Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en el Señor, su Dios Salmo 146:5.
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Muchos han sido los días que al amanecer parecen pesados y mi cuerpo y mi alma parecen no tener fuerza para enfrentar las demandas diarias. Cuantos han sido los amaneceres que parecen atardeceres, porque las circunstancias del día anterior han empañado los cristales de mi vida. Hoy, sin embargo, quiero meditar y sentir y pensar que aunque parezcan los días así, puedo tener la bendición de tener a Dios como mi ayudador y mi esperanza.
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Cuando casi no puedo caminar, Dios llega a mi con su fuerza y poder y me levanta. El es el Dios de Jacob, porque cuando Jacob había perdido la esperanza el Señor se le apareció y luchó con él y lo bendijo. Eso es precisamente lo que necesito su bendición. Su bendición es aliento a mi ser y fuerza para mi espíritu.
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Bienaventurado…o completamente feliz aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob. Si, felicidad total llega cuando quien nos ayuda en medio de la debilidad es el Dios de Jacob, quien a la vez es mi Dios. Bienaventurado o completamente feliz aquel cuya esperanza está en el Dios todopoderoso. En un mundo en el cual se pierde la esperanza en relación a la salud, las finanzas, el trabajo, las relaciones, la familia y el futuro, se levanta la más grande esperanza que necesitamos como seres finitos y débiles…y la esperanza es Dios. Quien hizo los cielos y la tierra no solo me ofrece hoy ser mi ayudador, pero también me ofrece la esperanza.
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“Esforzaos todos vosotros los que esperáis en el Señor, y tome aliento o esperanza vuestro corazón” Salmo 31:24. Si un poco más, un poco más de esfuerzo si esperamos en el Señor y tome esperanza nuevamente nuestro corazón.