Luz en la Oscuridad
Comenzando el año, la naturaleza ha sorprendido a la humanidad desatando toda su furia contra uno de los países más pobres en el planeta, lo que ha consternado al mundo entero y movido a muchos a hacer lo que esté a su alcance buscando aliviar el dolor, la angustia, el hambre, el temor, la inseguridad, desesperación, etc.
Haití, un país olvidado por casi todos, se enfrenta una vez más a una de las crisis más cruentas de su historia. Cuando observo en los medios noticiosos las diferentes escenas de un pueblo azotado sin piedad, no puedo menos que compungirme ante el sufrimiento que toca lo más profundo de cualquier corazón. Ver tanto niño huérfano cuyo futuro es más que incierto, le parte el corazón a cualquiera. Todo eso lo observamos desde nuestra comodidad a la que estamos acostumbrados…¡Y todavía nos quejamos!!!
Cuando transito por las carreteras llenas de hoyos, cuando algo no sale como esperaba, al sentarme a la mesa a comer los alimentos, cuando me retiro a descansar en la noche y medito en todo lo que Dios me ha dado, empezando por mis familiares, en los buenos momentos y los no tan buenos... viene a mi mente y corazón los sufrientes haitianos… y me resisto a quejarme; más bien me desbordo en acción de gracias por tantas bondades y tantos beneficios de los que hemos sido objeto por parte del Dios de amor.
¿Por qué unos sí y otros no? Piensan los ilusos. ¿Por qué bendición para unos y para otros desgracia y maldición? Algunos han especulado sobre la razón de tal evento en dicho país, algo que sólo compete a a Dios y a ellos. Pero yo puedo ver, detrás del panorama oscuro, triste y adverso, la mano amorosa del Todopoderoso Dios moviéndose a favor de unas criaturas que son importantes para Él y que les ama como a cualquiera de los mortales. Los habrá de levantar, no por lo que son ellos, sino, por lo que Él es. Hay en la densa oscuridad una Luz brillando con gran intensidad… ¡El Amor de Dios que no hace acepción de personas!
Me gozaba viendo a tanto haitiano, que en medio del dolor y la angustia, aprovecharon el momento de crisis para elevar sus ojos al cielo, humillarse ante el Todopoderoso Dios y refugiarse en su misericordia. Y es que, en las buenas o en las malas, en la escasez o en la abundancia, en la salud o en la enfermedad, en la calma o en la ansiedad… No hay otro Refugio más seguro y eficaz que los brazos amorosos de nuestro Padre Celestial.
¿Podríamos nosotros en cada uno de nuestros países lidiar con un reto de tal naturaleza? ¿Emocional, física y hasta espiritualmente estaríamos preparados para un embate como ese? Nos guarde el Señor por siempre de tal catástrofe lo cual pocos podrían enfrentar con la valentía y fortaleza con que lo han hecho los haitianos. Son dignos de admiración y respeto por la fuerza, el coraje y valor que han manifestado. Acostumbrados a la escasez en todas las áreas, un golpe como ese, más que debilitarlos los hará más fuertes y osados y tengo la convicción que saldrán adelante con la ayuda de Dios.
Los que estamos observando de lejos como meros expectadores y comparamos tal condición con la que permea en nuestro entorno, seamos agradecidos y mantengamos nuestra mirada en el Dios del cielo.
“De la misericordia del Señor está llena la tierra.” Salmo 33:5
Por: ENRIQUE FLORES.