Al mediodía del 16 de enero aparecieron el vaporHMS Gorgon, la corbeta Expeditive, los bergantines Dolphin y King, y dos goletas armadas, que trasportaban en total 37 cañones de grueso calibre e iban acompañados por 52 barcos mercantes.1
Al llegar a San Lorenzo, la Expeditive y el Gorgon hicieron disparos a bala y metralla sobre la costa para intentar descubrir las fuerzas de Mansilla, que había ordenado a sus tropas permanecer ocultos en sus puestos.1
Cuando todo el convoy se encontraba frente a la posición de las fuerzas argentinas, Mansilla ordenó abrir el fuego de las baterías comandadas por los capitánesJosé Serezo, Santiago Maurice y Alvaro de Alzogaray. El ataque fue certero y, en poco tiempo, los buques mercantes escaparon desmantelados hacia arroyos cercanos.1
A las cuatro de la tarde el combate todavía continuaba cuando el viento de popa envió a las embarcaciones hacia el norte hasta aproximarse a la zona conocida como punta del Quebracho. Allí Mansilla reconcentró sus fuerzas y batalló hasta la caída de la tarde dejando el convoy aliado con importantes daños en los buques de guerra, con pérdidas considerables en las mercaderías y con 50 hombres fuera de combate. El contralmirante Inglefield, en su parte oficial al almirantazgo británico informó que;
[...] los vapores ingleses y franceses sostuvieron el fuego por más de tres horas y media; y apenas un solo buque del convoy salió sin recibir un balazo [...]1
Por su parte, las pérdidas del bando argentino fueron casi insignificantes.
A pesar de haber sido diezmada, la flota anglofrancesa continuó río arriba, donde reunificaría fuerzas. Cinco meses más tarde, no encontrando posibilidades de mantener la supremacía naviera, emprendió el retorno, pero el 4 de junio de 1846 se encontró nuevamente con las fuerzas de Lucio N. Mansillaen la la batalla de la Angostura del Quebracho.
La victoria en esa batalla le dio el triunfo definitivo de las fuerzas argentinas siendo el final de la expedición colonialista de la escuadra anglofrancesa.
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El navegante holandés Jacob Roggeveen avistó la isla el 5 de abril de 1722, Domingo de Pascua. No fue el primero, pero su descubrimiento despertó un gran interés entre publicistas, por lo que fue Roggeveen quien dio el nombre a la isla. Al igual que todos los habitantes de la isla, Pakarati también habla español.
La atmósfera de incertidumbre que siguió al incendio del Reichstag aseguró muchos votantes para el partido nazi.
Las SA también llevaron a cabo una violenta campaña de terror contra todos y cada uno de los opositores al régimen nazi. Muchos estaban aterrorizados de votar en absoluto, y muchos optaron por votar por el Partido Nazi por temor a su propia seguridad. Las elecciones no fueron ni libres ni justas.
El 5 de marzo de 1933 se llevaron a cabo las elecciones, con una altísima participación del 89%.
Los nazis obtuvieron el 43,9% de los votos, una mejora de casi el 10% con respecto a las elecciones de noviembre anterior. A pesar de esta mejora, los nazis aún no contaban con una mayoría en el Reichstag.
La iglesia de Santa Maria Assunta, conocida como I Gesuiti, es un edificio religioso en Venecia, en el norte de Italia. Se encuentra en el sestiere de Cannaregio, en el Campo dei Gesuiti, no lejos de las Fondamenta Nuove.
