Entrevista con Uki Goñi, autor del libro “La auténtica ODESSA- La fuga nazi a la Argentina de Perón”, sobre un tema hasta hoy tabú en la Argentina.
El traslado organizado de criminales nazis de Europa a la Argentina después de la II Guerra Mundial es uno de los capítulos más oscuros y tabúes de la historia argentina. DW-WORLD conversó sobre el tema con Uki Goñi, periodista e historiador argentino, autor del libro “La auténtica ODESSA: la fuga nazi a la Argentina de Perón”, actualmente de gira de charlas por Alemania.
– DW WORLD: ¿De qué forma facilitó el Gobierno argentino de la época la llegada de nazis a la Argentina?
– Uki Goñi: La facilitó de varias maneras, pero sobre todo enviando agentes a Europa, que a su vez eran ex miembros de la SS o nazis que ya habían llegado a Argentina, para organizar el traslado de Alemania a la Argentina. El principal encargado fue un ex capitán de la SS llamado Carlos Fuldner. Fuldner era un alemán nacido en la Argentina, cuya familia había vuelto a Alemania en la década del 30. Carlos Fuldner se enrola en la SS y asciende hasta capitán. Después de la guerra escapa a Madrid y organiza la primera red de escape a la Argentina, se reúne con Perón, hay reuniones en la Casa Rosada y luego Fuldner viaja a Europa y allí comienza el escape en serio de sus camaradas de la SS.
– ¿Cuál fue el interés del Gobierno de Perón y de éste personalmente para llevar a los criminales de guerra a la Argentina?
– Perón tenía varias razones para hacerlo. La primera fue una simpatía natural que el sentía por el nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán. Perón dijo que consideraba que los juicios de Núremberg eran una infamia y que él había decidido rescatar todos los oficiales alemanes que pudiera. Perón también quería llevar a la Argentina a científicos y técnicos alemanes, por ejemplo diseñadores de aviones jets y científicos nucleares. Pero con ellos y además de ellos se fueron a la Argentina una gran cantidad de criminales de guerra tipo Adolf Eichmann y Josef Mengele, que también entraron al país disfrazados de técnicos.
– ¿A sabiendas de Perón?
– Yo creo que sí, porque Perón dijo que los juicios de Núremberg eran una infamia y eso es una frase muy llamativa y deja muy claro cuál era el pensamiento de Perón sobre ello.
– ¿Había también coincidencias ideológicas entre el nacionalsocialismo y el peronismo de la época, como una forma de socialismo nacional?
– Perón había estado en la Italia de Mussolini como agregado militar y cuando volvió a la Argentina habló de Mussolini –y también de Hitler– con gran entusiasmo y admiración. Durante la guerra, Perón tuvo muchos contactos con el servicio secreto de la SS, que operaba en Sudamérica, o sea que no es algo que haya comenzado después de la guerra, sino que ya durante la guerra Perón tuvo contactos con oficiales de la SS.
– ¿Qué organizaciones y/o personas cooperaron en Europa con el Gobierno argentino de la época para sacar a los nazis de Europa?
– Una de ellas fue el Gobierno de Suiza. La Argentina concluyó un acuerdo secreto con el Gobierno suizo por el cual se podía sacar a alemanes desde Alemania y hacerlos cruzar ilegalmente la frontera suiza. Se trataba de nazis que las Fuerzas Armadas estadounidenses y británicas no querían que salieran de Alemania. La organización argentina de Fuldner los sacaba de contrabando de Alemania, haciéndolos pasar a Suiza con el conocimiento y el apoyo del Gobierno suizo, para desde allí enviarlos a la Argentina. Además de la ayuda del Gobierno suizo también hubo un gran apoyo de sacerdotes del Vaticano, para otorgar pasaportes, papeles y cartas identificatorias.
– ¿Eran personas a título individual o también el Papa tenía conocimiento de ello?
– Había varios involucrados. Uno de ellos era el cardinal Tisseront, un cardinal francés muy importante en el Vaticano; otro era el obispo Hudal, que era un obispo alemán; el padre Draganovic, un sacerdote croata, y varios otros. O sea que eran sacerdotes de varias nacionalidades que estaban allí en el Vaticano. En un momento, el Gobierno británico se queja ante el Papa de que hay muchos criminales que están siendo protegidos en el Vaticano. El Vaticano contesta que el Papa dio órdenes de que no permanezca ningún criminal en ninguna institución del Vaticano sin conocimiento del Papa. Lo que sabemos es que permanecieron varios, por lo que se deduce que el Papa tiene que haber tenido conocimiento. Además en archivos británicos encontré documentos en los que el Papa interviene personalmente a favor de criminales croatas, lo que habla de un vínculo entre el Papa Pío XII y el sacerdote Draganovic, que era uno de los que ayudaba a los criminales nazis a escapar. Hasta donde yo puedo aventurar una opinión, creo que sí, que el Papa personalmente sabía de ello.
– ¿Cuántos nazis llegaron, de acuerdo con sus investigaciones y estimaciones, a la Argentina?
