Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Secreto Masonico
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 EL SECRETO DE LA INICIACIÓN 
 Procesos Secretos del Alma 
 Estructura Secreta del Ritual Masónico 
 Los extraños Ritos de Sangre 
 Cámara de Reflexiones 
 
 
  Herramientas
 
General: ¿Conocéis el misterioso Libro de Enoc?
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2024 22:57
¿Conocéis el  misterioso Libro de Enoc? ¿Por qué decidieron   no incluirlo en la Biblia? ¿Y qué relación  hay entre Enoc y el poderoso ángel Metatrón? Cuando Dios creó el mundo, ya existía el Mesías,  los ángeles que vigilaban a la humanidad bajaron   a la Tierra para engendrar con las mujeres humanas  a unos seres gigantescos y, en el futuro, cuando   llegue el Apocalipsis, a todos los justos les  darán armas para que castiguen a los opresores. Un momento... ¿Qué es todo esto que os estamos  contando? Ángeles, gigantes, Apocalipsis... Parece   algo bíblico. Desde luego, suena a bíblico.  Pero no, no es bíblico. Es lo que se cuenta   en el Libro de Enoc, un antiguo texto religioso  que se quedó fuera del canon bíblico –es decir,   un texto apócrifo– y que no es aceptado por la  mayoría de las vertientes cristianas ni judías.   Solo forma parte de la Biblia en la Iglesia  ortodoxa de Etiopía y en la de Eritrea. El Libro   de Enoc contiene, entre otras cosas, descripciones  sobre los orígenes de los intrigantes nefilim,   así como los motivos por los que algunos ángeles  cayeron del cielo, una explicación de por qué el   diluvio del Génesis fue moralmente necesario y  una exposición profética del reinado del Mesías. Muchos nos habéis pedido desde hace tiempo que  dediquemos un vídeo al Libro de Enoc, porque   en internet se oye mucho hablar de él y queréis  conocer mejor de qué se trata. Y lo cierto es que,   al margen de las creencias religiosas de cada  cual, desde un punto de vista puramente cultural,   creemos que puede resultar interesante. Pero  antes de relatar su contenido con mayor detalle,   conozcamos un poco más acerca  de esta obra y su contexto. El Libro de Enoc se compone de diversos fragmentos  recopilados y reescritos en distintos momentos y   lugares, probablemente entre los siglos II y I a.  C., aunque algunos estudiosos ensanchan el marco   temporal hasta los siglos III a. C. y I d. C. ¿Y  quién redactó las partes que lo componen? No fue   el bíblico Enoc, desde luego: simplemente se le  atribuye a él el papel de narrador. Se cree que   fueron escritas en hebreo y arameo por judíos  de las escuelas ortodoxas farisea o jasídica. Aunque existen varias versiones del Libro de  Enoc, la más completa, de la cual se conserva   una traducción en el Antiguo Testamento de la  Biblia ortodoxa etíope, es la conocida como   'Libro de los Secretos de Enoc' o '1 Enoc'. Esa  versión está escrita en ge'ez, la lengua litúrgica   de la Iglesia etíope, pero a lo largo de la  historia se han encontrado fragmentos en griego,   en latín y en copto. Además, se identificaron  múltiples fragmentos del Libro de Enoc en arameo   y uno en hebreo entre los famosos rollos del  mar Muerto –ya sabéis, ese millar de manuscritos   hallados en cuevas cercanas a la localidad de  Qumrán, en Cisjordania, a orillas del mar Muerto–. Los manuscritos del mar Muerto, por cierto,  fueron descubiertos en 1947 de una forma   bastante curiosa. Unos pastores beduinos que  habían perdido a una de sus cabras se dedicaron   a lanzar piedras al interior de las cuevas  para ver si el animal se escondía en alguna   de ellas y reaccionaba al sonido. Pero una de  aquellas piedras no hizo el ruido que esperaban,   sino el sonido propio de haber chocado contra  algún objeto de cerámica. Así dieron con unas   vasijas que contenían siete manuscritos en rollos  de papiro. A lo largo de la década siguiente,   los arqueólogos hallaron en las cuevas de la zona  otros 965 manuscritos. Aparte de los mencionados   fragmentos del Libro de Enoc, entre los rollos del  mar Muerto se encontraron otros libros apócrifos   del Antiguo Testamento, como los Testamentos  de los Patriarcas o el Libro de los Jubileos,   