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Rol Principal: Prologo: Amanecer tragico en ciudad Leaf
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De: DemOn 666 (Mensaje original) |
Enviado: 09/04/2020 01:23 |
Prologo: Amanecer trágico en ciudad Leaf
La antigua ciudad Leaf, una de las ciudades primigenias de la nueva era, ¿Cuantas calamidades no habrá visto esta vieja ciudad? Sus calles estan repletas de historia, y aun así, a pesar de todos sus misterios y bondades, se mantiene en el olvido de muchas personas que hoy en dia circulan por ella. Para muchos es una ciudad de paso, para otros es un simple punto turistico, solo para aquellos con una visión mas allá de lo convencional sabrán que se trata de algo mas que una ciudad con historia, es una ciudad de magia y de poder.
Es la vispera de un dia intrigante, recien llegan los rumores sobre la caída de la emperatriz de Pargea, y sobre la sublevación de los elementos como regiones independientes. La ciudad Leaf se encuentra en un punto estrategico entre la region de fuego y de viento, es frontera, y puede ser suceptible. ¿Que les deparará a los habitantes de esta ciudad?
Averiguelo en
SIXTH ELEMENT
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Kakyoin:
Mantuve la vista fija en el dragón, sin duda alguna estaba preparando un ataque pero, al tiempo, parecía receloso de no poder observar a Jotaro a simple vista.
- Tú puedes hacerlo, Jotaro... Confío en ti -
Mencioné para mi mismo, al tiempo que tomaba aire a bocanadas pero mantenía el tridente alto y apuntando hacia el dragón. Fue entonces que escuché la voz de Azra detrás de mí, exhalé un suspiro de alivio antes de aproximar una de las bolsas de fina seda en cuyo interior se encontraba el Látigo de Shaka, al tiempo que observé al ángel de oscuridad de reojo.
- Llegas en buen momento, pero parece que lo haz pasado mal, seguramente al igual que Yui y Ashitaka - le mencioné, mi mirada se suavizó y le regalé una suave sonrisa - Me hubiera gustado llegar mucho antes y haberte entregado esto más temprano, lo lamento... - hice una pequeña pausa, sin perder detalle de aquel reptil - Es una larga historia el como lo obtuve, pero creo que es un regalo que te sentará bien recibir, Azra -
Si lo aceptaría o no, es algo que definitivamente no podía anticipar ni mucho menos controlar. En mi caso, apenas me fue entregado el Tridente de Artenea y casi no dudé en aceptarlo... pero seguramente el asunto tenía que ver con que el regalo provenía de mis padres y, además, es mi hogar el que está en este pandemonium.
- Siendo este el ultimo dragón, podemos derrotarlo y buscar a Yui y a Ashitaka para irnos cuanto antes. Algunos civiles ya están fuera de peligro... Y aunque me gustaría salvar más, la verdad es que no creo poder hacer mucho más ahora mismo... -
Fue entonces que observé a Jotaro, o al menos eso intuí... su apariencia había cambiado, pero la Espada de Hades en su mano era inconfundible a estas alturas para mí. El dragón se notó sorprendido por la aparición del demonio de ojos aguamarina y no dudó en preparar un ataque para, mínimo, frenar dicha ofensiva. De nueva cuenta, mi magia y el lapislázuli en el tridente resonaron, una esfera de tonalidad aguamarina apareció en la punta del arma legendaria antes de volver a salir disparado un torrente de agua y hielo cual colisionó, ante ese pequeño descuido del dragón, en su contra. Al tiempo, Jotaro logró hacer un ataque vertical con su espada, haciendo un corte profundo en la caja torácica superior, justo en donde se encontraría el corazón de aquel reptil ígneo.
- ¡Parece que lo ha logrado...! -
Esbocé una sonrisa amplia, cesando el ataque de mi tridente antes de aproximarme un poco, con cierta cautela, para tener mejor vista de donde estaban el dragón, muy seguramente ya eliminado, y Jotaro en esa forma extraña e intrigante.
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Jotaro:
Despues de atravezar completamente el dragon, se sintio mucho mas ligero que antes tanto como una pluma mientras se deja caer casi de lleno sobre el suelo nuevamente, exhalando un suspiro de alivio. Exhausto podia sentir el dolor de sus huesos y musculos.
Removiendose para levantarse nuevamente, tenia que cersiorarse de que kakyoin estuviera bien, por ello se volvio nuevamente hacia su compañero, dejando que la espada que era gigante no se arrastrara y se apoyara sobre su hombro, conforme regreso su apariencia volvio a la normalidad. Primero serciorandose que el pelirrojo estuviera bien para volverse un momento a su ahora acompañante nuevo, almenos todos estaban parecer bien.
- Kakyoin te encuentras bien?.... Lamento averte causado tantos problemas. - Dio una pausa dirigiendose ahora a Azra- Nos volvemos a ver, es bueno que aun esten vivos... donde se encuentran los demas?, veo que kakyoin ya te entrego un arma, estas cosas son sorprendentes pero un dolor en la cabeza tambien. - Desviando su mirada por que las voces pararon, si seguramente despues de saciar su hambre de sangre parecia calmarse y quedarse callado almenos por ahora tenia paz.
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Kakyoin:
Con alivio pude observar a Jotaro aproximándose hacia nosotros, ya en su forma más "humana" pero todavía con huellas de la batalla, incluyendo una fina capa de sangre sobre su cuerpo mientras apoyaba la espada de Hades en su hombro, misma de la cual parecía brotar un delgado hilo de la misma sangre que cubría al demonio.
