MUJER: ¡SAL DEL CAUTIVERIO
¿QUÉ PRECIO TE PONDRÁS?
Mujer, imagínate a ti misma con una gran etiqueta de esas de
poner precio colgada alrededor de tu cuello, como si fueras una
mercancía que estuviese a la venta. Visualiza esa etiqueta en blanco
y ahora pregúntate: ¿Qué precio me pondría yo a mí misma?
Claro está que no has tenido nunca una etiqueta alrededor de tu
cuello, literalmente hablando, pero cada vez que tomas una decisión
con respecto al valor que te das a ti misma como mujer, te estás
cotizando en la bolsa de los valores humanos. Mujer, ¿qué precio te
vas a poner? O te regalas, desvalorizándote al máximo, o te pones
en subasta, accesible al primero que quiera nombrar un precio sobre
ti. O por el contrario amada, te cotizas bien alto, según el valor
inalcanzable que Jesús ya pagó por ti a través del sacrificio cruento
de la cruz.
Es más, ¿sabes algo?, tú ni siquiera te puedes regalar. No ves mujer
de Dios, ¿no comprendes que tú no te perteneces?
TÚHAS SIDO COMPRADA POR PRECIO DESANGRE
Tampoco te puedes vender barata, simplemente porque tu Redentor
ya pago por ti. No te perteneces, tú has sido comprada, escüchame
bien: comprada por precio de sangre. Tú eres de Cristo. Él pagó alto
precio por ti, te compró con su preciosa sangre. Te redimió.
"Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijasde Sión se ensobetbecen,
y andan concuello erguido y conojosdesvergonzados; cuando andan
van danzando, y haciendo son con los pies." (Isaías 3: 16).
¿DÓNDE ESTA TU CAUTIVERIO HIJA DE SION?
¿Quiénes son las hijas de Sion? ¿No somos tú y yo las hijas de
Sion? ¿No es acaso Sion el pueblo de Dios? Somos nacidas de nuevo,
hemos pasado de muerte espiritual a tener la vida Zoe de Dios a
través de Jesús. Hemos recibido el bautismo del Espíritu Santo, pero
estamos todas en el proceso de renovar nuestra mentes, nuestro
entendimiento, día a día, por medio de la Palabra de Dios (Efésios
4:23). Ahora bien, la Palabra de Dios dice que nosotros estamos en
el mundo, pero que no somos de este mundo, nuestra ciudadanía
está en los cielos (Filipenses 3:20).
Sin embargo, lo cierto es que las cosas de este mundo ejercen
gran influencia sobre nosotras, las hijas de Dios. Todas nos vemos
precisadas a desempeñar papeles activos en nuestra sociedad de un
modo u otro; es necesario. En la comunidad no podemos convertirnos
en ermitaños, ni Dios nos ha llamado tampoco a eso, sino a ser luz
en medio de tinieblas y la sal de este mundo.
UN ALINEAMIENTO CRISTOCÉNTRICO DE VIDA
Es preciso que nosotras como mujeres cristianas, desarrollemos
la madurez en Cristo a través de su Palabra, para poder vivir
sabiamente en este mundo, -sin contaminarnos, sin ser piedra de
tropiezo para los demás-, que esperan percibir en nosotros el reflejo
de ese Jesús que predicamos. Nos conviene lograr un balance sabio
entre las cosas que el mundo ofrece, de las cuales podemos participar
y disfrutar en santidad y para bendición, y discernir bajo la guianza
del Espíritu Santo aquellas de las cuales definitivamente, para bien
de nuestra alma y para guardar nuestro testimonio como cristianos,
debamos definitivamente de abstenernos.
En otras palabras, nos es preciso desarrollar el criterio necesario
para reconocer las cosas que convienen y aquellas que no. El Apóstol
Pablo dice en la Corintios 6:12 que todo nos es lícito, mas no todo
conviene.
Hemos de procurar, con diligencia, el recibir la instrucción
necesaria en la Palabra de Dios para que a través de sus santo consejo
podamos ajustar nuestro estilo de vida en todas las áreas. Por ejemplo,
en nuestro hablar, en nuestra manera de vestir y en nuestro andar en
general, funcionado en todas las áreas, o facetas de nuestra vida en
este mundo en el que forzosamente tenemos que convivir, acorde al
alineamiento Cristocéntrico y en total concordancia con lo
establecido por Dios.
El caminar como cristianas tiene exigencias, ya que somos templo
del Espíritu Santo (1a Corintios 3:16). Tenemos entonces que tomar
conciencia de que el mundo que nos rodea tiene sus ojos puestos en
nosotras, porque hemos declarado que somos de Cristo y por eso,
nos es preciso el andar como Él anduvo.
En otras palabras, nos es preciso desarrollar el criterio necesario
para reconocer las cosas que convienen y aquellas que no. El Apóstol
Pablo dice en la Corintios 6:12 que todo nos es lícito, mas no todo
conviene.