Según algunas fuentes 1 la construcción de la primitiva iglesia que hubo en el sitio fue financiada por un tal Pietro o, según el dux Andrea Dandolo, por Cleto Gussoni en 1148 y estaba rodeada de terrenos, masas de agua y humedales. En 1154, Cleto la convirtió en un hospital para pobres enfermos, tanto hombres como mujeres. Otro Gussoni, de nombre Buonavere, pariente y heredero de Cleto, acabó proporcionando viñedos y algunas de sus otras fincas en los distritos de Chioggia y Pellestrina. En el monasterio de I Gesuiti hizo sus votos un miembro de la misma familia, Marco Gussoni, curado milagrosamente por el entonces Beato, más tarde san Luis Gonzaga. Se dice que en 1601 Marco, afectado por una grave enfermedad, se curó al instante por la invocación del santo. Sin embargo, el 1 de agosto de 1631 contrajo la peste y murió en Ferrara mientras trabajaba para ayudar a las víctimas de la peste; se le conoció como «uomo di somma pietà» (hombre de suprema misericordia). En Ca' Rezzonico se expone un retrato suyo titulado Marco Gussoni che benedice gli appestati nel Lazzaretto di Ferrara (1664) [Marco Gussoni bendiciendo a los apestados en el Lazzareto de Ferrara].
San Ignacio de Loyola visitó por primera vez la ciudad de Venecia en 1523 para emprender una peregrinación a Jerusalén. Regresó a I Gesuiti en 1535 con un grupo de amigos, que ya se autodenominaban Compañía de Jesús (cuyos miembros se denominaban gesuiti, jesuitas en italiano), y aquí se ordenaron como sacerdotes. El grupo tardó sólo dos años en establecerse plenamente en la laguna de Venecia y en atraer a un gran número de seguidores. En 1537 partieron hacia Roma.
En 1606, debido a las disputas entre el papa Pablo V y Venecia, la ciudad fue puesta bajo interdicción,Nota 1 y como consecuencia, los jesuitas fueron exiliados hasta 1657. Durante esos años, Venecia se vio envuelta en una consumidora guerra con el Imperio otomano y el papa Alejandro VIII decidió proporcionar los servicios de los Betlemitani, una orden creada para ayudar a los Caballeros de la Cruz que estaban bajo el control del papa.
Venecia vendió entonces toda la finca a los jesuitas, incluyendo una iglesia, un hospital y un convento, por cincuenta mil ducados. Sin embargo, la iglesia de Betlemitani no era lo suficientemente grande para los jesuitas. Así que en 1715 la derribaron y construyeron su propio templo. La iglesia recibió el nombre de Santa Maria Assunta (María de la Asunción). Fue financiada por la familia Manin, una familia aristocrática friulana de 1651. La iglesia fue consagrada en 1728
Los jesuitas en Venecia determinaron que Domenico Rossi, que había diseñado la iglesia de San Stae, era el arquitecto ideal para hacer el trabajo que necesitaban. No fue una tarea fácil para él, ya que tuvo que seguir planes estrictos, que habían sido definidos para los jesuitas por el Concilio de Trento .
La fachada tiene dos niveles: el inferior está formado por ocho columnas, sobre las que descansa el arquitrabe rugoso y agrietado del segundo nivel. Las columnas sostienen ocho estatuas que, junto con otras cuatro en varios nichos, representan a los "doce apóstoles". Otras cuatro estatuas situadas a los lados de la entrada principal representan a Santiago el Mayor, san Pedro, san Pablo y san Mateo Evangelista. Entre los escultores están Filippo Catasio2 y Giuseppe Ziminiani. 3 Alrededor del tímpano hay estatuas de Giuseppe Torretti, que forman su obra L'Assunzione della Vergine Maria (La Asunción de la Virgen María). En los últimos tiempos se han perdido algunas obras de Francesco Bonazza. Un estandarte de mármol verde y blanco, colocado delante de la ventana central.
