Gálatas 2:20
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
Cristo crucificado, sepultado, y resucitado es el evangelio predicado por el apóstol Pablo (1 Corintios 15:3-4). Esta es la verdad que se declara simbólicamente cuando el convertido a Cristo es bautizado en obediencia al Señor. Desde cuando el pecador reconoce su necesidad y confía en Cristo como Salvador, pasa de muerte a vida. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo” 2 Corintios 5:17-18. Es una verdad maravillosa que Cristo vive en nosotros por el poder del Espíritu Santo.
La misma vida del apóstol Pablo demostró en forma fehaciente la enorme diferencia que Cristo hace cuando Él reina en el corazón de los que son sus discípulos. Pablo relató de que algún tiempo después de ser salvo, hizo un viaje a Judea aunque era desconocido de vista por las iglesias allí. Los que eran de Cristo solamente oían las noticia que “aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba” Gálatas 1:23. Cuando estos hermanos vieron a Pablo y comprobaron que en verdad había habido un cambio, “glorificaban a Dios” (v.24) por ello. Pablo fue llamado por la gracia de Dios y lo que pasó a él revela lo que Dios desea hacer con los que responden a su llamado. Dios quiere revelar a su Hijo en nosotros. (Gálatas 1:14-15).
Muy temprano en su ministerio Pedro y Juan fueron llamados a responder a la pregunta con qué autoridad predicaban ante el pueblo. Los líderes religiosos veían “el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” Hechos 4:13. ¿Qué es lo que los líderes vieron? Vieron que cuando el Señor Jesucristo está en control de la vida de los suyos, es evidente el efecto que produce en ellos. La presencia de Cristo afecta la vida de sus siervos en su comportamiento delante de otros, y ello mismo es reconocido por ellos. Al individuo, trae contentamiento. Solamente los salvados gozan de esta gran bendición. ¿Es evidente que Cristo está en la vida suya?
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