde adentro.
3. OESTE. Desde la Casa Oeste de la Transformación, que la sabiduría se transforme en acción correcta para que hagamos lo que haya que hacerse.
4. SUR. Desde la Casa Sur del Sol Eterno, que la acción correcta nos de la cosecha para que disfrutemos los frutos del ser planetario.
5. CIELO. Desde la Casa Superior del Paraíso, donde se reúne la gente de las estrellas y los antepasados, que sus bendiciones lleguen hasta nosotros ahora.
6. TIERRA. Desde la Casa Inferior de la Tierra, que el latido del corazón cristal del planeta, nos bendiga con sus armonías para que acabemos con las guerras.
7. CORAZÓN. Desde la Fuente Central de la Galaxia, que está en todas partes y al mismo tiempo, que todo se reconozca como luz de amor mutuo.
Hay muchos que sostienen que el calendario Gregoriano, que usamos por imposición del Papa Gregorio XIII, no está en sincronía con el tiempo del Universo, ya que contamos que la Tierra da la vuelta al sol por 365 días, y cada cuatro años sumamos un día más. Eso da lugar a un desajuste que incide, según algunos creen, en nuestra percepción del entorno y la realidad en sí. Si tomáramos un calendario como el maya, posiblemente podríamos empezar a percibir las sincronicidades que nos suceden con mayor claridad.
Hoy, ese día es un momento para celebrar la vida, el amor, la paz, el perdón, el arte (de hecho su filosofía es "el tiempo es arte"); para recordar que todo en el Universo está perfectamente conectado, y que aún estamos a tiempo de tomar un rumbo diferente en nuestra forma de vida.
The Arch of Constantine (Italian: Arco di Costantino) is a triumphal arch in Rome dedicated to the emperor Constantine the Great. The arch was commissioned by the Roman Senate to commemorate Constantine's victory over Maxentius at the Battle of Milvian Bridge in AD 312. Situated between the Colosseum and the Palatine Hill, the arch spans the Via Triumphalis, the route taken by victorious military leaders when they entered the city in a triumphal procession. [a] Dedicated in 315, it is the largest Roman triumphal arch, with overall dimensions of 21 m (69 ft) high, 25.9 m (85 ft) wide and 7.4 m (24 ft) deep.[1] It has three bays, the central one being 11.5 m (38 ft) high and 6.5 m (21 ft) wide and the laterals 7.4 m (24 ft) by 3.4 m (11 ft) each. The arch is constructed of brick-faced concrete covered in marble.
The three bay design with detached columns was first used for the Arch of Septimius Severus in the Roman Forum (which stands at the end of the triumph route) and repeated in several other arches now lost.
Though dedicated to Constantine, much of the sculptural decoration consists of reliefs and statues removed from earlier triumphal monuments dedicated to Trajan (98–117), Hadrian (117–138) and Marcus Aurelius (161–180), with the portrait heads replaced with his own.[2]
The arch, which was constructed between 312 and 315, was dedicated by the Senate to commemorate ten years (a decennia[b]) of Constantine's reign (306–337) and his victory over the then reigning emperor Maxentius (306–312) at the Battle of Milvian Bridge on 28 October 312,[4] as described on its attic inscription,[5] and officially opened on 25 July 315. Not only did the Roman senate give the arch for Constantine's victory, they also were celebrating decennalia: a series of games that happened every decade during the Roman Empire. On these occasions they also said many prayers and renewed both spiritual and mundane vows.[6] However, Constantine had actually entered Rome on 29 October 312, amidst great rejoicing, and the Senate then commissioned the monument.[7] Constantine then left Rome within two months and did not return until 326.[8]
During the Middle Ages, the Arch of Constantine was incorporated into one of the family strongholds of ancient Rome, as shown in the painting by Herman van Swanevelt, here. Works of restoration were first carried out in the 18th century,[11][c] the last excavations have taken place in the late 1990s, just before the Great Jubilee of 2000. The arch served as the finish line for the marathon athletic event for the 1960 Summer Olympics.