El Osservatore Romano, recuerda esta efemérides, en lo que fue un momento histórico, que marco el mundo. Marcello Filotei recuerda el 20 de julio cuando los astronautas llegaron a la luna
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
“La ciencia ficción se hizo realidad el 20 de julio de 1969, cuando los astronautas estadounidenses Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron la luna a la que habían llegado después de cuatro días de viaje a bordo del Apollo 11. El tercer miembro de la misión, Michael Collins tuvo mala suerte, a pesar de que él dijo que no”.
Filotei recuerda que Collins era el único que podía pilotar el módulo de mando, y tenía que permanecer en órbita mientras los otros dos saltaban a la superficie lunar mientras el mundo los miraba en mundovisión. Era necesario, sin él, la misión no habría tenido éxito, pero no “debería haber sido fácil mantenerse alejado como Moisés para contemplar la "Luna prometida" sin poder alcanzarla. En cada órbita durante 48 minutos permaneció fuera del contacto por radio con la Tierra, las emociones que sintió, según informó, no eran de miedo ni de soledad, sino de "conciencia, anticipación, satisfacción, confianza, casi exaltación". En cualquier caso, continuó: "es desde los tiempos de Adán que nadie ha conocido semejante soledad humana".”
El momento de bajar a la luna
Los otros dos astronautas, tomaron más tiempo del esperado para salir del transbordador, “porque la mochila que llevaban detrás de ellos para asegurar su supervivencia era demasiado grande para pasar fácilmente por la escotilla”, cuenta Filotei, después de haber recolectado más de veinte kilogramos de piedras y haber plantado la bandera, en realidad solo lograron clavarla algunos centímetros porque el suelo era particularmente duro, regresaron a la nave.
Ante las maravillas de Dios ¿qué es el hombre?
Armstrong y Aldrin antes de regresar a la nave, dejaron en la superficie lunar una placa de oro en la que estaba grabado el Salmo 8: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies”.
Papa Pablo VI quiso este mensaje en la luna
El mensaje al cosmos le había sido confiado por Pablo VI, quien ya había dirigido su pensamiento a la misión una semana antes. Fue el 13 de julio cuando el Papa Montini enfatizó que el momento iba "más allá de los elementos descriptivos de este hecho único y maravilloso". Se estaba haciendo historia y lo que más sorprendió al Papa fue "ver que no se trata de sueños". "La ciencia ficción se convierte en realidad", dijo, pero no se detuvo allí, sino que captó un aspecto particular de la misión: "Si consideramos la organización de cerebros, actividades, instrumentos, medios económicos, con todos los estudios, experimentos, Los intentos, la hazaña, la admiración se convierte en reflexión y la reflexión se curva sobre el hombre, el mundo, la civilización, de donde brotan novedades de tal sabiduría y de tal poder ".
Una vez más volvieron a surgir las preguntas habituales: "¿Quién es capaz de hacer tanto? tan pequeño, tan frágil, tan similar al animal, que no cambia y no sobrepasa por sí mismo los límites de sus instintos naturales, y tan superior, tan maestro de las cosas, ¿tan victorioso en el tiempo y el espacio? ¿Quiénes somos? Seiscientos millones de personas vieron la luna en vivo. La intuición de Pablo VI llamó la atención sobre la mano del hombre, colocando "esta criatura de Dios, incluso más que la misteriosa Luna, en el centro de este viaje".