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General: No te entristezcas porque a otros les vaya bien.
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cieloazul2  (Mensaje original) Enviado: 26/04/2010 01:10

 

No te entristezcas porque a otros les vaya mejor

«Señor», le respondió el enfermo, «no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita; y entretanto que yo voy, otro desciende antes que yo». Juan 5:7

No permitas que las circunstancias difíciles de la vida te llenen de amargura. Mucho menos tengas envidia de aquellos a quienes, al parecer, les va mejor que a ti. No te compares con quienes hayan recibido un ascenso en su trabajo, o gocen de mejor salud, o se hayan visto favorecidos con una buena suma de dinero que alguien les entregó.
El hombre a quien Jesús encontró en el estanque de Betesda no solo padecía parálisis desde hacía 38 años, sino que, al parecer, su corazón estaba lleno de amargura desde hacía la misma cantidad de tiempo, No sería extraño que así ocurriera, porque cuando las aguas se movían a la llegada del ángel, siempre había alguien que se le adelantaba y entraba primero al agua, de donde, según el relato, salía completamente sano. Nuestro hombre, al parecer, no se sentía feliz de que otros dejaran de estar enfermos, de que su mal desapareciera y se sintieran alegres por haber recuperado la salud.
Las bendiciones que los demás reciben pueden llevarnos, incluso, a llenarnos de amargura contra Dios. Por esta causa hay muchos que están llenos de resentimiento contra el Todopoderoso. No permitas que esto te ocurra. La amargura es permanentemente destructiva.
El Salmo 73 registra la sacudida que sufrió la fe del salmista Asaf porque llegó a creer que otros eran más dichosos que él. Se expresó así: «En cuanto a mí, se debilitaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos» (Sal. 73:2, 3).
No permitas que en tu corazón crezca la amargura por la prosperidad de los demás. El consejo divino es el siguiente: «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (Heb. 12:14-15). La amargura puede destruir muchas relaciones: la relación con Dios, con nuestros seres queridos y con nuestro prójimo.
Esta mañana es muy oportuno que des las gracias al Señor por aquellas personas que han encontrado la salud y han resuelto sus problemas antes que tú. Regocíjate cuando la gracia divina pasa cerca de ti, aunque, según tu parecer, no te toque.

Un libro que solo Jonatán compraría

Y Jonatán dijo a David: «Lo que deseare tu alma haré por ti». 1 Samuel 20: 4

Estamos inmersos en una cultura que promueve el éxito personal. La industria del éxito es muy próspera. Los libros de mayor venta en el mundo entero son los que generalmente llevan títulos del estilo de Métodos para alcanzar el éxito, Éxito a su alcance, Éxito para tontos o El éxito en cinco lecciones.
En las librerías hay secciones enteras dedicadas a libros de superación personal. Pero en todos los años que llevo visitando librerías, nunca he visto un libro que lleve por título Cómo ayudar a otro a alcanzar el éxito. Por desgracia, nuestra cultura se ha sumido en las tinieblas del más negro egoísmo. En esta cultura nadie compraría un libro con una temática y un título semejantes. Quizá por eso nadie se ha atrevido a escribir un libro para ayudar a los demás a obtener el éxito.
Uno de los personajes que, en mi opinión, merece mucho respeto y admiración es Jonatán, el hijo del rey Saúl. La Biblia nos dice con toda claridad que Jonatán era un buen hijo, respetuoso de su padre. De acuerdo a la cultura y a la práctica ancestral, Jonatán, hijo primogénito de Saúl, era el heredero natural del trono de su padre. Habría sido normal que Jonatán hiciera todo lo posible para consolidarse como el siguiente rey de Israel. Una vez, el rey le dijo: «Todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú serás firme, ni tu reino» (1 Sam. 20: 31).
Lo interesante y asombroso es que Jonatán quería compartir el verdadero éxito con Dios y con David. Él sabía que Dios desaprobaba la conducta de su padre, y que había elegido a David para ocupar el trono. Jonatán entendía que la clave del éxito verdadero se encuentra en aceptar los designios y la voluntad de Dios. Era tal el sometimiento de Jonatán a los designios divinos que estaba dispuesto a hacer todo lo que era humanamente posible para que su amigo David alcanzara el éxito. Por eso, le aseguro: «Lo que deseare tu alma haré por ti» (1 Sam. 20: 4).
El mundo está lleno de personas que buscan su propio éxito. Dios, en cambio, busca personas que sean la excepción de esa regla. Busca cristianos genuinos que quieran poner en primer lugar a Dios y a los demás. Como dijo el apóstol Pablo, «en cuanto a honra, dad preferencia a los otros» (Rom. 12: 10).
El mundo tiene la necesidad apremiante de hombres y mujeres que piensen como Jonatán.
¿Podrás tú ser un Jonatán para alguien hoy?

Que Dios les bendiga.

Llegado, ami correo.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Onangelswings Enviado: 02/05/2010 11:19

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Señor Jesús enséñanos a poner nuestra mirada en ti y no en el hombre.
Que nuestro trabajo sea genuino para tu Gloria.
 
Jesús pido que derrames aceite especial sobre cada miembro de esta
hermosa comunidad para que se animen a servirte porque para eso fueron llamados.
 
Señor gracias por hacerme parte de esta comunidad.
Dios bendiga a cada miembro de esta comunidad.

Animo, Animo hay mucho que hacer. Venceremos en nombre de Jesucristo.

 
 
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