- Me alegro tanto de que estés sano y salvo - comenté un tanto más relajado - Al menos dentro de lo que cabe. Pero... ¡Estuviste asombroso...! -
Le regalé una suave sonrisa, iba a aproximarme a él para asegurarme de que lo antes dicho era cierto pero sentí que mis piernas, pro ahora, no daban más de sí y me faltaba el aliento todavía, por lo que tuve que apoyarme en el tridente para no flaquear y caer de bruces al suelo.
- ¿Problemas? De... De ninguna manera - le respondí al notar su preocupación - Siento haberte hecho preocupar y todas las molestias que te he causado desde hace rato... Creo que debería hacer una lista de todos los favores que ya te debo... -
Dejé escapar una pequeña risita sin poder evitarlo. Reparando en ello, definitivamente estaba en deuda con todos en conjunto... aún si no los obligué, la verdad es que Azra, Yui, Ashitaka y Jotaro se habían jugado la vida por esta ciudad y por la oportunidad de huir todos juntos. Escuché a Jotaro preguntarle a Azra si sabía donde estaban Yui y Ashitaka, sin embargo, al ver lo maltrecho que se veía. Me incorporé lo mejor que pude, seguía sintiendo la sensación de sosiego y asfixia por el calor al que estuve expuesto, no me sorprendería que ello me cobrara una factora mucho mayor más adelante.
- Creo que... hay que ayudar a Azra a que nos guíe - le comenté al de ojos aguamarina, volviendo la atención al ángel - Por lo que veo, la ha pasado peor que nosotros... y sus alas no se ven bien -
Usando el tridente como punto de apoyo, me aproximé hacia el ángel y sugerí, de forma silenciosa, al demonio que hiciera lo mismo.
- ¿Te parece bien si vamos, aunque sea despacio, a donde están Yui y Ashitaka? Deben de estar muy preocupados por nosotros tres justo ahora... además, tenemos la oportunidad de escapar... - guardé silencio un instante, observando las dos armas restantes que aún no había entregado - ... y de defendernos, si nos vieramos en la necesidad de hacerlo. Pero por ahora, la prioridad es escapar nosotros cinco... no creo que estemos en condiciones de aguantar a otra grupo de dragones o una horda de soldados -
Puse mi atención, en seguida, sobre Jotaro de nueva cuenta. Ahora nos tocaba a los dos ayudar a nuestros compañeros, quienes se habían enfrentado al calor de la batalla por más tiempo que nosotros y apenas la habían contado...
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Jotaro:
- Kakyoin, mas bien estoy aliviado que estas a salvo, despues de todo lo que te hice pasar....- Menciono algo preocupado despues de todo la mayor parte de la batalla kakyoin estaba protegiendolo todo el rato, a costa de su vida. Notando entonces su fuerza perdiendose, acercandose a el para ver su estado.
- Kakyoin.... yo no poseo poderes curativos pero almenos intentare ayudarte - Menciono preocupado por el estado del pelirrojo y el recien llegado. al escuchar su idea exhalo un suspiro para ayudar a sostenerse. - Tienes razon por ahora nuestra prioridad es escapar de este lugar. No aguantaremos otra orda de dragones quieran volver a lo que queda de la capital, kakyoin talvez por eso deberias recuperar fuerzas, luchaste en contra de tu elemento todo este tiempo...-
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Azra Elant
Un latigo?... que interesante, es el arma predilecta de mi familia, como es que el destino juega con estas cosas. ¿Pero de donde lo has...? Bueno, luego habrá tiempo para que me lo expliquen, muchas gracias Kakyoin.
Le agradecí a Kakyoin, sujetando con gran honor esta arma legendaria, era como una reliquia, y ahora se encontraba en mis manos. En su cadena se podia ver algunos eslabones hechos del legendario rosario de 108 cuentas de Shaka, el lider de la luz legendario. Algo como esto normalmente molestaría a un ente como yo, pero algo en mi sangre me hacía contemplarlo y apreciarlo, y se sentía tan bien en mis manos. Estuve demasiado absorto en observar el latigo que no pude ver mas que el utlimo estoque de Jotaro hacia el dragon de mayor proporción, ese sujeto era increiblemente fuerte, lo deduje al ver como blandia espada de semejante tamaño.
Un dolor de cabeza? Para nada, siento que tengo una extraña conección espiritual con esta arma, pero bueno, estuviste increíble, que bueno que estamos del mismo lado eh - le di un codazo en el costado a manera de complicidad- En cuanto a Ashitaka y Yui espero se encuentren bien, realmente no se donde estan, aunque me preocupo mas por Yui, la pobre es la que peor la ha pasado, comparado con sus heridas, las mias en mis alas no es nada. Pero bueno, que bueno que se encuentran bien ustedes, menudo problemon en que nos hemos metido, vamos!
Me limite a seguir al par, despues de todo Kakyoin sabía mas sobre que lugares podrian ser utiles para buscar, quizás un lugar alto o algun lugar abierto. Me encontraba un tanto ansioso, despues de que la adrenalina de la batalla había pasado, ahora no podía dejar de pensar en Yui y Ashitaka, y lo mal que lo pueden haber pasado, ya que no solo estabamos combatiendo a los dragones, si no a soldados, cientos de soldados. Instintivamente giré mi vista hacia un ruido extraño que porvenía del cielo, aquella silueta monstruosa que había visto en aquella ocasión se hacía mas visible, y una enorme maquina voladora salió de entre las nubes, era colosal, metalica, parecía un barco pero volador y metalico, de su parte trasera salía un poderoso torrente de fuego que la impulsaba. Fue tan asombrosa esa visión, que apenas y pude percatarme de un diminuto objeto que cayó de ella, decir diminuto era figurativo ya que comparandose con la gigantesca maquina era como se percibía, pero ya observandolo de cerca pude ver que era una silueta humana. El sujeto cayó al suelo con gran potencia muy cerca de nosotros, levantando el polvo y creando un ventarron. La silueta caminaba de forma lenta y elegante, el sonido metalico de sus botas acompasaban el ruido de explosiones que creaba un rayo de energia que provenia de la maquina voladora, destruyendo todo en la ciudad. El polvo se disipo y dejo ver a un sujeto de apariencia tranquila pero con un aura terrible.
