Sagrario, mejor que la cámara hiperbárica
Fragmento
Estoy plenamente convencido de que Jesús es el único camino, la única, verdad, la única vida para todo el que busca sinceramente. Él dice: "Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia." (Jn 10,9-10).
¿Por qué no te acercas a Él? Nada pierdes y ganas mucho. Ganas todo, porque encuentras todo lo que necesitas.
Con toda claridad Jesús afirma: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré. Tomen sobre ustedes m i yugo, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma, porque mi yugo es suave y mi carga ligera." (Mt 11,28-30).
Es verdad; apartarse del quehacer ordinario, dedicarle al menos una hora diaria, o si se puede una hora, entrar a una iglesia donde está en Sagrario con el Santísimo Sacramento, y platicar, de corazón a corazón, con Jesús que nos ve, nos oye, nos comprende, nos ama, se levanta uno renovado, fortalecido, descansado, re juvenecido. Es una medicina mejor que cualquier otra. Es una terapia de resultados increíbles, es mucho más desestresante que cualquier otro ejercicio físico o psicológico. Como dice el Salmo 34: “Haz la prueba y verás que bueno es el señor; dichoso quien se refugie en Él… Los que miran hacia Él, quedarán radiantes; no habrá sonrojo en su semblante. Si el afligido invoca al Señor, Él no escucha y lo salva de sus angustias… Nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al señor no carecen de nada.”
El Salmo 23 es muy alentador, con su lenguaje simbólico: “ El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas obscuras, nada temo, porque tú estas conmigo, tu vara y tu cayado me dan seguridad.”
La vida no es tranquila. Quien más quien menos, quien de una forma quien de otra, todos tenemos problemas. Aún no estamos en el paraíso y a veces la cruz se hace pesada, y hasta muy pesada. No faltan incomprensiones y persecuciones. Pero no estamos solos. Jesucristo está con nosotros y nos dice que no tengamos miedo (Jn 14,27).
Busca a Jesús, de preferencia en el sagrario y verás que tu cruz se hace menos pesada, porque Él lleva la parte más dura, con Él, le encontrarás un nuevo sentido redentor a tus sufrimientos. Confíale lo que te aflige; saldrás de su presencia con nuevos bríos para enfrentarte a lo que sea; no sufrirás angustias desmedidas ni insalvables. Platícale con confianza tus proyectos, también tus alegrías, tus penas, y Él te iluminará para discernir lo conveniente.
Pide al Espíritu Santa que te conceda una fe suficiente, para descubrir a Jesús vivo, resucitado, presente en el sagrario, y superarás el estrés, la soledad, los fracasos, la depresión la desesperación. Él te acompaña y te comprende, te levanta y te sostiene.
Autor: Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas.
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