– La cantidad de nazis que llegaron depende de la definición que se haga de nazi. Si se realiza una definición muy estricta de nazi, en el sentido de personas acusadas de crímenes en cortes europeas, estamos hablando de alrededor de 250 criminales, entre alemanes, austriacos, franceses, belgas, croatas, etc. Ahora, tomando una definición más amplia, que abarque a todos los miembros de la SS y del Partido Nazi que llegaron a la Argentina, probablemente estemos hablando de miles de personas.
– ¿Cuáles eran las rutas de salida de Europa y cómo funcionaban?
– Lo primero que había que hacer era sacar a los nazis de Alemania. Ello no era posible sin un permiso de salida de las fuerzas estadounidenses o británicas. Lo que se hacía entonces era contrabandearlos a Suiza, con el conocimiento del Gobierno suizo. En Suiza los subían a un avión de KLM y los enviaban a la Argentina o sino los enviaban a Italia, partiendo después desde el puerto de Génova en barco hacia la Argentina. La Argentina también tenía una aerolínea que mantenía vuelos desde Roma a la Argentina y muchos nazis utilizaron también esos aviones.
– ¿Tuvieron los nazis una influencia política en la Argentina y si así es, de qué tipo?
– Más que haber tenido una influencia en la Argentina, los nazis se fueron a la Argentina porque sintieron que allí había un régimen que era similar ideológicamente al régimen nacionalsocialista. Es decir que ya había una ideología preexistente en la Argentina. Creo que la influencia fue de otro tipo: a un país que se acostumbró a tener a Eichmann o a Mengele de vecinos le fue más fácil después aceptar que militares del propio país cometieran los crímenes que cometieron. Si un país tuvo a Eichmann, ¿por qué no va a tener a Videla?
– En los años 70, las FF. AA. argentinas hicieron “desaparecer” unas 30.000 personas, asesinándolas de diferentes maneras, entre otras, arrojándolas vivas al mar desde aviones. ¿Qué relación existe entre esas acciones y la presencia de nazis en el país?
– Creo que no fue una influencia directa de los nazis. Creo que el germen de ese crimen ya existía en la Argentina y que lo que creó la presencia de esas personas fue un clima de impunidad en el que es posible cualquier cosa. Si es posible que Eichmann sea nuestro vecino, ¿por qué nuestros propios militares no pueden quedar impunes y permanecer entre nosotros?
– ¿Cuál fue la posición de la colectividad alemana en la Argentina de la época con respecto al nacionalsocialismo?
– En la Argentina había un muy fuerte apoyo al nazismo, había instituciones y organizaciones nazis dentro de la colectividad alemana. Además la embajada nazi en Buenos Aires mantenía un muy estricto control sobre la colectividad alemana. La colectividad estaba muy influenciada e incluso donaba dinero para la causa. Ahora bien, también había alemanes democráticos antinazis.
– ¿Cuál fue la posición de las elites argentinas –económica, política e intelectual– con respecto al nacionalsocialismo?
– La población en general era más bien antinazi. Pero los grupos de poder eran simpatizantes del nazismo, el fascismo y el nacionalismo, porque ellos mismos eran nacionalistas y ultrarreligiosos católicos. El único disenso era que estaban en desacuerdo con la política antirreligiosa y anticatólica del nazismo. Incluso hubo enviados de las elites argentinas que se reunieron con Ribentropp, Himmler, etc. para decirles que había mucho apoyo para el nazismo en Sudamérica, pero que el nazismo tenía que cambiar su posición anticlerical.
– ¿Cuál fue la actitud del Gobierno argentino con respecto a los judíos que querían emigrar a la Argentina durante la persecución y el Holocausto en Europa y también después de la guerra?
– La Argentina hizo todo lo posible para evitar que judíos emigraran a la Argentina. Hubo una orden secreta de la Cancillería argentina prohibiendo a los diplomáticos otorgar visas a judíos. Después de la guerra hubo órdenes secretas de Perón de dejar entrar sólo a judíos ancianos, porque así se daba la apariencia de que la Argentina aceptaba a judíos, pero éstos no podían tener descendencia. A pesar de ello, la Argentina se transformó en el país que más judíos recibió en las Américas, porque los diplomáticos argentinos eran muy proclives al soborno, una gran cantidad de judíos entraron mintiendo que eran católicos y otros, como no obtenían visas para la Argentina, conseguían visas para países vecinos, como Uruguay, Bolivia, Paraguay, y luego ingresaban desde allí ilegalmente a la Argentina. Se da entonces la contradicción de que el Gobierno argentino hizo todo lo que pudo para que no entraran, pero igualmente entraron miles y miles de judíos.
– ¿Cómo asume Argentina hoy su pasado en relación con la posición del Gobierno y la sociedad de la época respecto al nacionalsocialismo?
– En la Argentina este tema es aún muy difícil, porque no se puede hablar de nazismo sin que roce o afecte a la figura de Perón o la figura de Evita, personas casi sagradas en la mitología política argentina hoy. Es entonces muy difícil en el mundo académico, en el mundo de los historiadores, en la enseñanza, en los colegios hablar de este tema. Por ejemplo el interés académico por este libro en la Argentina ha sido escasísimo. Nunca he dado ninguna charla en ninguna universidad, nunca he realizado una gira como la que estoy haciendo por Alemania. Hay interés del público, el libro se ha vendido muy bien, pero de ver esto como un dato real de la historia argentina, todavía estamos muy lejos.
Muchas gracias, Sr. Goñi.