Sabía que hoy no debí haber despertado... |
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Desde las alturas envuelto en un aura de fuego color azul celeste cae cual saeta impactando en el suelo creando una onda expansiva de viento y polvo, sacudiendo ligeramente la tierra. Al disiparse se puede observar la silueta que conformaba este enigmatico personaje. Su armadura era ligera pero cubierta por un uniforme militar, lo unico que resaltaba de el eran sus pesadas botas metalicas de un color platinado. Al caminar sus pasos ejercian presión en el suelo el cual se fisuraba ligeramente producto del gran poder impreso en ellos. Al llegar a una distancia considerable de Kakyoin, Jotaro y Azra, una voz profunda cargada de tempestad surgió como calma en el ojo del huracan
Ustedes vencieron a mi vanguardia, se necesitan agallas para enfrentarse a cinco dragones de fuego. Como las llamas que se expanden en el bosque marchito, ustedes no tienen posibilidad aqui
Al chasequear sus dedos, del barco volador de donde el emergio brotaron docenas de dragones de tamaños similares a los que habian enfrentado, todos se dispersaron por la ciudad, haciendo juego con los rayos que brotaban del barco flotante.
Esta ciudad esta perdida, pero a ustedes les daré el derecho de replica, me interesa probarlos en el campo de batalla, los he visto en acción... -invoca en sus manos una guadaña, la cual emite un rugido en su aparecer, el fuego que rodea la guadaña es de un color azul muy profundo, y este se expande en todo el cuerpo de su portador- ...los rumores eran ciertos, en esta ciudad se hallaban las legendarias armas, y es mi deber recuperarlas. Yo soy el general Damocles descendiente directo del linaje de Auron y mi guadaña "La estirpe perdida" es el lamento de aquellos que se perdieron en la historia. Los eliminare antes de que logren descubrir la verdadera capacidad que tienen esas armas... -con un movimiento de su guadaña crea una rafaga de fuego cortante que va en dirección a los tres. |
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Kakyoin:
- No tienes de que preocuparte, Jotaro - comenté al notar su inquietud sobre mi condición, así como su consternación al no poder curarme - Estoy bien, con la aguamarina que me diste antes... creo que realmente ha hecho mucho por mí, así como el tridente, por supuesto -
Asentí ante sus palabras, siendo que compartía la idea de que la prioridad era escapar cuanto antes de este pandemonium. Dejé que me ayudara a estar en pie, me sentí sumamente apenado de que fuera una carga para él a pesar de que tuvo que esforzarse mucho para enfrentar exitosamente a aquel dragón... pero estaba agradecido, por lo cual no comenté nada al respecto y solo me permití, al menos por este momento, ser ayudado por otro de esa forma tan genuina y cálida. Azra tomó la palabra a continuación, naturalmente preguntándose sobre el origen del látigo pero parecía bastante contento de tener un arma legendaria en sus manos.
- Es una historia algo complicada pero... me alegra que estés dispuesto a aceptarlo - le respondí al ángel oscuro, esbozando una suave sonrisa - También me han encomendado estas armas de viento y tierra, que supongo serían adecuadas para Yui y Ashitaka... Si están dispuestos a aceptarlas -
Reí un poco, sin poder evitarlo, cuando Azra bromeó con Jotaro acerca de que estuviera de nuestro lado; él pareció mucho más relajado con el arma a diferencia de Jotaro, quien le había advertido que sería "un dolor de cabeza" portarla. Tal como mencionó mi padre, parecía que la actitud maliciosa del arma era exclusiva de la Espada de Hades. A continuación, Azra nos comentó que no sabía del paradero de Yui y Ashitaka.
- Entiendo... - hice una pequeña pausa, esbozando una sonrisa algo desganada - Pues no hay más remedio que buscarlos, no podemos irnos sin ellos... - reí con mesura ante los comentarios consecutivos del ángel oscuro, asintiendo suavemente con la cabeza - Especialmente ustedes... En verdad, lamento que se vean involucrados en esta catástrofe, tratando de salvar a una ciudad que no es la suya -
Desvié un momento la mirada, resolviendo que lamentarse no era lo más adecuado justo ahora. Afirmé el agarre sobre el tridente y observé un momento a Azra y luego a Jotaro, terminando de incorporarme con decisión.
