"Porque si el árbol fuere cortado aun queda de el esperanza; retoñara aun, y sus renuevos no fallaran"
( Job 14: 7 )
Dios ha diseñado todo, de tal forma que el funcionamiento de su creación, se desarrolle coordinadamente. Así sucede a las plantas y a los árboles, crecen y se desarrollan, sus raíces buscan la profundidad para asegurarse y para alimentarse, sus ramas se expanden y se fortalecen, se llenan de hojas y combinan los mejores colores en toda su forma.
Sirven para brindar su sombra al cansado, sus frutos, hermosean el paisaje y dan alojamiento para que las aves construyan sus nidos.
Así mismo somos los seres humanos, y Dios, en forma sabia, nos va guiando y abriendo puertas, nos desarrollamos en todos los aspectos, estudiamos, trabajamos y vemos el fruto de nuestros esfuerzos.
Siervos de Dios, somos llamados a distintos ministerios, en los cuales invertimos miles de horas para el beneficio de la obra de Dios, esfuerzo, finanzas, y la vida misma.
Todo parece marchar bien, los niños son obedientes para asistir a la iglesia y la familia va unida a los diversos servicios congregación ales.
Luego, por razones desconocidas a nuestra sabiduría, aquella forma coordinada de desarrollo comienza a fallar, como la que experimento el Apóstol Pablo, cuando en su ministerio se sentía abandonado o perseguido, con hambre o pobreza.
Son momentos que los vemos como castigo, o como pruebas demasiado duras para nuestro concepto de ovejitas mansas, porque vienen a deshacer nuestra alegría, las bases para vivir las vemos trituradas, llegamos a considerar que el trabajo ha sido en vano y que hemos sido desechados por Dios, o cortados como se corta un árbol inútil.
Pero gracias a Dios!!, que esta escrito en la Biblia, que todo eso pasara, que vendrá la lluvia de misericordia y de compasión de parte de Dios, y que nuevamente nuestras raíces recibirán la sabia celestial para hacernos llenar de esperanza, retoñar y ver los renuevos ante nuestros ojos.
Oración:
Poderoso y Eterno Padre de amor, ante tu Santa presencia exponemos nuestra debilidad, reconocemos que eres soberano y tu sabes porque razón permites que nos sucedan en nuestras vidas, esas circunstancias difíciles, las cuales nos hacen sentir fuera de tus planes, y que no podemos funcionar en tus designios.
Ayúdanos a recuperar la identidad de siervos, por ti apoyados, comprendiendo que después de las pruebas, jamás seremos los mismos, porque el valle de dolor y angustia, donde se clama, se gime y se llora, no es un lugar donde deseamos estar dos veces.
Solamente, ven a nuestras vidas, abrázanos que necesitamos tu amor.
En el nombre de Cristo Jesús,
Amen.