Guarda Tu Corazón
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal”. (Proverbios 4:23-27)
Es increíble como un órgano tan pequeño como lo es el corazón, sea tan indispensable e importante para el buen funcionamiento del cuerpo. Si el corazón deja de latir, sencillamente nos morimos. Uno puede vivir sin brazos, piernas y ojos; puede faltarte tal vez un riñón y si el otro funciona, podrás vivir. Pero el corazón es una pieza irremplazable e insustituible.
El proverbista Salomón, hombre sabio e inteligente escribió de manera sencilla una frase corta que nos lleva a reflexiones muy profundas. Porque cuando uno guarda algo, es porque lo protege, lo cuida, lo valora y lo estima.
Es de vital importancia que guardemos nuestro corazón físico, pero si es tan importante el corazón físico para la vida; es también igual de importante o aún más, proteger nuestro corazón (en este caso nos referimos al lugar donde se asientan y producen nuestros pensamientos y sentimientos). Al lugar de donde pueden nacer las guerras, los pecados, las malas acciones y los deseos.
De nuestro corazón brota o aflora la vida. Vida que es nuestra, pero que también compartimos con otros. Y quiero aprovechar este espacio para pedirte que por favor medites en la importancia de no permitir que el odio, el rencor y las raíces de amargura florezcan y se alojen en tu corazón. Sé lo difícil que es. Sé lo que se siente cuando te traicionan, cuando te hacen un mal o cuando te pagan un bien que hiciste con mal. Sé el dolor que se siente, uno quisiera muchas veces tomar la venganza en sus manos. Explotar contra la persona que te lo hizo, cobrar o corresponder con el mismo mal.
Más la Palabra dice que debemos vencer el mal con el bien. ¡Qué cosa más difícil a veces! Pero es el mejor camino. Pero no debes permitir que tu corazón sea prisionero de sentimientos y actitudes tan negativas y dañinas. Porque finalmente a la persona que más afectará lo que sientas es precisamente a ti mismo.
Cuando hablan de uno mal, cuando profieren maldición, cuando te juzgan, critican, malinterpretan un bien que quisiste hacer. Cuando te insultan y tratan de hacerte daño, debes recordar que es el enemigo quien está utilizando a esa persona. Que es tal vez su dolor, su ira, su resentimiento, su veneno, su envidia. Aquí el que quiere de verdad destruirte es el enemigo.
Sé que debes pensar que suena fácil, que se lee tan bonito escrito. Yo misma he sido probada en este asunto y es bien difícil. Pero cuando uno busca esa intimidad con Dios, uno sabe que Dios en serio, no desea que uno albergue ni tome la venganza en sus manos. Porque con el tiempo la vida misma se encargará de que cada uno coseche lo que ha sembrado ya sea para bien o para mal. Jehová peleará por nosotros y nosotros estaremos tranquilos.
Por tal razón, también debemos apartar de nuestra boca la perversidad y la iniquidad de nuestros labios. Lo perverso es lo infame, lo malo, lo vil, lo que trae maldad. La iniquidad tiene que ver con la depravación, corrupción, la inmoralidad, la malignidad. Porque eso tan solo nos aleja de la comunión con el Padre y de la comunión con el resto de las personas. Porque poco a poco eso va agrietando el corazón, hasta que lo que exhalas y respiras es muerte espiritual.
Debemos mirar lo recto, andar por el camino derecho. Tenemos hoy más que nunca examinar la senda por donde se van dirigiendo nuestros pies y corregir nuestros pasos si es que vamos por el camino incorrecto. No nos debemos desviar por caminos que parecen más cortos, pero que al final resultaran más largos. Tenemos que ser seres íntegros. Esto no se trata de quien es más santo, ni de orgullo espiritual. Esto no se trata de creer que somos mejores que nadie. Esto se trata de que sin santidad nadie vera al Señor. Esto se trata de que queremos un día encontrarnos con nuestro Dios y verlo cara a cara. Apartemos nuestros pies del mal.
Mis amados, el salmista decía, “escudriñemos nuestros caminos y volvámonos a Jehová”. Hoy, hay que hacer un eco cardiograma espiritual para ver cómo está latiendo nuestro corazón y si hay alguna falla, alguna perversidad, resentimiento u odio, acudir ante nuestro Abogado y Expiador para que lo repare. Porque de nuestro corazón solo debemos manar vida.
Autora: Brendaliz Avilés
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