- Podemos buscar en los edificios que no han sido tocados por el fuego todavía... eso nos acercará al corazón de la batalla, pero seguramente allí están refugiados Yui y Ashitaka - hice un silencio mientras guiaba el camino, manteniendo la guardia en alto en todo momento. Estaba cansado y agobiado por la creciente temperatura, pero esta situación debía permitirme sacar fuerzas de la entereza - Si Yui está tan herida como dices, deberemos detenernos en el bosque para conseguir plantas medicinales y ayudarla. Siendo ella un dragón de viento como he alcanzado a ver, es mucho más probable que la vegetación endémica de la región le ayude a sanar más rápido... -
Hice un silencio al escuchar un ruido proveniente de las alturas. Al mirar en la dirección de la cual provinó ese temible sonido, pude observar una especie de estructura flotante, la había vislumbrado antes pero creí que era una ilusión... realmente había sido ingenuo o quizás tenía la mente tan enfocada en otros asuntos que le presté poca atención hasta este preciso momento. Era un gran navío que se mantenía a flote gracias a un torrente de fuego cual se colocaba sobre mi ciudad natal. Un proyectil algo pequeño, en comparación al gran navío, salió disparado hasta nuestra exacta ubicación, levantando una gran nube de polvo la cual, irremediablemente, me hizo toser. El proyectil en realidad era un sujeto albino de ojos rojizos, me recordaba mucho a los líderes militares de los que hablaban los libros de historia que me gustaba consultar ocasionalmente... un tirano, al menos ese aire era el que transmitía.
- No parece que esta calamidad tenga fin... -
Exhalé un largo suspiro, al estar más adelante que mis acompañantes pude ver un poco más de cerca a aquel hombre. Al parecer la horda de dragones que logramos, muy a penas, vencer era un grupo de reptiles que él había enviado. Al sonido del chasqueo de sus dedos, una horda mucho mayor de esas temibles criaturas surgieron, con sus llamaradas atacaron a la ciudad o lo que quedaba de ella, así como del navío salieron múltiples rayos que generaban explosiones al colisionar con lo que estuviera a su paso. Sin darme cuenta, mis manos se ceñían con más fuerza al tridente... mi hogar, tal cual lo conocía, estaba siendo reducido a las cenizas sin que pudiera hacer absolutamente nada. ¿Cómo podría hacer algo? Siendo simplemente un humano que apenas estaba entendiendo la responsabilidad nueva que se le había asignado y no estaba del todo consciente de sus capacidades. El extraño tomo la palabra de nuevo, recalcando que esta ciudad estaba perdida pero que nos daría "un derecho de replica" ya que nos había visto combatir... quedó claro, en seguida, que la ciudad estaba bajo ataque gracias al rumor de la presencia de las armas legendarias.
- Así que ha sido eso... -
Observé el tridente por un momento, volviendo la mirada con determinación ante aquel hombre que se presentó como Damocles. Estas armas condenaron a mi ciudad, pero también nos podían dar la oportunidad de defender lo que quedaba... o al menos, para mí, la oportunidad de que no quedara sin castigo lo que estos guerreros le habían hecho a incontables inocentes. Mencionó sus origenes, descendía de Auron... nombre que, probablemente, alguna vez hube leído escrito en los libros de historia. Ahora lamentaba no haber puesto tanta atención a esa lección en específico... Resonó en mi cabeza, entonces, que Damocles mencionó algo sobre "el verdadero potencial" de las armas legendarias. Nuevamente pude escuchar el sonido del oleaje rompiendo con furia sobre lo que atravesara su camino así como la brisa fría que mitigaba levemente el agobiante calor. Mi magia habría de mezclarse con el lapislázuli en el tridente y una voz femenina, cuyo mensaje no podía descifrar pero parecía de alguna manera "animarme" a continuar peleando se hizo escuchar en mi cabeza...
- Si ese es el caso... entonces no pienso dar nada por perdido. Ni esta batalla, ni esta ciudad... -
Casi como acto reflejo, del tridente se desprendió un torrente de agua y hielo que se encontró con aquella onda cortante de fuego, mientras con mi habilidad normal hice que los tentaculos de agua que había evocado se fijaran como una barrera física detrás de mí para cuidar de mis acompañantes. Naturalmente, al colisionar ambas fuerzas de elementos tan opuestos, una onda de choque se hubo generado; resistí el impulso únicamente por la pseudobarrera que hube creado detrás de mí, pero el daño estaba hecho de todos modos... Tenía que aprender a usar el tridente con todo su potencial o no tendría oportunidades contra aquel invasor.
- Azra, Jotaro... vayan a buscar a Yui y Ashitaka y entreguenles las armas legendarias - comenté para ellos, estaba temblando y dudaba de lo que iba a decir... la adrenalina y el miedo no eran buenos consejeros, pero debía ser firme y congruente... ellos eran solo viajeros, no tenían por qué involucrarse todavía más - Esta ciudad... es valiosa para mí, porque es mi hogar y de alguna manera es mi culpa que ahora esté siendo destruída. Así que no estoy dispuesto a que otros sigan involucrándose más y más, con el riesgo de salir seriamente lastimados... así que, por favor, huyan de aquí -
Sabía que había probabilidad de que fuera inútil decirles aquello, pero no perdía nada y sentí que era lo correcto... ya se habían perdido demasiadas vidas inocentes, esto no podía ni debía continuar así.
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Ashitaka
Había estado llevando sorprendentemente bien el proceso, pese al dolor. Inclusive la pude ver reír, lo cual a decir verdad me alivió un poco... su estado ya no era preocupante, aunque aún debía seguir.
Así que es cierto eso de que los dragones tenéis buena memoria, eh... -le comenté curioso, pues son criaturas con las que no había interactuado mucho, y de hecho a nivel popular tampoco se sabía mucho acerca de ellas, las cosas que se contaban eran más bien como leyendas más que información real-
Mientras hablábamos, cogí un pequeño cuenco con muescas y relieves antiguos, sobre el que vertí algunas hierbas y las comencé a machacar con mi brazo bueno... en esas que, aún convaleciente, se ofreció a ayudarme a curar mis heridas, ante lo cual negué con la cabeza mientras sonreía. Su iniciativa demostraba que era pura de corazón por querer ayudarme a mí ahora que yo había comenzado a curar sus heridas...