del que hablaremos más adelante,  porque también menciona a Enoc. El Libro de Enoc abarca temas como  la caída de unos ángeles rebeldes   conocidos como los Vigilantes, profecías  apocalípticas o descripciones del Juicio   Final. Y hoy en día, algunos movimientos  religiosos o espirituales lo valoran mucho   y lo ensalzan como una fuente de enseñanzas y  revelaciones que los fundadores de las diferentes   Iglesias cristianas trataron de ocultar a sus  fieles al excluirlo de las diferentes Biblias. La primera pregunta que suele venir a la  cabeza cuando nos hablan del Libro de Enoc es,   por supuesto, ¿quién era ese tal Enoc?  En el Génesis bíblico se menciona a   varios personajes llamados Enoc. Uno de  ellos es el primogénito de Caín; otro,   un nieto de Abraham. Pero al que se relaciona  con el Libro de Enoc es al padre de Matusalén,   abuelo de Lamec y, por tanto, bisabuelo de  Noé, ya sabéis, el del Arca y el Diluvio. En la Biblia, lo encontramos  en el capítulo 5 del Génesis,   concretamente en los versículos 18 a  24. En los últimos dos podemos leer:   “El total de los días de Enoc fue de 365  años. Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció,   porque Dios se lo llevó”. Estas palabras son  interpretadas por muchos entusiastas del Libro   de Enoc como una prueba de que Enoc era especial,  ya que de él no se dice que murió, sino que Dios   lo llevó consigo, lo que podría guardar relación  con sus testimonios acerca de hechos celestiales   que escapaban al conocimiento de los demás  miembros de su linaje o de cualquier otro hombre. También encontramos una mención a Enoc en el Nuevo  Testamento, en la Epístola de Judas. En ella,   en los versículos 14 y 15, refiriéndose a los  hombres que optan por seguir el camino del mal,   leemos las siguientes palabras: “De estos también  profetizó Enoc, en la séptima generación desde   Adán, diciendo: 'El Señor vino con muchos millares  de Sus santos para ejecutar juicio sobre todos,   y para condenar a todos los impíos de todas sus  obras de impiedad, que han hecho impíamente,   y de todas las cosas ofensivas que pecadores  impíos dijeron contra Él”. Esta mención en el   Nuevo Testamento, por supuesto, también da  pie a otro debate entre eruditos. ¿Estaba   Judas haciendo referencia al Libro de  Enoc o simplemente había tenido acceso a   la misma fuente antigua de la que bebieran  el autor o los autores del Libro de Enoc?   No se sabe. Ni siquiera hay consenso acerca  de quién era exactamente ese Judas: ¿Tadeo,   a quien se le ha atribuido tradicionalmente?  ¿O algún otro? En cualquier caso, su mención   a la profecía de Enoc se aceptó como canónica  mientras que el Libro de Enoc se quedó fuera. A esa mención a Enoc en la Epístola de Judas,  se une la cita que encontramos en un conocido   tratado cristiano, la Epístola de Bernabé, que  en su capítulo 4 versículo 3 dice lo siguiente:   “El escándalo consumado está cerca, aquel  del que está escrito, como dice Enoc,   pues el Dueño abrevió los tiempos y los días a fin  de que se apresure su amado y venga a su heredad”.   Si nos vamos al Libro de Enoc, en su capítulo  80, el versículo 2 comienza con estas palabras:   “Y en los días de los pecadores los años  serán acortados”. Parece bastante claro,   por tanto, que la Epístola de Bernabé está  citando, efectivamente, el Libro de Enoc. Si bien la Epístola de Bernabé  no se considera canónica,   por citas como esta y otras muchas menciones en  las obras de pensadores cristianos destacados,   como Taciano, Atenágoras, Tertuliano,  Lactancio, Ireneo o Justino Mártir,   se cree que el Libro de Enoc fue  apreciado por los primeros cristianos. Muchos se hacen la pregunta de por qué el Libro  de Enoc fue eliminado del Antiguo Testamento,   y hay quien cuenta que quien lo dejó fuera  fue san Jerónimo, padre de la Iglesia,   por orden del papa Dámaso I, cuando  el sumo pontífice le encargó traducir   la Biblia del hebreo y del griego –san  Jerónimo empleó casi toda la Septuaginta,   la Biblia griega– a un latín corriente  y no clásico para que fuera más fácil de   entender por el pueblo y una traducción más  exacta que su predecesora, la Vetus Latina. Pero es que no podemos decir que san Jerónimo  sacara el Libro de Enoc del Antiguo Testamento   porque... este texto nunca formó parte del Antiguo  Testamento; y, por tanto, tampoco estaba incluido   en la Septuaginta. Porque nunca fue aceptado por  el canon judío; y la situación fue similar en el   cristianismo, aunque los cristianos lo valoraran  lo suficiente como para encontrar referencias a él   en textos del Nuevo Testamento como el de Judas.  