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General: LOS BENEFICIOS DE LA LECTURA DE LA BIBLIA
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FRAGMENTO DEL LIBRO
LOS BENEFICIOS DE LA LECTURA DE LA BIBLIA
«Escudriñad las Escrituras», dijo el Señor Jesús, y luego añadió: «porque... ellas son las que dan testimonio de Mí» (Juan 5:39). Testifican de El cómo el único Salvador para los pecadores perdidos, cómo el único Mediador entre Dios y el hombre, cómo el único que puede acercarse al Padre. Ellas testifican las maravillosas perfecciones de su persona, las glorias variadas de los oficios que cumple, la suficiencia de su obra consumada. Aparte de la Escritura, no le podemos conocer. En ellas solamente es que nos es revelado. Cuando el Santo Espíritu muestra al hombre algunas de las cosas de Cristo, haciéndolo con ello conocido al alma, no usa otra cosa que lo que está escrito. Aunque es verdad que Cristo es la clave de la Escritura, es igualmente verdad que sólo en la Escritura tenemos un descubrimiento del «misterio de Cristo» (Efesios 3:4).
1. Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando éstas le revelan su necesidad de Cristo. El hombre en su estado natural se considera autosuficiente. Es verdad, tiene una vaga percepción de que hay algo que no está del todo bien entre él y Dios, sin embargo no tiene dificultades para convencerse de que puede hacer lo necesario para propiciarle. Esto está a la base de toda religión humana, empezada por Caín, en cuyo «camino» (Judas 11) todavía andan las multitudes. Dile a un devoto «religioso formalista» que «los que viven según la carne no pueden agradar a Dios», y al punto su urbanidad y cortesía hipócritas son sustituidas por la indignación. Así era cuando Cristo estaba en la tierra. El pueblo más religioso de todos, los judíos, no tenían sentido de que estaban «perdidos» y en desesperada necesidad de un Salvador Todopoderoso.
3. Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando más absorbido queda en las perfecciones de Cristo. Lo que lleva al alma a Cristo al principio es un sentido de necesidad, pero lo que le atrae después es la comprensión de su excelencia, Y ésta le hace seguirlo. Cuanto más real se vuelve ¡Cristo, más somos atraídos por sus perfecciones. Al principio lo vemos sólo como un Salvador, pero cuando el Espíritu continúa llevándonos a las cosas de Cristo y nos las muestra, descubrimos que en su cabeza hay «muchas coronas» (Apocalipsis 19:12). En el Antiguo Testamento se le llama: «Su nombre será llamado Admirable» (Isaías 9:6). Su nombre significa todo lo que es, según nos hacen conocer las Escrituras. «Admirables» son sus oficios, en su número, variedad y suficiencia. El es el Amigo más íntimo que el hermano, la ayuda segura en tiempo de necesidad. El es el Sumo Sacerdote, que comprende nuestras flaquezas. El es el Abogado para con el Padre, que defiende nuestra causa cuando Satán nos acusa.
4. Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando Cristo se vuelve más precioso para él. Cristo es precioso en la estimación de los verdaderos creyentes (1.a Pedro 2:7). Su nombre es para ellos «ungüento derramado». Consideran todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús su Señor (Filipenses 3:8). Como la gloria de Dios que apareció como una visión maravillosa en el templo y en la sabiduría y esplendor de Salomón, atrajo adoradores desde los últimos cabos de la tierra, la excelencia de Cristo, sin paralelo, que fue prefigurada por aquella, es más poderosa aún para atraer los corazones de su pueblo. El Demonio lo sabe muy bien, y por ello sin cesar se ocupa en cegar la mente de aquellos que no creen, colocando delante de ellos todos los atractivos del mundo. Dios le permite también que asalte al creyente, porque está escrito: «Resistid al diablo, y de vosotros huirá» (Santiago 4:7). Resistidle por medio de la oración sincera y fervorosa y específica, pidiendo al Espíritu que te atraiga los sentidos hacia Cristo.
5. Un individuo que se beneficia de las Escrituras tiene una confianza creciente en Cristo. Hay «fe pequeña» (Mateo 14:3) y «fe grande» (Mateo 8:10). Hay la «plena seguridad de la fe» (Hebreos 10: 22), y el confiar en el Señor « de todo corazón» (Proverbios 3:5). De la misma manera que hay el crecer «de fortaleza en fortaleza» (Salmo 84:7), leemos de ir «de fe en fe» (Romanos 1:17). Cuanto más firme y fuerte es nuestra fe, más honramos a Jesucristo. Incluso en una lectura rápida de los cuatro Evangelios se revela el hecho que nada complacía más al Señor que la firme confianza que ponían en El aquellos que realmente contaban con El. El mismo vivió y anduvo por fe, y cuanto más lo hacemos, más son confirmados los «miembros» como una unidad con la «cabeza». Por encima de todo hay una cosa que hemos de proponernos y buscar diligentemente en la oración: que aumente nuestra fe. De los Tesalonicenses Pablo pudo decir: «vuestra fe va creciendo» (II Tesalonicenses 1:3).
6. Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando éstas engendran en él un deseo cada vez más profundo de agradar a Cristo. «No sois vuestros, pues comprados sois por precio» (1ª Corintios 6:19, 20), es el primer gran hecho que el cristiano tiene que entender bien. Para ello no debe «vivir para sí sino para aquel que murió El» (2ª Corintios 5:15). El amor se deleita en agradar lo que ama, y cuanto más el afecto nos atraiga a Cristo más desearemos honrarle por medio de una vida de obediencia a su voluntad, según la conocemos. « Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:23). No es en emociones alegres y felices o en profesiones verbales de devoción, sino en el tomar su yugo y someternos prácticamente a sus preceptos que honramos a Cristo principalmente.
7. Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando le hacen anhelar la segunda venida de Cristo. El amor puede satisfacerse sólo con la vista del objeto amado. Es verdad que incluso ahora contemplamos a Cristo por la fe; sin embargo es «como a través de un espejo, oscuramente». Pero, cuando venga le veremos «cara a cara» (1ª Corintios 13:12). Entonces se cumplirán sus propias palabras: «Padre, aquellos que me has dado, quiero que dónde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo» (Juan 17:24). Sólo esto satisfará plenamente los deseos de su corazón, y sólo esto llenará los anhelos de los redimidos. Sólo entonces «verá el fruto de su trabajo y será satisfecho» Isaías 53: 1l); y « En cuanto a Mí, veré tu rostro en justicia; al despertar, me saciaré de tu semblante» (Salmo 17: 15).
ESTIMADO LECTOR
DIOS LE BENDIGA
LO INVITAMOS A DISFRUTAR LOS BENEFICIOS DE LA LECTURA BIBLICA.
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no te los piedas, disfruta leer y compartir
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