El estrés arruina mi vida.
A Aleyda la mató la angustia. Eso fue lo que dijo su abuela, cuando fue a reconocerla en la morgue. Duro de relatar pero real. Dijo que llevaba varios días en un cesante ir y venir, doblegada por las preocupaciones.
De un lado estaba el trabajo. De otro las dificultades en el hogar. Y ni qué decir de las tareas represadas de la universidad. Llegó el momento en que no dio más.
Estaba tan ensimismada en el cúmulo de problemas al que hacía frente, que atravesó la avenida sin mirar a uno y otro lado. Una motocicleta que se desplazaba a toda velocidad, aprovechando la luz verde del semáforo, la arrolló.
Con sobrada razón su abuela dijo: --A Aleyda la mató la angustia--.
Comodidad versus preocupaciones
Resulta irónico pero, aunque hoy día la sociedad goza del privilegio de tener artefactos y vehículos que facilitan las cosas, los seres humanos nos encontramos inmersos en mayores preocupaciones. El medio que nos rodea ejerce tal presión, que muchos hombres y mujeres sucumben al estrés.
Conflictos familiares, presiones laborales, perder el empleo, atender a los enfermos, casarse, mudarse y hasta tener un hijo, son en criterio de la autora cristiana Branda Polk, factores que desencadenan reacciones contraproducentes para el cuerpo, el alma y el espíritu. Advierte que si no se controlan, pueden producir enfermedades que amenazan con tornarse crónicas.
¿Cómo superar el estrés?
La ciencia ofrece muchas alternativas, pero es importante que asumamos principios prácticos que nos ayudarán a enfrentar el estrés y a salir airosos, sin que se afecte nuestro sistema de vida. Sobre esta base es necesario:
1.- Depositar sus cargas y preocupaciones en Dios.
En tanto usted se empecine en cargar con los problemas, enfrentará las consecuencias de las preocupaciones. Para evitar que ocurra, es esencial que desarrolle confianza en el Señor. Recuerde que, como lo anotan las Escrituras, en Él hay un poder ilimitado y resuelve lo que para nosotros es imposible.
Si estamos descansando en el Creador, habrá paz en nuestro interior: "En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado" (Salmo 4:8).
¿Ha aprendido a tener paz en el Padre celestial? Si no es así, medite en el hecho de que proseguir luchando en sus fuerzas será contraproducente.
2.- Encuentre espacios para la alegría
Con los problemas, usted y yo alejamos la alegría. La espantamos. Cedemos todo espacio a las preocupaciones y nos olvidamos del poder terapéutico de sonreír y buscar que cada instante tenga sentido, y podamos disfrutarlo.
El rey Salomón aconsejó: "El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22).
¿Cuánto tiempo hace que no ríe? Algo más, ¿qué actitud asume cuando observa que alguien alrededor está alegre? ¿Les roba acaso la tranquilidad con la amargura que amenaza con gobernar su existencia? La vida hay que tomarla con alegría, piense en eso y aplique este principio a su vida cristiana.
3.- Su estado de ánimo es fácil de descubrir
Quizá ha visto a quienes se empecinan en amargarse y amargar a quienes están cerca. Basta mirarles para apreciar que hay una raíz profunda de resentimiento, rencor o tristeza que no les deja en paz.
No olvide nunca que nuestro estado de ánimo se refleja en el rostro, tal como lo describe el autor sagrado: "El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate" (Proverbios 15:13).
Si usted al mirarse al espejo o por consejo de alguien, descubre que tiene el ceño fruncido o que hay tristeza en sus ojos, es hora de que revise cómo anda su vida.
Si descubre que el estrés lo está acabando poco a poco, como el agua que socava los cimientos de una inmensa estructura, es importante que vaya a Dios en oración y le pida que trate con su ser. Él es quien obra sanidad en nuestro mundo interior, trayendo equilibrio y armonía en todos los órdenes.
4.- La vida es una sola, vívala bien
Los segundos que acaban de transcurrir mientras leía este artículo, jamás se repetirán. El tiempo es único e irrepetible. También su vida. Es una. No volverá a vivirla jamás. Cada día lo acerca a dos cosas: primera, la sabiduría, y la segunda, a estar en la presencia de Dios.
El rey Salomón describió esta verdad cuando dijo: "Todos los días del afligido son difíciles; mas el de corazón contento tiene un banquete continuo" (Proverbios 15:14).
No se empecine que atormentarse cada hora, cada minuto y cada segundo. Hay que vivir la vida plenamente, pero en Dios.
Decídase por una existencia que valga la pena, edificado en los principios bíblicos y renovando constantemente su mente. Solamente en el Señor podrá hacerlo. La psicología y la psiquiatría son importantes, pero más lo es que usted le permita al mejor médico del universo, Dios, que obre poderosamente en su cuerpo, alma y espíritu.
Le aconsejo rendirse a Él en oración. No dilate más ese momento.
¿Le falta algo?
Es probable que además de descubrir que llegó la hora de salirle al paso al estrés con la intervención divina, reconozca que hay un vacío en su vida. Llénelo con el Señor Jesús. Ábrale el corazón con esta sencilla oración: "Señor Jesús, gracias por perdonar mis pecados y morir en la cruz. Gracias por reconciliarme con el Padre. Entra en mi vida y haz de mí la persona que tú quieres que yo sea. Amén".
Como no dudo que hizo esta oración, le recomiendo leer la Biblia cada día y comenzar a congregarse en una iglesia cristiana. Puedo asegurarle que su existencia será transformada. Tomado de la mano del Señor Jesucristo, irá a la victoria cada día.
Llégado a mi correo lo cual les comparto con el amor de Nuestro Señor Jesús.
Cieloazul.