Tranquila, no me debes nada. Lo hago porque quiero... no podría dejarte así y mucho menos después de todo lo que nos has ayudado y te has sacrificado por nosotros, pequeña.
Se me hacía raro seguir llamándola así, pues tras verla en su forma de dragón estaba claro el potencial de la misma, por no hablar de que me triplicaría en años, como mínimo. Aún así, su forma humana así como su personalidad daban pie a ello.
Además -comenté mientras agregaba un poco de polvo en especias al cuenco, creando una mezcla que fui removiendo- no es tanto como parece... lo peor es el brazo, sin duda. Aunque aún puedo arreglarlo por mí mismo. Quien sabe, quizás en un futuro ni siquiera esté consciente y seas tu quien te tengas que ocupar de mí... -le dije bromeando y riendo- guardate las ganas para entonces, mi salud te lo agradecerá! -Entonces Yakul berreó brevemente desde la puerta (donde continuaba amarrado), lo miré y me reí aún más- Y parece que él también... jajajaj!
Miré el cuenco, y luego la miré a ella- Bien... parece que está listo. -Cogí un poco entre mis dedos y me acerque a ella, necesitaba ponerlo sobre sus heridas, comenzando por la del cuello, retirando la tela en el proceso- Esta es una receta mágica de mi aldea - le comentaba mientras extendía la mezcla- No somos muy sociales que digamos, de hecho podría decirse que nos relacionamos más con la propia naturaleza que con el mundo exterior... -comencé a bajar y hacer lo propio con el resto de heridas, inclusive la que había tratado antes de su abdomen- Pero tenemos nuestros "truquitos" y secretos. Nuestra medicina es, como mínimo, diez veces más potente y efectiva que cualquiera que la mayoría de la humanidad común haya conocido. De hecho, se cree que a nuestros ancestros les enseñaron seres divinos... quizás ángeles, quizás otra cosa. Quien sabe. Así que pronto comenzarás a notar sus efectos.
La volví a examinar fijamente por todo el cuerpo, esperaba no incomodarla pues aún estaba cerca suyo, pero debía cerciorarme de que no quedaba ninguna herida aún sangrante sin tapar... una vez me aseguré de que así era, me quité el sudor de mi frente y volví a mi posición inicial, con las piernas cerradas en una pose prácticamente de meditación. Al fin había acabado. Su raza y su elemento harían que, probablemente, mi medicina se potenciase, pues estaba elaborada a partir de la tierra, los bosques y lo que estos contenían.
La miré una última vez antes de cerrar los ojos, tomar aire y luego suspirar. Estaba bastante cansado tanto a nivel físico como mental, tanto por la pelea como por la preocupación hacia Yui y su estado de riesgo, ahora ya sanado. Por suerte, al menos una de esas cosas se había solucionado. Aún quedaba la otra...
Espero que esos tres estén bien... -dije, cerrando el puño de mi brazo bueno con fuerza. En lo que respecta a la pelea me sentí un poco impotente, más ahora que nos habíamos alejado del lugar... "Al menos podía haber sido útil para Yui", pensé.-
En lo que respecta a mí... -miré mi brazo- Necesito hacer un pequeño apaño, y a posteriori iremos de nuevo con Azra y los otros, te parece? puede que no seamos de gran ayuda ahora... pero tu pronto mejorarás, y seguro que algo podremos hacer. Al menos, no los abandonaremos.
Era hora de intentar remendarme el brazo. Prácticamente todo el daño era interno, por lo que no podría utilizar hierbas o recetas de ningún tipo... Y la magia elemental curativa, al igual que la de pelea, no eran algo que dominase ni mucho menos. Sin embargo, tampoco se trataba de algo tan grave, así que al menos lo intentaría... era mejor que nada. Comencé a bajarme la parte de arriba del kimono con suavidad, sobre todo al pasar por el brazo dañado, ya que me molestaba bastante al quitarlo, más aún teniendo un brazo prácticamente inmóvil, haciéndolo todo mucho más complicado.
Una vez lo hice, llevé mi mano hacia la parte de atrás de mi cuello, para quitar el nudo que unía la parte de los brazaletes, que iban desde mis hombros hasta las manos (a modo de guantes) y que también eran una armadura liviana. Mientras lo desnudaba, miré a mi alrededor, en busca de una pequeña tablilla de madera o algo que pudiéramos utilizar para inmovilizarlo lo máximo posible... Sin embargo, todo lo que veía eran escombros de rocas, paja, metales...
Al final sí que necesitaré que me ayudes un poco -le comenté con algo de pena, no me gustaba causar molestias a los demás y menos en el estado en el que ella estaba.- Necesito tenerlo lo más sujeto posible, y que no caiga hacia abajo... ¿Podrías aguantarlo mientras me curo?
No teníamos tiempo para ponernos a buscar entre los escombros, y tampoco quería que Yui hiciera mayores esfuerzos... Tendría que improvisar luego algo con la tela ensangrentada que le dí a ella a modo de cabestrillo.
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Jotaro:
Obsevo como kakyoin le entregaba el arma de latigo a azra mientras esperaba volverse a ver con los otros compañeros asi entregarles sus respectivas armas. Almenos Azra no se miraba tan mal estado pero se preocupaba mas por el pelirrojo que recibio varios ataques de dragon.