La disposición de la iglesia es la típica de las iglesias jesuitas, con planta de cruz latina con tres capillas en el ala más larga. El crucero y el presbiterio están junto a otras dos capillas. Las seis capillas de los lados de la nave están separadas por pequeñas salas que probablemente se utilizaban para confesarse. Entre la segunda y la tercera capilla se encuentra el notable púlpito creado por Francesco Bonazza y a lo largo de todo el pasillo hay "corretti", rejas por las que los visitantes del convento podían mirar. La nave de la iglesia palidece en comparación con el altar, dedicado a la Santísima Trinidad, debido a la presencia de cuatro pilares que sostienen la bóveda de crucería. Estos pilares fueron decorados con mármol verde y blanco entre 1725 y 1731. El campanario es casi en su totalidad el original que se levantó para la iglesia de los Betlemitani, el único añadido es la torre del siglo XVIII.
El techo está adornado con frescos. En el presbiterio, Los ángeles músicos en la gloria (1720), y en el techo abovedado El triunfo del nombre de Jesús (1732), fueron pintados por Ludovico Dorigny. En el techo de la nave, Abraham y tres ángeles y la Visión de San Juan Evangelista fueron pintados por Francesco Fontebasso en 1734. El coro está decorado con estatuas de querubines, angelitos, ángeles y arcángeles de Giuseppe Torretti. Alrededor del altar, diseñado por el padre jesuita Giuseppe Pozzo, diez columnas sostienen una cúpula verde y blanca. En una capilla de la iglesia se encuentra el monumento al Dux Cicogna, obra de Campagna.
El monumento funerario de la familia Da Lezze es obra de Jacopo Sansovino (mediados del siglo XVI). Este monumento ya existía en la antigua iglesia de Crosechieri y fue reconstruido por los jesuitas en el lugar de origen. Es el resultado de dos órdenes, de respectivamente 4 y 8 columnas, sobre los bustos de los sarcófagos de: Priam De Lezze (centro, busto de Alessandro Vittoria), Andrea De Lezze (a la izquierda, Giulio del Moro) y Giovanni Da Lezze (a la derecha, también de Giulio del Moro). Es cronológicamente el primer ejemplo de monumento erigido para celebrar a una familia patricia en Venecia.
Monumento de la familia Da Lezze a Jacopo Sanvovino
Capilla de San Lorenzo (1.ª capilla). La capilla es conocida por la tabla del retablo: El martirio de San Lorenzo, obra maestra de Tiziano (1588). La pintura pertenecía inicialmente a la antigua iglesia de Crosechieri. El altar fue utilizado por la schola dei passamaneri .
Capilla de Nuestra Señora (2.ª capilla). Se encuentra en las antiguas murallas del mismo sitio: la "capilla de la Virgen" de la antigua iglesia de Crosechieri. Sobre el altar la estatua de la Virgen y el Niño (antes de 1604), único vestigio de la capilla anterior, es el escultor Andrea dall'Acquila.
Púlpito. Entre la segunda y la tercera capilla se encuentra la hermosa silla de Francesco Bonazza.
Capilla del Sagrado Corazón (3.ª capilla). La capilla perteneció a la schola de devozion de la Imacolata Concezio, como muestra la inscripción colocada en la base de las columnas. El asiento de la 'schola' siempre es visible en el campo frente a la iglesia. El cuadro del retablo: "Sagrado Corazón de Jesús" es una copia de Alessandro Revera (segunda mitad del siglo XIX) del original de Pompeo Batoni.
San Lorenzo de El Escorial es un municipio y localidad de España, en la Comunidad de Madrid. Se encuentra en el noroeste de la Comunidad, en la vertiente suroriental de la sierra de Guadarrama, al pie del monte Abantos y Las Machotas, a 47 km de Madrid. Es cabeza del partido judicial homónimo. Recibe popularmente el nombre de El Escorial de Arriba, para diferenciarlo del vecino pueblo de El Escorial, que, por su parte, es designado como El Escorial de Abajo.
La localidad fue fundada en tiempos de Carlos III, en el siglo xviii, y se constituyó como municipio en el siglo xix, cuando tuvo su primer alcalde. Surgió como una escisión de El Escorial, donde Felipe II construyó a finales del siglo xvi el Monasterio de El Escorial y mediante la anexión de las fincas colindantes, el Real Sitio del mismo nombre. En la parte segregada se encontraban los principales edificios y parajes de este Real Sitio, incluido el Monasterio, que en la actualidad se halla, por tanto, en el término de San Lorenzo de El Escorial. De ahí que el citado monumento reciba también el nombre de «Monasterio de San Lorenzo de El Escorial».