De hecho, no se tiene constancia de que en ningún   momento se considerara en serio su inclusión en el  canon del Antiguo Testamento, ya que no creían que   estuviera inspirado por Dios. Los creyentes creen  que las Sagradas Escrituras enseñan la verdad   porque el propio Dios es su autor: los hombres  que escribieron los textos bíblicos lo hicieron   por inspiración divina, para que el mensaje  del Señor les fuera revelado a los hombres. El Libro de Enoc estaba entre los libros  que circulaban entre los cristianos pero   habían quedado descartados como escritura  sagrada, es decir como texto inspirado por   Dios; y si un texto no estaba inspirado por Dios  era falible, es decir, que podía estar equivocado. Un requisito para aceptar un libro en el canon  era que la fecha de redacción coincidiera con la   vida del autor a quien se le atribuye, y eso  no sucede con el de Enoc, como hemos visto;   quienes lo redactaron se lo atribuyeron  al personaje bíblico reconocido para,   con su nombre, dar prestigio y respaldar  su escrito, y sustentaron esa leyenda   con la afirmación bíblica que hemos mencionado  antes: “Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció,   porque Dios se lo llevó”, de manera que habría  tenido oportunidad de escribir más tarde su libro. Otra de las razones que pudieron dejarlo fuera del  canon es que contiene informaciones que chocan con   las que ofrece la Biblia. Así, en el capítulo 2,  versículo 3, Enoc dice que llueve –“Ved el verano   y el invierno, como la tierra entera está llena de  agua, y las nubes y el rocío y la lluvia reposan   en ella–, pero este personaje bíblico pertenece a  la época anterior al diluvio, y antes del diluvio,   según el Antiguo Testamento, no llovía nunca en  la Tierra. Y en el capítulo 13, versículos 4 a 5,   los demonios, entre ellos Azazel, le piden  a Enoc que interceda a su favor ante Dios,   ya que ellos no pueden hablar directamente con  él –“Y ellos me pidieron que les escribiera una   fórmula de oración a fin de que les fuera acordada  una remisión y que hiciera subir la fórmula de su   oración ante el Señor del cielo. Porque desde  entonces ellos no pueden hablar (a Dios),   y levantar los ojos hacia el cielo, de vergüenza  del crimen por el cual han sido condenados–;   sin embargo, en el libro de Job, que sí  está en el canon bíblico, se dice que   los demonios podían hablar directamente  con el Señor: el propio Satanás lo hace. También podría explicar la decisión de apartar  el libro de Enoc el hecho de que, a diferencia   de la Biblia, donde hay muchos consejos de tipo  moral acerca de cómo ser mejor en la vida diaria,   de cómo ser mejor persona, en el libro de  Enoc se habla de ángeles, de los cielos,   del destino y casi nada acerca de cómo corregir  el mundo día a día mediante nuestros actos. Tal   vez opinaran que, si a los creyentes les hablas  mucho de lo que sucede en los cielos, dejan de   prestar atención a lo que sucede en la Tierra, que  es de lo que realmente se pueden y deben ocupar. Para un texto paleocristiano, quedar fuera  de la Biblia era prácticamente una condena   al olvido. Un monje bizantino del siglo  VIII llamado Jorge Sincelo fue el último   en mencionar pasajes del Libro de Enoc traducido  al griego, que en algún momento se perdió para   siempre. De no ser por la traducción del Libro  de Enoc al ge'ez, posiblemente en el siglo VI,   gracias a la iniciativa de la Iglesia ortodoxa  etíope, nadie habría podido leerlo nunca. Se cree que ese manuscrito en dialecto etíope es  la traducción de una obra en latín traducida del   griego que, a su vez, había sido traducida del  arameo o el hebreo. ¿Y por qué el manuscrito   más antiguo que conservamos está escrito en  esa lengua etíope y no conservamos ninguna de   las traducciones anteriores? Tal vez se deba a  que la Iglesia etíope sí lo consideró un texto   sagrado y por tanto se preocupó de conservarlo.  