Un corazón alegre es una buena medicina para el espíritu.
Cuando odiamos a nuestros enemigos, les damos el poder sobre nuestras vidas. Le damos el poder sobre el sueño, en nuestro apetito; en nuestra felicidad. Bailan de alegría cuando ellos saben que los odiamos... Nuestro odio no es perjuicio para ellos, sino que para nosotros mismos, haciendo que nuestros días y las noche sean un gran infierno". (Dale Carnegie)
Muchas veces perdemos nuestra paz y tranquilidad simplemente a causa de otras personas. Estábamos enojados, ansiosos, desesperados y, en la mayoría de de las veces, sin que ello sea necesario.
¿No sería mejor hacer caso omiso de aquellos que desean hacernos daño? no sería mejor orar por ellos?... Si no podemos convertirlos en amigos, al menos procuremos no perder la estabilidad emocional, ni tampoco perder la alegría de vivir que nosotros, como verdaderos vencedores, debemos tener.
Cuando somos felices, nuestros días son como las flores, llenas de fragancia; cuando estamos tristes no podemos ni siquiera ver el brillo de las estrellas.
Cuando estamos alegres, las gotas de lluvia parecen mavillosas y cantando canciones; cuando estamos tristes, hasta que los rayos del sol son opacos y se muestran ennegrecidos...
El odio y el resentimiento siempre hacen nuestros días tristes, y nuestros huesos comienzan a secarse por la falta del elixir de la felicidad, y que se llama "amor".
No se tú amigo lector, pero yo no quiero que mis huesos se sequen. No quiero que mi alma este llena de problemas y melancolía. No quiero que otras personas tengan el control de mi corazón y mi felicidad... Quiero perdonar y olvidar; quiero vivir en paz con todos. Yo, el día, lo vivo de puro placer y alegría... Yo quiero ser completamente feliz!!!.