Nada es normal desde que estás en mi vida. Sentir tu presencia fluyendo en mí ser me transforma, renueva y regenera. Porque donde hay tristeza, tú colocas gozo. Donde había amargura, odio, cólera y resentimientos, tú siembras amor. Tú amor hace que mi alma sienta paz y que yo permanezca en control. La casita aquí en mi interior se siente tan limpia, fresca y clara, pues me has apartado del pecado. Me has limpiado de lo que me contamina. Tú has puesto esperanza y fe donde antes solo había dudas sobre el futuro, penas por el pasado y no se disfrutaba del presente. Mi vida es más plena, yo estoy más confiada, tu Palabra me ha dado certezas y promesas que espero ver cumplirse. Has ordenado mi vida y en cada experiencia, por más ilógica o triste que parezca, puedo ver y percibir que tu la reviertes en bien porque sabes lo que es mejor para mí.
A veces atravieso un río y siento que me voy a ahogar. De repente algo me hace pensar que tú no estás, pero cuando el agua va llegando hasta el cuello y yo creo que ya no podré resistir más… Tú sencillamente me haces ver y sentir que siempre has estado ahí porque eres mi salvavidas. Vuelvo otra vez a cruzar el río y llego hasta mi lugar de destino. Ya no vivo sin significado ni sentido, eres mi mundo y giro alrededor de ti. Por eso te quiero expresar las gracias, mi alma siente infinito afecto hacia ti.
Autora: Brendaliz Avilés