El Monasterio y el Real Sitio fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el día 2 de noviembre de 1984, con la denominación de «El Escorial, Monasterio y Sitio». Alrededor de este edificio, uno de los principales monumentos renacentistas españoles, se ha articulado una potente industria turística y hostelera, que ha convertido a San Lorenzo de El Escorial en uno de los principales destinos de la comunidad autónoma. Dentro de su término municipal se encuentra también el Valle de los Caídos.
Centro urbano de San Lorenzo de El Escorial visto desde la cima del Monte Abantos
San Lorenzo de El Escorial se encuentra en las laderas meridionales del Monte Abantos (1753 m), montaña que ha condicionado históricamente su trazado urbanístico. Su caserío fue creciendo de manera anárquica alrededor del Real Monasterio, extendiéndose montaña arriba. En el siglo xviii, el arquitecto Juan de Villanueva ordenó su casco histórico y proyectó diferentes plazas y calles, que debían salvar el fuerte desnivel existente entre la Lonja del Real Monasterio y las empinadas cuestas de Abantos. De esta época datan la calle de Floridablanca, una de las más importantes del pueblo, y el cierre completo de la Lonja con la construcción de las Casas de Infantes. En los siglos xx y xxi, la localidad ha experimentado una fuerte expansión urbanística, especialmente hacia la vertiente suroriental de Abantos.
Placa con la altitud sobre el nivel del mar de San Lorenzo de El Escorial
La altitud media del municipio es de 1032 msnm. La mayor parte del casco urbano se sitúa por encima de los 1000 m de altura, incluido el Monasterio de El Escorial, cuya ubicación supera en 28 m esta cota. La máxima altitud se encuentra en la cima de Abantos, con 1753 m.
Su superficie total es de 56,40 km²,1 que se distribuyen por terrenos montañosos. Hacia el sur, el término sanlorentino discurre por el llamado Circo de El Escorial, valle flanqueado por las laderas meridionales de Abantos y las septentrionales de Las Machotas. Hacia el norte, recorre la vertiente suroriental de Abantos hasta el paraje de Cuelgamuros, donde se encuentra el Valle de los Caídos, cerca de la linde con el municipio de Guadarrama. Hacia el suroeste, el municipio desciende hasta El Escorial, a través de los parques y jardines de la Casita del Príncipe —sita en esta última localidad—.
San Lorenzo de El Escorial pertenece a la cuenca del río Guadarrama. Los riachuelos que nacen en el monte Abantos van a parar al Aulencia —el principal afluente del Guadarrama—, que nace en Las Machotas y atraviesa el vecino pueblo de El Escorial. Algunos de los arroyos sanlorentinos son contenidos en pequeños embalses, situados dentro de su término.
Los Carmelitas descalzos obtuvieron un Breve apostólico de Paulo V para edificar conventos de su Orden en cualquier parte de la Cristiandad; fue este el primero que fundaron en la última parte del Monte Quirinal el año de 1606.
La iglesia se fundó en 1605 como una capilla dedicada a san Pablo para los carmelitas descalzos. La propia orden dotó de fondos a la obra del edificio hasta el descubrimiento en las excavaciones de la escultura conocida como el Hermafrodita Borghese. Scipione Borghese se apropió de ella, pero a cambio, y quizá para compensar su pérdida de influencia debido a la muerte de su tío y patrón, financió el resto de la obra de la fachada y prestó a la orden a su arquitecto, Giovanni Battista Soria. Estas concesiones, sin embargo, sólo se llevaron a efecto en 1624, aunque la obra se acabó dos años más tarde.
Después de la victoria católica en la batalla de la Montaña Blanca en 1620, que hizo retroceder la Reforma en Bohemia, la iglesia fue consagrada de nuevo a la Virgen María. Una imagen maltrecha había sido recuperada del ámbito de aquella batalla por Fray Domingo de Jesús María, de dicha Orden, de las ruinas de la casa de campo de un noble cristiano bohemio, a la cual se le atribuyó la victoria, llamándola Santa María de la Victoria. La imagen fue llevada a Roma por Fray Domingo, depositándose en Santa María la Mayor en presencia de Gregorio XV.
El nombre de Santa María de la Victoria, se dio ulteriormente, en conmemoración por haber reconquistado el emperador Fernando I la ciudad de Praga en 1671. Estandartes turcos capturados en el Sitio de Viena de 1683 cuelgan en la iglesia, como parte de este tema victorioso.
La iglesia es la única estructura diseñada y completada por el arquitecto del Barroco temprano, Carlo Maderno, aunque el interior padeció un fuego en 1833 y requirió una restauración. Su fachada, sin embargo, fue erigida por Soria en vida de Maderno (1624-1626), mostrando la inconfundible influencia de la cercana Santa Susanna de Maderno.
Su interior tiene una sola nave, amplia, bajo una bóveda segmentada baja, con tres capillas laterales interconectadas detrás de arcos separados por colosales pilastras corintias con capiteles dorados que apoyan un rico entablamento. Revestimientos de mármol que contrastan entre sí están enriquecidos con ángeles y putti de estuco blanco y dorado en bulto redondo. El interior fue enriquecido progresivamente después de la muerte de Maderno; su bóveda fue pintada al fresco en 1663 con temas triunfales dentro de compartimentos con marcos ficticios: La Virgen María triunfa sobre la Herejía y Caída de los ángeles rebeldes ejecutados por Giovanni Domenico Cerrini.
Sin duda, parte de la fama de este templo se debe a albergar una de las obras maestras del Barroco, la capilla Cornaro, espectacular y teatral espacio presidido por el grupo escultórico que representa el Éxtasis de Santa Teresa, de Gian Lorenzo Bernini, quizá la obra más conocida de este autor en el campo de la escultura. En la capilla situada frente a esta, dedicada a San José, se encuentra un grupo escultórico que representa el tema del Sueño de San José, obra del escultor Domenico Guidi, que se inspira en la obra de Bernini delante de la cual se halla.1
Las desventuras de Pedro de Mendoza: de los sueños de riqueza al canibalismo, la sífilis y la muerte en alta mar
De su propio bolsillo armó una expedición con la idea quedarse con grandes extensiones de tierras. Pero cuando partió de España ya estaba enfermo y nada saldría según lo planeado. La crónica de un sueño que terminó en desastre
Pedro de Mendoza estuvo al frente de una importante expedición al Río de la Plata, que él costeó de su bolsillo (Ministerio de Cultura)
Sabía que tenía los días contados cuando abordó la carabela La Magdalena. Junto al galeón Santantón y 150 hombres partió del Río de la Plata el 22 de abril de 1537. Enfermo, sin poder abandonar su camastro, Pedro de Mendoza había decidido regresar a España. Detrás dejaba una expedición en la que no encontró civilizaciones con inmensas riquezas para saquear ni tampoco pudo dar con una ruta hacia el Pacífico.
Eran tiempos en que se jugaba una carrera contrarreloj entre españoles y portugueses para hacerse de los territorios de ultramar, que pensaban que explotaban de riquezas de todo tipo. Mendoza le propuso al rey Carlos I lanzarse a la conquista.
Nacido en 1499 en el seno de una familia aristocrática, había empezado como paje en la corte y fue gracias a su padre que Pedro fue nombrado caballero.
Ulrico Schmidl era un soldado alemán que escribiría un sorprendente relato de esos años de conquista (Grabado de la edición de Levinus Hulsius, 1599)
Supo hacerse de una posición y de fortuna después de participar del saqueo de Roma en 1527 en el marco de la guerra entre los Estados Pontificios y el Sacro Imperio Romano Germánico.
La expedición
El monarca español estaba en una encrucijada: era consciente que no podía quedar atrás respecto a los portugueses en la conquista de tierras de ultramar, pero los fondos escaseaban. Por eso recibió con los brazos abiertos la propuesta que Mendoza le hizo en 1534. El navegante se ofreció a costear de su propio bolsillo una expedición.
A través de la Capitulación de Toledo del 21 de mayo de 1534 el rey lo nombró adelantado con atribuciones militares y de fundador.
Mendoza estaba en una excelente posición económica que esperaba superar. Con derechos a quedarse con la mitad de los tesoros que encontrase, debía tomar posesión de las tierras que se distribuían entre lo que hoy es Buenos Aires y Asunción del Paraguay.
Paisaje irreconocible. La artista Léonie Matthis recreó el reparto de tierras durante la segunda fundación, llevada adelante por Juan de Garay
La noche del 24 de agosto de 1535 partió de Sanlúcar de Barrameda con 16 barcos, cerca de 2000 hombres y un centenar de caballos y yeguas. Fueron de la partida una decena de sacerdotes, el médico Hernando Zamora y el cirujano Pedro Gómez. Viajaban muchos parientes de Mendoza y otros personajes como Carlos Dubrín, hermano de leche de Carlos I y Rodrigo de Cepeda y Ahumada, hermano de Santa Teresa de Jesús.
La mayoría de la tripulación estaba conformada por alemanes, neerlandeses y sajones, y según las crónicas iban seis mujeres.
Mendoza ya estaba enfermo, de lo que entonces se conocía como “mal napolitano” o “morbo gálico”, que es como se conocía entonces a la sífilis, que había contraído en sus correrías por Roma. Con su cuerpo cubierto de llagas, padeció el cruce del Atlántico encerrado en su camarote.
El médico Hernán Zamora no se despegó de su lado y tenía el dato que en América crecía la planta Guayacán, para tratar esta enfermedad. Lo que ignoraba el doctor es que crecía en zonas tropicales, no en el Río de la Plata.
Recreación de uno de los tantos enfrentamientos entre los españoles y los querandíes, tal como lo vio Schmidl
El hombre no la pasó bien. Frente a las costas de Brasil, en noviembre de ese año, enfrentó un violento temporal. Uno de los barcos se hundió muriendo toda su tripulación, y algunos hombres aprovecharon para desertar. Su hermano Diego, a quien había nombrado almirante y era el responsable de guiar a la flota, se las arregló para volver a reunir a los barcos y continuar viaje hacia el Río de la Plata, adonde llegó previa escala en las costas uruguayas.
Hasta recuperarse, el Adelantado había delegado el mando a su segundo, Juan Osorio, el jefe de la infantería. Este hombre, de 25 años quien, al ver que el jefe no estaba en condiciones de mandar, pretendió desplazarlo. Luego de una dura disputa con Diego Mendoza, Osorio terminó asesinado.
Los “buenos ayres”
El 2 o el 3 de febrero de 1536 Mendoza estableció un asentamiento en las cercanías de lo que hoy es Paseo Colón y Humberto 1°, aunque otros autores dicen que fue mucho más cerca de la Vuelta de Rocha, pegado al Riachuelo, por la actual avenida Almirante Brown, al que tomó como puerto natural y como un sitio adecuado para proteger a sus naves.
Mendoza levantó un modesto fuerte que llamó Real de Santa María del Buen Aire, nombre que aludía a una cofradía de marineros de la isla de Cerdeña. Para algunos historiadores fue la primera fundación de Buenos Aires, aunque otros no lo interpretaron así.
El español desmanteló algunos barcos para modificarlos a bergantines para navegar el curso del río. Creía que al final del viaje llegaría al Pacífico.
En los festejos por los 400 años de la primera fundación, realizados en la Vuelta de Rocha el 2 de febrero de 1936, uno de los protagonistas fue Pedro de Mendoza (Caras y Caretas)
Pero con el buen aire no podía alimentar a su tripulación. En los primeros días los querandíes, que se mostraron amistosos, les llevaron carne y pescado. Los españoles los llamaron indios pampas.
Hambre y privaciones
Según las crónicas de Ulrico Schmidl, miembro de la expedición, el hambre era tal, que comían toda clase de animales, insectos e incluso el cuero de los zapatos. En una oportunidad, tres hombres robaron un caballo, lo mataron y se lo comieron. Cuando fueron descubiertos, se los ahorcó. A los cuerpos aún colgados de la horca, les cortaron los muslos y los brazos y los cocinaron.
Un día los indígenas dejaron de enviar comida. Entonces Mendoza comisionó al alcalde Juan Pavón y a dos soldados a que recorrieran las cuatro leguas que los separaban de las tolderías para reclamar los alimentos.
No se sabe qué ocurrió. Aparentemente los españoles no se comportaron con corrección porque los indígenas los molieron a palos. Mendoza ordenó darles un escarmiento.
El 15 de junio de 1536, día de Corpus Christi, el adelantado comisionó a su hermano Diego con 300 soldados de infantería y una treintena de jinetes bien armados. Llevaba la orden de matar a los indios y apoderarse de sus tierras.
Pero los indígenas los estaban esperando. Ya no era un grupo reducido. Habían reunido a tribus amigas y, según Schmidl, eran cerca de cuatro mil hombres armados con flechas con punta de piedra y lanzas.
Durante el combate, unos veinte españoles de infantería y media docena de caballeros murieron a flechazos, y cerca de mil indígenas cayeron por las armas de fuego de los europeos. Al caballo de Diego de Mendoza lo derribaron con unas piedras sujetas a un cordel y, ya en el piso, lo mataron.
Siempre según la historia oficial, los indígenas huyeron y los españoles, que no pudieron tomar cautivos, se apoderaron de esas tierras. En el lugar hallaron cueros de nutrias, pescado, harina y manteca de pescado. En el río de la zona descubrieron que la pesca era abundante.
Este combate se habría desarrollado cerca del actual río Matanza que, cuando cruza la avenida General Paz, se transforma en el Riachuelo. Para algunos es el origen del nombre de lo que se transformaría en el partido más populoso del conurbano.
Volver a España
Pedro de Mendoza ya no sentía con fuerzas para seguir adelante con la expedición. Su enfermedad se agravaba cada vez más. Delegó el mando en Francisco Ruiz Galán y se embarcó para regresar a España. En estas tierras Galán y los hombres que quedaron -entre ellos un médico genovés, Blas Testanova- terminarían incorporándose a la colonización del Paraguay, al mando de Juan de Ayolas y Salazar, cuando éste llegó al Río de la Plata. Solo quedaron una docena de caballos que se dispersaron y se multiplicaron en el campo, y para 1541 solo quedaban ruinas de lo que había levantado Mendoza.
El viaje de regreso fue un martirio. No solo por su enfermedad, sino por la escasez de alimentos. Además, fuertes vientos hicieron desorientar al galeón Santantón que terminó en Santo Domingo.
A los 400 años también se recreó la carabela La Magdalena, la nave de Mendoza (Caras y Caretas)
Mendoza era atendido por su médico Hernando de Zamora, quien, a esa altura, se había transformado en su amigo y en un hombre de confianza con quien compartía las decisiones que tomaba.
En su camarote reunió fuerzas para redactar entre el 11 y el 13 de junio su testamento, donde estipuló el reparto de sus bienes entre su familia e iglesias. El 23 de junio, al suroeste de las islas de Cabo Verde, falleció. Al día siguiente, el día de San Juan, arrojaron al mar su cuerpo y sus sueños truncos de riquezas y gloria.