El gran artista Miguel Angel tardó mucho tiempo en dar
los últimos toques a una de sus obras más famosas.
Cierto amigo que lo visitaba casi todos los días
le preguntaba siempre: -¿Qué has hecho hoy?
A lo cual el maestro contestaba: -Hoy he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera.
-Pero esas son cosas poco importantes, son bagatelas, dijo un día el visitante.
-Ciertamente, contestó Miguel Angel; la perfección se hace de bagatelas; pero la perfección no es una bagatela.
Y asi es la vida del cristiano, está hecha de pequeños detalles, las pequeñas cosas de cada día. Pero no hay cosa tan pequeña que no merezca nuestra atención. Puede parecer una bagatela, pero no olvidemos que de esas bagatelas está hecha la vida, y la vida no es poca cosa...