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Original de
Francisco Alvarez Hidalgo
Tú y yo inventamos vuelos y corrientes en la quietud de nuestro abrazo puro; nos dejamos llevar, y no hubo muro que aislara empeños, detuviera mentes.
Dinamitamos el reloj, rompimos los troqueles que el uso determina, y al fondo oscuro de cada retina un recíproco mundo descubrimos.
Hazme el amor en el soñar fraguado de tu noche despierta; yo te pienso entrelazada en rúbricas de incienso, en salón tenuemente iluminado.
Tiemblas en mi interior acristalado, tan frágil, diáfano, tan indefenso, por ti, contigo en permanente ascenso al cielo que nos hemos fabricado.
Hazme el amor, mujer, aunque distante, por ti, por mí, que el hambre se agigante, la sed anhele y el ardor se ofrezca.
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Forjen tus manos, ciegas peregrinas, nuevo placer en zonas clandestinas; ya dormirás, tal vez, cuando amanezca. -
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Soneto Nº 1027 -
Los Angeles, 28 de enero de 2004
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