Como en el judaísmo no se incluyó en el canon,   no se preocuparon de proteger las versiones en  hebreo. Y en el cristianismo, por el mismo motivo,   no cuidaron de las primeras  versiones en griego o latín. Una aclaración, por si os habéis quedado con  la duda: antes hemos dicho que el Libro de Enoc   también se conoce como '1 Enoc'. ¿Por qué “uno”?  Para diferenciarlo de otros dos textos apócrifos,   conocidos como '2 Enoc' (o Segundo Libro de  Enoc) y '3 Enoc' (o Tercer libro de Enoc).   Estos fueron escritos posteriormente por diversos  autores pero no guardan relación con '1 Enoc'.   La numeración fue puesta por los estudiosos  para evitar confusiones al hablar de ellos,   pero el más antiguo y relevante es con  diferencia '1 Enoc'. Los eruditos estiman   que '2 Enoc' pudo ser elaborado hacia el año 70  d. C. en Egipto, probablemente en Alejandría,   por algún judío helenista que se inspirara  en el primer Libro de Enoc. En esta obra,   que solo ha sobrevivido en eslavo  antiguo, Enoc relata en primera   persona su viaje a través de los diez Cielos, el  cual concluye con un encuentro entre Enoc y Dios,   con quien charla sobre la creación del  mundo. Dios envía a Enoc de regreso a la   Tierra para que difunda lo que ha aprendido  y, un mes más tarde, este regresa al Cielo. Por su parte, el Tercer Libro de Enoc es un  libro apócrifo judío en el que se narra el   regreso de Enoc al Cielo montado en un  carro de fuego y su transformación en   el ángel Metatrón. No, nada que ver  con el villano de los Transformers;   ese es Megatron. Metatrón es un ángel  mencionado en el judaísmo rabínico,   donde se le identifica como el ángel más poderoso  del reino celestial, solo superado en jerarquía   por el propio Yahvé. Metatrón aparece en el Talmud  – libro que contiene la tradición oral, doctrinas,   ceremonias y preceptos de la religión judía–,  pero no en la Torá, ni en la Biblia ni en el   Corán. Aunque supuestamente el Tercer Libro de  Enoc es narrado por el rabino Ismael, una figura   destacada de la literatura cabalística judía que  vivió entre los siglos I y II de nuestra era,   se estima que en realidad fue escrito en el  siglo V o VI en Babilonia o sus alrededores. Pero centrémonos ya en el Libro de Enoc, el  primero, el que estuvo cerca de incluirse   en la Biblia. Consta de cinco partes  principales: el Libro de los Vigilantes,   el Libro de las Parábolas, el Libro Astronómico,  el Libro de las Visiones Oníricas y, por último,   la Epístola de Enoc. Por lo general, los expertos  opinan que estas cinco partes fueron redactadas de   manera independiente en fechas distintas  y que fueron reunidas con posterioridad. La primera parte, el Libro de los Vigilantes,  arranca con una parábola de Enoc acerca del   destino que aguarda a los malvados y a los justos.  En ella se menciona la venida de Dios a la Tierra   en el monte Sinaí con sus huestes para juzgar a  la humanidad. Luego describe la caída de un grupo   de 200 ángeles, con estas palabras: “Y sucedió que  cuando los hijos de los hombres se multiplicaron,   en aquellos días les nacieron  hijas hermosas. Y los ángeles,   los hijos del cielo, las vieron y las  desearon, y se dijeron unos a otros:   'Venid, escojámonos esposas de entre las hijas  de los hombres y engendremos hijos'. Y Semjz,   que era su líder, les dijo: 'Me temo que  en verdad no aceptaréis hacer este acto,   y yo solo tendré que pagar la pena de un gran  pecado'. Y todos le respondieron y dijeron:   'Hagamos todos un juramento, y comprometámonos  todos por imprecaciones mutuas a no abandonar este   plan, sino a hacer esta cosa'. Entonces juraron  todos juntos y se obligaron sobre ello. Y fueron   en total doscientos quienes descendieron en los  días de Jared –el padre de Enoc– en la cumbre   del monte Hermón”. Por cierto, Jared vivió,  según el Génesis, 962 años, de