Queda prohibido llorar sin aprender, levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor, hacer que alguien pague
tus deudas y tu mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos, no intentar comprender
lo que vivieron juntos, llamarles sólo cuando los necesitas.
Queda prohibido no intentar de nuevo construir tu hogar, no comprender,
no ser paciente y no amar a tu cónyuge.
Queda prohibido no ser tú mismo ante la gente, fingir
ante las personas que no te importan, hacerte el gracioso
con tal que te recuerden, olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, tener miedo a la vida
y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera tu último suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
no pensar que sus vidas valen más que la tuya y no saber que cada
uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia, no tener un momento para gente
que te necesita, no comprender que aquello que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores, no sentir que sin ti este mundo no seria igual.
Queda prohibido renunciar a la lucha contra la corrupción
y el caudillismo, queda prohibido doblegar las banderas ante
los obstáculos y el cinismo.
Queda prohibido no buscar a Dios cuando el espíritu está sediento de él.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro.
Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti,
y con ansias esperaré.
Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;
el mal no mora contigo. Salmo 5:2,4