La dificultad del cristiano
La vida se pone más difícil, por la existente autosugestión de que no nos está dando algo que merecemos. La civilización predominante (occidental), es la que tenemos incrustada en nuestro cerebro, y ya constituye nuestra única opción de vida. No concebimos otra. ¡Así es la vida! decimos todos; los cristianos sabemos que así será, pero no que así deba ser
No paramos de recibir bellísimos textos, en donde se desea la felicidad y, con bastante acierto, se dice que la felicidad es el camino y no la meta. O sea que son aspiraciones y no consecuciones. Y es legítimo preguntarse ¿Dónde está mi independencia? ¿y mi libertad? Simplemente no existen: Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de sus vicios y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Tito 3:3.
Somos manipulados por una serie de impresiones que nos infiltran el «recinto cerebral», y nos hacen reaccionar sobre los elementos más interiores, ocultos, o conscientes de nuestro oscuro carácter de perdidos. Por ello el apóstol nos amonesta: Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Santiago 2:12.
Para como cuando al despertar, percibimos un día triste y nuboso; también nuestro ánimo se torna triste y deprimido sin ganas de actividad, y hasta temor de salir a la calle. Tal es nuestra posición ante esta sociedad ruidosa y presuntuosa, que se dirige rápidamente a su corrupción total, y a su destrucción tal como la percibimos hoy.
Gentes no necesariamente malas, según el mundo, nos resultan hasta repugnantes cuando hablando con ellas nos cuentan sus vanas y pútridas aventuras, en donde dicen que disfrutan mucho, con lo cual pueden ponernos en un grado de insatisfacción o envidia: No tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos; Proverbios 24:1.
En esos momentos nos cuesta más discernir los sufrimientos y humillaciones que han inflingido a otras personas, por estar también deslumbrados por las fantasías y arrogancias del otro. Es pues necesario, con mucha diligencia, apartarse de tales embaucadores, que se enaltecen exhibiendo sus andanzas malignas y destructoras. Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas, Porque sus pies corren hacia el mal, Y van presurosos a derramar sangre. Proverbios 1:16.
El mal es muy pegajoso, y puede hasta cambiar nuestra firmeza cristiana para darnos que pensar. El diablo no duerme. Así que como dice el apóstol: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 1 Pedro 5:7-9.
En ocasiones, unas palabras vertidas sobre nosotros pueden hacer cambiar drásticamente nuestro pensamiento (aunque sea por poco tiempo), y hacernos cometer toda clase de abominaciones ¡Velad! es la palabra clave aquí.
Por otra parte «las afirmaciones reiteradas», siempre ejercen alguna influencia sobre nuestras convicciones, haciéndonos dudar; y lo mismo sucede con los ejemplos que vemos todos los días que siempre dejan alguna huella sobre nuestras tendencias larvadas.
Experimentamos pues, continuas alternativas más o menos lentas y pertinaces; en otros casos, y sobre todo entre la gente joven, a la toma de unas decisiones de las que luego se arrepentirán amargamente. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. Proverbios 4:23
Con el fin de sustraernos a estas deletéreas influencias, evitemos frecuentar y en su caso ir a ciertos lugares; rehusemos ir en compañías que nada práctico o edificante nos van a proporcionar.
Edifiquemos nuestras convicciones con el apoyo de documentos genuinos, y de personas de fe, autoridad y experiencia comprobadas, y acudamos a las más puras fuentes del conocimiento. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. (Judas 20,21,22).
En cuanto a nuestros propósitos, guardemos bien nuestros designios en nuestro corazón, y pongámoslos a salvo de la acción de las sugestiones enemigas. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Lucas 2:19. Del mismo modo, sabemos que no somos nada sin el Señor, pero como ella guardemos nuestro tesoro en nuestro propio corazón.
Ya sabemos quién es el enemigo, y quién nos guarda.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Efesios 6:12
Rafael Marañón
MENSAJE LEIDO Y COPIADO DE LA RED
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