manera que fue   el segundo hombre más longevo, solo detrás de  su nieto Matusalén, de quien se cuenta, en el   mismo libro de la Biblia, que estuvo sobre la faz  de la Tierra 969 años, siete más que su abuelo. Regresemos a esa primera parte del Libro  de Enoc, la de los vigilantes. En ella se   menciona también una larga lista de nombres de  los cabecillas de ese grupo de ángeles: Araquiel,   Kokabiel, Tamiel, Chazaquiel, Baraquiel,  Batariel, Ananiel, Zaquiel, Turiel... ¿Quiénes eran todos esos ángeles? En el Libro de  los Jubileos, otro texto apócrifo que ya hemos   mencionado y que fue escrito hacia el siglo  II a. C. por un judío fariseo, se afirma:   “Durante trescientos años, Enoc aprendió  todos los secretos –del Cielo y de la Tierra–   de los 'bene Elohim”. Elohim es una palabra  hebrea que sirve para referirse a una deidad,   generalmente al Dios de Israel. Como en el  Tanaj –el conjunto de los 24 libros canónicos   del judaísmo– se emplea el término Elohim para  referirse a Yahvé, suele traducirse como 'Dios',   aunque hay debates acerca de su uso correcto  porque se trata de un plural. Unos opinan que hace   referencia a una sola entidad empleando un plural  mayestático, como cuando antiguamente un monarca o   un papa decían cosas del tipo: “Nos alegran estos  presentes que traéis a nuestra presencia”, como   si su sola persona representase a un grupo mayor.  Por contra, también hay quienes defienden que los   antiguos semitas creían que había innumerables  seres espirituales por todas partes y que la   palabra Elohim hacía referencia por tanto a un  conjunto de dioses. Entonces... ¿se referían a un   único Dios? ¿A la Santísima Trinidad, tal vez? ¿A  un grupo de ángeles? No hay consenso en ese punto. El caso es que los bene Elohim, los hijos de  Elohim que, según el Libro de los Jubileos,   enseñaron sus secretos a Enoc, eran “los  hijos de Dios” o “los hijos de los dioses”,   según como queramos traducirlo. En el  Libro de Enoc, se les llama Vigilantes. Total, que dos centenares de aquellos ángeles,  de aquellos Vigilantes, llevan a cabo su plan   de bajar a la Tierra para procrear con las mujeres  humanas y, como resultado, engendran a unos seres   gigantes, los Anakim, quienes también aparecen  en el Génesis bíblico, pero con un nombre más   popular: Nefilim, que habitualmente es traducido  en la Biblia simplemente como 'gigantes'. El Libro de Enoc lo cuenta así: “Tomaron para  sí esposas, y cada uno escogió para sí una,   y comenzaron a entrar con ellas y a contaminarse  con ellas, y les enseñaron encantos. Y quedaron   embarazadas, y dieron a luz grandes gigantes, cuya  altura era de trescientos codos –unos 137 metros–   y que consumieron todas las adquisiciones  de los hombres. Y cuando los hombres ya   no pudieron sostenerlos, los gigantes  se volvieron contra ellos y devoraron a   la humanidad. Y comenzaron a pecar contra  las aves, y las bestias, y los reptiles,   y los peces, y a devorar la carne  de los demás, y a beber la sangre”. En el Génesis bíblico, capítulo 6 versículos 1 a  4, se cuenta algo parecido: “Aconteció que cuando   los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la  superficie de la Tierra, y les nacieron hijas,   los hijos de Dios vieron que las hijas de los  hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres   de entre todas las que les gustaban. Entonces el  Señor dijo: 'Mi espíritu no luchará para siempre   con el hombre, porque ciertamente él es carne.  Serán, pues, sus días 120 años'. Había gigantes   en la Tierra en aquellos días, y también después,  cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas   de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son  los héroes de la antigüedad, hombres de renombre”. En el Libro de los Vigilantes también se habla  de que los ángeles caídos, especialmente Azazel,   enseñaron muchas cosas a los humanos.  