Generalmente cuando una cosa se rompe, su valor
disminuye o desaparece del todo. Los platos rotos,
botellas rotas, espejos rotos, son generalmente
desechados. Aún un golpe en un mueble o una mancha en
la ropa reducen significativamente su valor de reventa.
Pero no es así en el reino espiritual. Dios aprecia las
cosas rotas, y en especial a las personas quebrantadas. Es
por eso que podemos leer versículos tales como: