El Viaje Iniciático Masónico
En ese iniciático viaje hacia mi interior que me llevó a descubrir la verdadera esencia de la Masonería, encontré algo mucho más valioso que cualquier secreto o conocimiento: me encontré conmigo mismo.
La experiencia masónica me permitió atravesar las capas de la ilusión y la ignorancia, y llegar al corazón de mi propio ser.
Fue allí, en ese espacio sagrado, donde descubrí que la verdadera búsqueda no es encontrar respuestas fuera de mí, sino encontrar la verdad que reside dentro de mí. La Masonería me enseñó que el templo más sagrado es el templo de mi propio corazón, y que la iniciación más profunda es la iniciación a la consciencia de uno mismo.
En este viaje de autodescubrimiento, me di cuenta de que la experiencia masónica es un reflejo de la búsqueda universal del ser humano por encontrar su lugar en el Universo y su propósito en la vida. Es un viaje que nos lleva a través de los laberintos de la ignorancia , los egos y la oscuridad, hacia la luz de la comprensión y la sabiduría.
Y es aquí, en este punto de convergencia, donde los Hijos de la Viuda se reúnen en un espacio sagrado, que es donde se encuentra la verdadera esencia de la Masonería. Un estado de unidad y armonía que trasciende las limitaciones del tiempo y el espacio, y que nos permite encontrar nuestra verdadera naturaleza y propósito en la vida.
En el umbral de la iniciación, la mirada que una vez nos ubicaba en el mundo exterior se vuelve hacia dentro, iluminando los recovecos de nuestra propia consciencia. Despojado de las distracciones del mundo profano, me encontré en un estado de vulnerabilidad y desconocimiento, como si hubiera sido llevado a un lugar totalmente inexplorado y desconocido; que paradójicamente era mi propia interioridad.
La Cámara de la Reflexión que fue el comienzo de mi viaje iniciático masónico se convirtió en un espacio de purificación, donde las sombras de mi pasado vinieron a visitarme, desde las risas y las burlas hasta las tragedias y las lágrimas. Pero en ese espacio sagrado, también encontré la necesaria soledad y el óptimo silencio, que me permitieron confrontar mis propias debilidades y limitaciones y también mi potencial , en esa Cámara de las Reflexiones, es que algo de mi ser quedó ahí reflexionando por más de 30 años transcurridos , hasta el día de hoy.
Cuando la guía fraternal de un hermano masón Experto me condujo a través de la oscuridad, sentí el temor de profanar algo sagrado. Pero entonces recordé que la verdadera iniciación es un viaje interior, y que nadie puede hacer el trabajo por mí. La ayuda verdadera viene de Aquél que ha sido mi guía desde antes de que tuviera uso de razón, y que me ha llevado a este umbral de transformación y crecimiento, ese alguien que me guía es Dios “El Gran Arquitecto del Universo”.
En ese momento de introspección y búsqueda, me di cuenta de que la Inteligencia Universal, esa fuerza que trasciende la individualidad y habla en un lenguaje de unidad y armonía, me estaba guiando y hablando a través de la experiencia masónica.
La mirada interior, que había sido despertada en mí, iluminaba el entorno de mi alma, y me permitía ver las universales conexiones profundas que existen entre todos los seres y todas las cosas. Me sentí parte de un tejido sagrado, donde cada hilo estaba interconectado y cada movimiento resonaba en toda la trama masónica.
La Cámara de Reflexión había sido un preámbulo , un espacio de purificación y preparación, donde las sombras de mi pasado habían sido confrontadas y superadas. Ahora, en ese momento de iniciación, me sentí listo para recibir la luz y la guía de la Inteligencia Universal.
La experiencia fue como un despertar, un recordatorio de que la verdadera sabiduría y el conocimiento no provienen de la mente racional, sino de la conexión con la fuente universal de la vida. Me sentí uno con todos los masones que habían recorrido este camino antes que yo, y con todos aquellos que lo recorrerían en el futuro.
En ese momento, supe que la ayuda verdadera no proviene de la guía fraternal, aunque sea necesaria y valiosa, sino de la conexión con la Divina Inteligencia Universal, que es la fuente de toda sabiduría y conocimiento.
En ese momento de profunda introspección, me di cuenta de que la Inteligencia Universal, esa fuerza que trasciende la individualidad y habla en un lenguaje de unidad y armonía, me estaba hablando directamente. Me sentí incapaz en ese momento de distinguir entre el símbolo y lo simbolizado, y supe que era la propia Inteligencia Universal la que no solamente me estaba guiando a tocar las puertas del Templo Masónico, sino que con su providencia me había elegido para tan especial regalo, el regalo de hacerme masón.
Fue como si hubiera reconocido una parte profunda de mí mismo, una herencia que me pertenecía desde siempre. No se trataba de una conexión con una tradición o una forma particular de conocimiento exótico, sino con algo mucho más profundo y trascendente.
Me di cuenta de que ese Conocimiento que se revelaba en mí era capaz de redimirme de un mundo que no tiene su fin en sí mismo. Era como si hubiera encontrado una puerta hacia una dimensión más profunda de la realidad, donde la individualidad se disuelve en la unidad y la armonía.
En ese momento, me sentí uno con todos los masones que habían realizado o realizarían ese Conocimiento, y supe que éramos parte de una comunidad que trascendía el tiempo y el espacio, si por esa experiencia habían pasado personajes francmasones como Benito Juárez, George Washington, José Martí , Simón Bolivar y otros tantos más . La Inteligencia Universal nos hablaba a todos, y nos guiaba hacia la unidad y la iluminación.
En el corazón de la experiencia masónica, existe un punto de convergencia donde los Hijos de la Viuda se reúnen en un espacio sagrado. Este punto no se refiere solo a un lugar físico, sino a un estado de conciencia que trasciende el tiempo y el espacio.
Es en este lugar donde se lleva a cabo el trabajo ritual, un proceso de transmutación y transformación que sigue el orden sagrado del cosmos. Aquí, las distinciones entre los seres y las cosas se disuelven, y todo se convierte en uno, en un estado de unidad y armonía que existe desde la eternidad.
En este centro supraespacial y supratemporal, las posibilidades de expresión se despliegan en todo su esplendor, y los masones se reúnen en un estado de conciencia que trasciende las limitaciones del tiempo y el espacio. Es aquí donde se encuentra la verdadera esencia de la Masonería, un estado de unidad y armonía que es el objetivo final de todo el trabajo masónico.
Sé que , luego de 3 décadas de ser masón, me esperan otras experiencias más impresionantes y de las que no tengo ni idea, pero mi intuición me dice que algo muy grande esta por suceder.
Alcoseri