- No sabemos que tan heridos estan los otros sera mejor una retirada en cuanto encontremos a los demas. Kakyoin aun asi estas muy herido, creo que mientras azra y yo entregemos las armas ademas de buscar a nuestros compañeros.- Le ayudo a sostenerse aun preocupado por su estado.- Si por ahora estamos del mismo lado,Azra.- Menciono al escuchar sus palabras, dejando la gran espada legendaria enterrada en el suelo, volviendose a kakyoin un momento.- ayudarte en este lugar fue mi desicion no debes agradecer nada.-
Quedo en silencio para volverse abrupto, notando la gran maquina voladora - Que mierda es esta?- Mantuvo su defensa en ese mismo momento para comprobar al sujeto que desencio cerca de ellos asi tomando su espada de la tierra, por ahora todos eran enemigos hasta probarse lo contrario. Quedo sorprendido entonces ver el uniforme militar, sin embargo cuando se presento no le quedo duda que conocia a ese sujeto frente suyo.
Suspiro un poco, recordando su pasado un momento - De todos los lugares y todas las posibilidades... - estaba absorto en sus recuerdos que nuevamente fue protegido por el pelirrojo quien parecia tomar un segundo aire con tal de protegernos de ese ataque sin mas. Escuchando sus palabras, bufo un poco y nego con suavidad, sosteniendo la espada firme para colocarse frente a kakyoin y azra.
- Lo siento kakyoin pero no voy a dejarte aqui, ademas... este bastardo no es como los dragones de hace un momento.... para la desgracia de esta ciudad todos los que puedan deben huir. Yo luchare contra este bastardo de aqui mientras van por los demas.- Exhalo un suspiro entonces para adelantarse tranquilamente sosteniendo su nueva espada sobre su hombro.- Encontrarte en pleno campo de batalla no es nada nuevo, Damocles. Pero que traigas todo esto contigo para una simple capital turistica, me suena ridiculo hasta para ti.-
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DAMOCLES
Damocles observo con cara de satisfacción el intento de Kakyoin de detener su ataque, lograndolo con gran esfuerzo. Observo al peliverde con detenimiento y se saboreo deslizando su lengua por la comisura de su labio. Desvio su atención hacia Jotaro, a quien no era la primera vez que veía.
La legendaria espada de la oscuridad, que un simple cadete como tu la porte con tanto orgullo es lo ridiculo. Esa sublime espada es demasiado poderosa para ti, el solo hecho de portarla no es suficiente, el verdadero poder de las armas viene de su conección con ellas, y de la capacidad que tienen para dominarlas
Al terminar su frase se movio con una velocidad apenas perceptible quedando detras de Jotaro dandole una patada en la espalda para alejarlo del resto de sus compañeros. Giro la guadaña y una rafaga de fuego azul salio nuevamente disparada hacia Kakyoin y Azra, esta vez fue el angel quien intento detener el ataque pero el latigo cedió ante el enorme poder de la guadaña, este ataque era aun mas critico que el anterior. Arrojando tanto a Azra y Kakyoin lejos con severas quemaduras. Damocles se gira para quedar de frente a la posición donde arrojó a Jotaro.
Esta ciudad es solo un paso, pero me gusta hacer alarde del poder que ostenta mi armada, poder del cual pudiste disfrutar pero nos diste la espalda. No dejare que huyas esta vez, te lo habré pasado por alto hace muchos años, por nuestra amistad, pero esto no sucedera de nuevo. |
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Kakyoin:
Exhalé un largo suspiro al escuchar que, efectivamente, Jotaro no estaba dispuesto a irse después de todo. Se adelantó a nosotros mientras volvía a empuñar su espada. Nos advirtió que aquel hombre se trataba de una amenaza incluso mayor que el grupo de dragones al cual a duras penas pudimos vencer. Si bien era algo que se podía intuir, no escapó a mi atención el hecho de que Jotaro hablaba de Damocles como si lo conociera de hace tiempo.
- De ninguna manera... - dije sin titubear, aunque me sentía abrumado y ansioso - No hay forma en la que pueda hacer algo así, mucho menos después de que me haz ayudado de varias formas en tan poco tiempo -
El siguiente intercambio de palabras entre el demonio y aquel hombre albino no hizo más que confirmar lo que ya sospechaba, que ellos dos se conocían desde antes. Sin embargo, no pude evitar sentir asombro y curiosidad al mismo tiempo al salir de la boca del albino que Jotaro había tenido un cargo militar.
"Creo que eso explica algunas cosas... Si que eres increíble, Jotaro"
Pensé de forma fugaz, lo cual fue algo que lamentaría no más de unos segundos después. El albino desapareció de nuestra vista, posicionandose atrás de Jotaro a quien atacó para alejarlo de Azra y de mí. El ángel al lado mío hizo lo propio con su látigo para mitigar el ataque del invasor, siendo que dicha defensiva falló y la ráfaga de fuego azul fue lo suficientemente fuerte para hacernos severas quemaduras así como hacernos retroceder una distancia bastante considerable.
- D-Duele... -
Dije sin pensar, mientras emitía un suave quejido, dolía tanto que ni siquiera tenía la fuerza para levantar la voz pues sentía que ello me lastimaría todavía más. Nuevamente estaba agobiado por el calor y ahora las quemaduras no hicieron más que agravar mi condición... cuanto lamentaba no tener experiencia para enfrentar estas situaciones, no haber entrenado de una forma más seria... o no haberme enterado de la existencia de las armas y tener un mejor entendimiento de, cuando menos, como usar la que ahora estaba en mi poder.
