Cristo ha lavado a los
santos de sus pecados y los ha santificado (hecho
santos). Ellos se han apartado de la inmoralidad,
de la inmundicia, de la avaricia y de la mentira. En
cambio, ellos son personas de paz, agradecidas y
obedientes a la palabra de Dios. Sus vidas han
cambiado. Ahora son santos.