EPIFANÍA QUE DUELE
El día se ha filtrado debajo de mis uñas, qué extraña efervescencia la de la luz en mis dedos aderezada por un cosquilleo de sangre perezosa, esa respiración parecida al pensamiento, ese querer estar viva para poder contarlo, y que vuelvan a su lugar los propósitos soñados, y el deseo ambiguo de las insatisfacciones más leves. Poner el paladar en su lugar, que no se escape el aire, ni la lengua se ahogue en la saliva seca de una intuición asustadiza. Un instante luminoso, un mal presentimiento parecido a un olvido que empalaga y va arrastrando flecos por un laberinto de palabras perdidas. Epifanía que duele como un mordisco gris debajo de los párpados, fogonazo en la sombra del vértigo enhebrado en una aguja gruesa que se adentra en los ojos y deshace el umbral del sentimiento.
Ana Merino
|