- Todavía no... - murmuré en voz baja, observando a Azra quién también estaba muy lastimado, aunque parecía llevarlo mejor que yo, volviendo mi atención hacia a donde estaban los ahora combatientes, Jotaro y Damocles - Todavía no puedo... darme por vencido... -
Busqué en mi bolsillo, la aguamarina que Jotaro me dió e informó que serviría a mi magia todavía estaba brillando, aunque dando lo último de sí antes de volverse una piedra preciosa común y corriente. Hice que esas últimas energías de la gema volvieran a fortalecer mi poder elemental, lo suficiente como para poder generar una esfera de agua con la cual hice lo posible por curar, parcialmente, mis quemaduras y las de Azra.
- Lo siento... En verdad, lo siento tanto - murmuré, exhalando un suave suspiro - De haber sabido que esto pasaría, te hubiera ofrecido alcohol de mi casa - mencioné, dejando escapar una pequeña risa, acto que lamenté en silencio pues me causó un dolor punzante - Y el hecho de que si no hubiera sido tan testarudo como para atacar al primer dragón tan descuidadamente... tal vez hubieras escapado con la señorita Yui -
Pasé saliva con pesadez, de ninguna manera olvidaría el hecho de que probablemente hubiera sido calcinado en segundos por ese dragón de no haber interferido Azra junto a la señorita Yui.
- Creo que no estamos al nivel de ese tal Damocles - mencioné, vacilante y algo molesto conmigo mismo por decir una obviedad - Pero... La verdad es que mi familia estuvo cuidando de estas armas por siglos y aunque nunca se dignaron a decirme nada, creo que tengo la obligación de al menos intentar usar este tridente de la forma adecuada y pelear contra ese engreído sanguinario... -
Bajé la mirada, ¿quién esperaría que un humano que ni siquiera conocía el mundo más allá de las fronteras de su ciudad de nacimiento tratara de asumir una obligación de ese calibre? Estaba herido, incluso respirar representaba un reto importante y definitivamente apenas y había sido capaz de defenderme.
- No sé que esté pasando por tu mente justo ahora, Azra. Pensando en que lo que querías era huir de este sitio a toda costa y la situación no hace más que empeorar... - hice una pausa, mientras observaba el tridente al cual envolví con mi magia - Por mi parte, aunque no sea muy útil justo ahora, pienso quedarme para ayudar a Jotaro y, si todo sale bien, buscar a la señorita Yui y a Ashitaka -
Le dediqué una suave sonrisa, no sabía si simpatizaría con lo que dije o no, mas estaba dispuesto a aceptar sus discrepancias y lo respetaria igual si volvía al plan original de huir. MI atención se volvió hacia Jotaro y Damocles, al tiempo que trataba de "entender" al tridente en mis manos ya que parecía no bastar hacer resonar mi magia con la del arma en sí.
"Por favor, Artenea-sama e Hylda-sama... ¿Qué debería hacer? ¿Cómo puedo usar su poder legendario para ayudar a quienes me necesitan ahora? Por favor, muestrenme..."
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Azra Elant
Agh... ya se esta volviendo costumbre encontrarme contigo, querido piso
Exclamé al encontrarme de cara al piso, aunque esta vez con severas quemaduras, me levante poco a poco, el simple roce de mi ropa con mi piel era suficiente para causarme ardor, esas flamas azules, era de las coloraciones de fuego mas terribles que existían, solo por debajo de la llama oscura. Sentí un ligero alivio y frescor cuando Kakyoin emtiendo magia de sus manos curaba nuestras heridas, aunque el se le notaba bastante mal también.
Gracias Kakyoin pero te diré algo, tu amigo Jotaro nos esta dando la oportunidad de irnos de aquí, el esta arriesgando su vida para protegernos, si vamos de nuevo al campo de batalla habrás hecho que su esfuerzo sea en vano. No seas terco hombre, vamos a buscar a Yui y Ashitaka y larguemonos de aquí, no tiene caso que los cinco de nosotros quedemos hechos cenizas en un lugar como este. Vamonos ahora y peleemos mañana. No es momento de hacerte el heroe, estoy seguro de que Jotaro podra ingeniarselas para irse de aqui, por que definitivamente no podra vencer a ese individuo, ni siquiera nosotros juntos, sería un suicidio colectivo.
Este era el verdadero yo, demasiado hacerme el heroe por un dia, era hora de ser practico, y de largarnos de aqui, si la situación lo ameritaba, usaria el poder de este latigo para amarrar a Kakyoin y llevarmelo arrastrando, no era lo mas loable, pero seguramente Jotaro me lo agradecería, era lo menos que podía hacer por ambos, aunque me reproche despues Kakyoin, es mejor que este enfadado conmigo, a que me persiga en la otra vida. |
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Jotaro:
Noto la mirada que dirigia a sus compañeros para bufar un poco, escuchando sus palabras siguiente.- Tendras mayor rango ahora pero sigues con esa actitud del asco. Vas a venir a decirme que hacer con la espada? - Menciono sarcastico pero no termino en totalidad recibiendo la patada sobre su espalda.- Tch.- Mismo que utiliza la gran espada de apoyo, levantandose nuevamente.
