Entrega
Hay misterios que jamás podrán ser revelados. Misterios como los de Stonehenge, en el sur de Inglaterra, donde se encuentra el monumento con borde circular, megalítico más extraordinario y enigmático del mundo. O por qué razón Alejandro el grande asesinó de un lanzazo a su más íntimo y fiel amigo. O por qué Judas entregó al Señor Jesús.
Seguramente encontrarás otras cientos de preguntas sin respuestas; pero la de Judas seguirá siendo la más terrible de todas. Había acompañado a Jesucristo desde el inicio de su ministerio público. Siempre estuvo entre sus seguidores más cercanos. Al ser nombrado como uno de los doce rápidamente Judas se convirtió en el más confiable para cuidar la bolsa de las ofrenda. Y aunque robaba de ella, nadie desconfió de él.
Su origen político era zelote, simpatizaba con los terroristas más reaccionaros que luchaban desde la guerrilla contra los ejércitos romanos. Asesinatos por la espalda, esconderse en la multitud, motines encubiertos. Toda una artimaña de mentiras y encubrimientos eran conductas habituales para los zelotes; quienes esperaban al Gran Libertador de Israel.
Algunos piensan que Judas entregó a Jesucristo por avaricia; pero el pago recibido era muy bajo. No le habría interesado a alguien avaro. Por esa razón algunos otros creen que Judas entregó a Jesucristo para forzarlo a mostrar su poder y a proclamarse como el Mesías Libertador. Los eventos de la última Pascua de Cristo estaban mostrando un perfil más conciliador, menos agresivo o guerrero. Y tal vez Judas quiso apurar la historia forzando la detención del Mesías, suponiendo que eso lo iba a motivar a reaccionar contra el poder político.
Pero se equivocó, y cuando vio que había cometido un gravísimo error, en lugar de arrepentirse se ahorcó. Desde entonces censuramos a Judas por lo que hizo. Y tenemos razón porque fue una pésima decisión.
Lo que no nos queremos dar cuenta es que a diario, cometemos el mismo error que Judas, cuando vendemos la santidad que Dios nos compró por unas pocas monedas de placer momentáneo. Eso es lo que representa el pecado. El diablo sigue prometiéndote todo, dándote poco y sacándote mucho. No caigas en su mentira. No imites a Judas en su mala decisión. Evitá el pecado. Cada vez que cometés uno, estás vendiendo a Jesucristo. Y eso le duele.
REFLEXIÓN – ¿Por cuánto lo vendés?
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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