Sobre ese tema, indica lo siguiente:   “Y Azazel enseñó a los hombres a hacer espadas,  cuchillos, escudos y petos, y les hizo conocer los   metales de la tierra y el arte de trabajarlos, y  brazaletes y adornos, y el uso del antimonio, y el   embellecimientos de los párpados, y toda clase de  piedras costosas, y todos los tintes colorantes. Y   surgió mucha impiedad, y cometieron fornicación,  y se extraviaron, y se corrompieron en todos sus   caminos, Semjz enseñó encantamientos, Armaros,  la resolución de encantamientos, Baraquiel enseñó   astrología, Kokabiel, las constelaciones,  Ezequiel, el conocimiento de las nubes,   Araquiel, los signos de la Tierra, Shamsiel, los  signos del Sol y Sariel, el curso de la Luna. Al contemplar la progresiva corrupción  de los hombres y los ángeles caídos,   los arcángeles Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel  apelan a Dios para que juzgue a todos ellos por   su impiedad. Dios los escucha y encomienda una  misión concreta a cada uno de ellos. Primero envía   a Uriel para que avise a Noé sobre el cataclismo  que se avecina y lo que debe hacer. El Libro   de Enoc lo cuenta con las siguientes palabras:  “Entonces el Altísimo, el Santo y el Grande habló,   y envió a Uriel al hijo de Lamec, y le  dijo: 'Ve a Noé y dile en mi nombre:   '¡Escóndete!' y revélale el fin que se acerca: que  toda la tierra será destruida, y un diluvio está   a punto de caer sobre toda la Tierra, y destruirá  todo lo que hay en ella. Y ahora instrúyelo para   que pueda escapar y su descendencia pueda ser  preservada para todas las generaciones del mundo”. Al arcángel Rafael, Dios le encarga  castigar a Azazel. Se cuenta así:   “El Señor le dijo a Rafael: 'Ata a Azazel de  pies y manos y arrójalo a las tinieblas. Haz   una abertura en el desierto que está en Dudael  y arrójalo allí. Coloca sobre él rocas ásperas   y dentadas y cúbrelo con tinieblas,  y que permanezca allí para siempre,   y cúbrele el rostro para que no vea la luz.  Y en el día del gran juicio será arrojado   al fuego. Sana la tierra que los ángeles han  corrompido y proclama la sanación de la tierra,   para que puedan curar la plaga, y para que todos  los hijos de los hombres no perezcan por todas las   cosas secretas que los Vigilantes han revelado  y han enseñado a sus hijos. Y toda la tierra   ha sido corrompida por las obras que fueron  enseñadas por Azazel: atribuidle todo pecado”. Al tercero de los arcángeles, Gabriel, Dios  le encomienda ocuparse de los hijos de los   Vigilantes, los Nefilim: “Y a Gabriel dijo el  Señor: 'Procede contra los mordedores y los   réprobos, y contra los hijos de fornicación;  y destrúyelos: envíalos uno contra el otro   para que se destruyan unos a otros en la  batalla. Porque largura de días no tendrán”. Por último, al arcángel Miguel le ordena atar a  los ángeles caídos. En el Libro de Enoc se puede   leer: “Y cuando sus hijos se hayan matado entre  sí, y hayan visto la destrucción de sus amados,   átalos fuertemente durante sesenta  generaciones en los valles de la Tierra,   hasta el día de su juicio y de su consumación,  hasta que el juicio que es por los siglos de   los siglos sea consumado. En esos días serán  llevados al abismo de fuego: al tormento y a   la prisión en la que estarán confinados para  siempre. Y quien sea condenado y destruido,   desde entonces será atado junto con ellos  hasta el fin de todas las generaciones”. La segunda parte del Libro de Enoc, conocida como  el Libro de las Parábolas, es la que mayor debate   provoca entre los estudiosos, ya que en ella  se emplea la expresión Hijo del Hombre para   referirse a quien se sentará en el trono de gloria  en el juicio final, un personaje al que también se   menciona con los nombres de Justo, Elegido y  Mesías. ¿Es posible que estuviera anticipando   la llegada de Jesucristo? De ser así, según  el Libro de Enoc era preexistente, es decir,   que ya existía antes de que Dios creara  todas las cosas. Unos eruditos defienden   que esa parte del Libro de Enoc fue escrita a  principios del siglo I antes de Cristo; otros,   que en realidad fue redactada e incorporada al  Libro de Enoc en el siglo III después de Cristo,   a fin de reforzar las creencias cristianas del  Nuevo Testamento aprovechando la autoridad y   antigüedad del nombre de Enoc. No obstante,  también hay quienes opinan que, en realidad,   ese