- Alarde de que poder? hacia quien? una capital incapaz de defenderse? al carajo con la armada, es por estas mierdas y muchas mas que me fui. - Suspiro un momento, observo un momento como se encontraban sus compañeros, esperando que entendieran almenos la oportunidad que les estaba brindando para salir de ahi, despues de todo nada le servia ganar batallas si no salva a nadie, volvio su mirada hacia su oponente, utilizando la espada legendaria para generar nuevamente como ondas cortantes de tonalidad azul oscuro, sin emabargo entendia muy bien la velocidad de su oponente era realmente molesta, utilizando su espada que brilla en esa tonalidad azul oscura ademas del impulso hacia adelante en un ataque rapido impulsandose al final hacia arriba al tener a su oponente donde queria.
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Kakyoin:
La respuesta de Azra estaba dentro de mis expectativas, pero no por ello significaba que estaba conforme con lo que me decía. ¿Abandonar a Jotaro a su suerte en medio de este desastre? Por más razonable que fueran sus palabras, no podía evitar sentir una gran frustración... sobre todo al pensar en que yo le insistí en que no nos fuieramos sin ellos, Azra, Yui y Ashitaka.
- Yo... no puedo aceptar algo así - respondí, pasando saliva con pesadez - Lo que dices suena perfectamente lógico pero... Me parece algo muy cruel dejarlo atrás, sobre todo porque yo fui el que le insistió en que volvieramos por ustedes... -
Desvié la mirada hacia donde estaba la batalla y pude distinguir "esa" mirada en el pelinegro. La orden estaba ahí, implicita, así como un dejo de resignación. Seguido a ello, el demonio volvió a atacar al albino invasor con una doble ofensiva.
"Si es de verdad es eso lo que quieres, Jotaro, yo..."
Pasó por mi cabeza, todavía no estaba conforme... ¿cómo podía estarlo? Solo lo había orillado a una situación en donde estaba poniendo su vida en la línea por mi propia estupidez. Sentí una punzada en el pecho y un vacío en el estómago, todo esto de alguna manera era culpa mía... por querer hacer algo por mi ciudad en vez de tomar una decisión más razonable, por propiciar que mis ahora compañeros se pusieran en una situación de supervivencia, por no poder hacer nada aun teniendo un arma legendaria en mis manos.
- Vamos a buscar a los demás - resolví, manteniendo fija la mirada en el corazón de la batalla - Estar aquí solo haría que Jotaro se preocupara por nosotros más de la cuenta, además de que no podemos hacer nada de todos modos... -
Volví la atención de mis ojos hacia Azra, al tiempo que esbozaba una débil sonrisa. Si Azra y Jotaro habían llegado a la misma conclusión, incluso sin un intercambio de palabras, entonces quizás la razón estaba de su lado y no de mis decisiones motivadas por mis valores y sentimientos. ¿Qué podía saber un chico que hasta hace poco solo sabía de batallas por los relatos en los libros?
- No me sienta bien hacer algo así y... Seguramente haré alguna estupidez más adelante, como regresar para asegurarme de que él esté bien - reí levemente, tomando con firmeza el tridente antes de comenzar a guiarnos hacia donde creía podrían estar nuestros compañeros - Pero... por ahora la prioridad es encontrar a Yui y Ashitaka, así como hacer lo posible por vivir -
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Yui:
Cuestionar la memoria de un dragón... bueno, ya no sabía ni en que pensar, no de momento, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, tantas heridas, que no sabía que pensar, que procesar. Bufé, divertida, al oír su comentario.
-Quisiera verte en muchos años, y yo aun te recuerde- Reí, como pude, porque el dolor aun era palpable -No me contradigas, ni dudes de mi...-
Observaba lo que el hacia, las hierbas, el cuenco... ¿Como que no le debía nada? Argh, humanos... bueno, cierto que me había arriesgado bastante, pero también había sido por mi vida, y casi terminaba muerta; claro, las cosas se habían escapado de nuestras manos, y no había manera o forma de solucionar aquello. Azra, ahora estaba preocupada por el y por los otros dos chicos que se habían ofrecido como compañeros.
No estaba segura como iba a ser capaz de arreglar su brazo, malditos dragones de fuego, si tan solo hubiera sido más grande... nada así hubiera sucedido.
-Pareces llevarte muy bien con ese animal, no es como que pueda sentir las conexiones que puedan tener, pero a simple vista, es un animal muy fiel- Comenté, no solía ser una chica muy parlanchina, pero, tal vez la situación lo ameritaba. Estaba sintiendome mejor, entonces comenzó a decirme sobre su aldea, su receta magica y... espera... ¿¡Eso era para mí?! -Oye, pero tus heri... aaaaaah, eso se siente tan bien...-
Cubrió la herida de mi cuello con esa mezcla, bueno, no nada mas esa, todas y cada uno de ellas, donde comence a sentir mejoría y frescor. Maldita sea, no me arrepentía de esto en ningun momento. Comenzó a hablar sobre nuestros compañeros, aquellos que se habían quedado en el campo de batalla, y mi corazón se encogió.
-¿De verdad quieres volver al campo de batalla? - Me sorprendía su convicción, para ser un humano con poderes... emmmm, curativos, me sorprendía que quisiera volver con nuestros compañeros -Bueno, mi oferta sigue en pie, estoy dispuesta a ayudarte si lo necesitas...-
Tal vez no deseaba fatigarme más de lo que mi cuerpo pudiera soportar, pero pude ver en sus ojos que buscaba algo entre los escombros, luego su petición, por lo que me enderecé, moviendome lentamente hasta que quede en posición para ayudarle a sostener su brazos, sin quejas.
-Cuando salgamos de esto, prometo ayudarte con tus heridas de mejor manera- Era solo una espectadora de la magia que este chico poseía, pero mis sentidos de dragón me decían que algo más estaba por venir, y no estaba segura de si quería o no estar implicada en esto.
S
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