Hijo del Hombre no es otro que el  propio Enoc, quien nunca murió y fue   elevado a los Cielos y entronizado, una  línea de pensamiento que conectaría con   su supuesta transformación en el ángel Metatrón,  ¿recordáis? Sí, ese del que se habla en '3 Enoc'. En la parte del Libro de Enoc conocida como el  Libro Astronómico se describe el movimiento de   los cuerpos celestes y del firmamento tal como se  lo revela el arcángel Uriel a Enoc durante uno de   los viajes de este al Cielo. También describe  un calendario solar que aparece asimismo en el   Libro de los Jubileos y, según el cual, los años  se dividían en cuatro estaciones de exactamente   13 semanas cada una, lo que daba un total de 364  días por año. No parece un sistema muy eficaz,   ya que con ese número de días,  se desincronizaría rápidamente   con las estaciones reales: en tan solo 25  años, cada estación llegaría un mes antes. La cuarta parte del Libro de Enoc, el  denominado Libro de las Visiones Oníricas,   está datado por la mayoría de los expertos en  la época de los macabeos, es decir, a mediados   del siglo II a. C. En esta sección se describe  principalmente, a modo de sueños o visiones,   escenas de la historia del pueblo israelita,  pero también hay muchos vínculos con el Libro   de los Vigilantes, por ejemplo en la primera  visión, la referente al Diluvio, cuando dice:   “Y ahora los ángeles de Tus Cielos son culpables  de transgresión, y sobre la carne de los hombres   permanece Tu ira hasta el gran día del juicio”. El  Libro de las Visiones Oníricas concluye con lo que   muchos interpretan como el nacimiento terrenal  de un Mesías en el seno de un pueblo poderoso y   temido. Dice así: “Y vi que nació un toro blanco,  con grandes cuernos, y todas las bestias del campo   y todas las aves del cielo le temían y le hacían  súplicas todo el tiempo. Y vi hasta que todas   sus generaciones se transformaron, y todos se  convirtieron en toros blancos; y el primero de   ellos se convirtió en un cordero, y ese cordero  se convirtió en un gran animal y tenía grandes   cuernos negros en su cabeza; y el Señor de las  ovejas se regocijó por él y por todos los bueyes”. La última parte del Libro de Enoc es la Epístola  de Enoc, en la que se habla, entre otras cosas,   del juicio final. En la subsección conocida  como el Apocalipsis de las Semanas,   datada en la primera mitad del siglo II  a. C., Enoc narra la historia del mundo,   desde el pasado hasta el día del juicio,  dividiéndola en diez periodos a los que llama   'semanas'. Las siete primeras semanas se refieren  al pasado, y las tres últimas al futuro –es decir,   a los acontecimientos posteriores al siglo II  a. C.–. Sobre esas tres últimas semanas, dice   lo siguiente: “Después de esto vendrá la octava  semana, la de la justicia, en la cual se entregará   una espada a todos los justos para que juzguen  justamente a los opresores, que serán entregados   en sus manos. Y al final de esta semana los justos  adquirirán honestamente riquezas y será construido   el templo de la realeza de El Grande, en su  esplendor eterno, para todas las generaciones”. “Tras esto, en la novena semana se revelarán la  justicia y el juicio justo a la totalidad de los   hijos de la tierra entera y todos los opresores  desaparecerán totalmente de la tierra y serán   arrojados al pozo eterno y todos los hombres  verán el camino justo y eterno. Después de esto,   en la décima semana, en su séptima parte, tendrá  lugar el Juicio Eterno. Será el tiempo del Gran   Juicio y Él ejecutará la venganza en medio de  los santos. Entonces el primer cielo pasará y   aparecerá un nuevo cielo y todos los poderes de  los cielos se levantarán brillando eternamente   siete veces más. Y luego de esta, habrá muchas  semanas, cuyo número nunca tendrá fin, en las   cuales se obrarán el bien y la justicia.  El pecado ya no será mencionado jamás”. ¿Y vosotros? ¿Qué opináis de lo que  narra el Libro de Enoc? ¿Creéis que   deberían haberlo incluido en la Biblia?   


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 09/11/2024 19:04


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados