La caída del hombre trajo como consecuencia la necesidad de que los hombres tuvieran que trabajar duramente para hacer que la tierra produjera. Evidentemente en los alimentos que Noé llevó consigo en el arca estaban representados todos los productos que se consumían en esa época, pero la Biblia no da detalles. Después del diluvio, Dios hizo esta promesa: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, y el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche... Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis” (Gn. 22; 9:3, 4).
Según la Biblia, la tierra prometida fluía con leche y miel, pero la tierra prometida era más que eso; era una cornucopia que se desbordaba con toda clase de frutos y cereales saludables, comidas para la sanidad: “Tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel” (Dt. 8:8).
Casi cada uno de los libros en la Biblia contiene referencias a los alimentos de ese tiempo, junto con las reglas que gobernaban su cultivo, preparación y consumo. Por siglos los eruditos de la Palabra de Dios han estudiado los alimentos que se consumían en los tiempos bíblicos, pero sólo recientemente los nutricionistas modernos han reconocido que lo que fue bueno para las personas hace miles de años, es bueno y tal vez mejor para todos hoy. Es indudable que la cocina bíblica es saludable. Pocos o tal vez ninguno de los nutricionistas modernos ha podido encontrar fallas en ella. Todos los alimentos que se mencionan en la Biblia ayudan a mantener una buena salud y muchos de ellos, de hecho contienen sustancias que contribuyen a combatir las enfermedades. Los científicos han identificado docenas de productos alimenticios que pueden ayudar a prevenir el cáncer, las enfermedades del corazón y otras dolencias.
El pueblo de Israel también tenía leyes dietéticas dadas en el Talmud, el cuerpo de leyes civiles y religiosas de los judíos que incluye comentarios sobre la Tora o Pentateuco. Estas leyes les decían cómo debían preparar ciertos alimentos y cuales debían evitar por completo. Eran buenas reglas para conservar la salud. Según el libro Magia y Medicina de las Plantas, publicado por Reader’s Digest: «Los judíos del período del Antiguo Testamento son recordados por los altos estándares de salud pública e higiene... El uso de las plantas para propósitos medicinales era una costumbre aceptada. El libro de Eclesiastés en un sentido autoriza y anima esta práctica. Dios creó medicinas de la tierra y un hombre sensible no debe despreciarlas... En los tiempos del Antiguo Testamento docenas de plantas se usaban medicinalmente».
En lugar de procesar el azúcar, las personas de los tiempos bíblicos usaban miel natural para endulzar, o la pulpa azucarada de las frutas frescas. Comían una amplia variedad de frutas, de cereales, granos y fabricaban gran variedad de panes. Todo esto junto con la leche, la mantequilla, los quesos, el agua y el jugo de la uva constituían el alimento básico a principios del siglo II A.C. Es indudable que los patriarcas seminómadas se alimentaban principalmente de productos lácteos derivados de sus ganados, rebaños y también de pan. Incluso a veces cultivaban cereales, tal como hizo Isaac: “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová” (Gn. 26:12).
La sopa de lentejas, el “guiso rojo” probablemente era un plato común en la época en que Esaú vendió su derecho de primogenitura por un plato de potaje: “Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura” (Gn. 25:34). Las lentejas indudablemente siguieron siendo un plato preferido, tal como dice 2 Samuel 17:28, 29a: “Trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen...”
El Diccionario Bíblico enumera así la lista de los principales productos que consumía el pueblo de Israel en los tiempos bíblicos de acuerdo con sus categorías
Cereales:
Granos, escanda, trigo, trigo para pan, cebada, malta, millo.
Legumbres:
Arroz, lentejas, habas, garbanzos, arvejas, berros, algarrobas, puerro, ajos, cebollas, pepinos.
Frutas:
Higos, dátiles, manzanas, albaricoques, peras, membrillo, níspola, duraznos, granadas, uvas, melones.
En las legumbres estaban incluidas las diversas variedades de frijoles o judías. En las hierbas: el eneldo, comino, cilantro, menta, azafrán, canela, mostaza, ruda, albahaca y una hierba que tal vez era una variedad de la achicoria silvestre. El pan y los platos hechos de granos en el menú los hacían de grano entero, como parte de una dieta rica en fibra que ahora es tan crítica para la buena salud. La cebada, el trigo, el millo, las semillas de ajonjolí, los melones y los vegetales crudos eran fuente común de fibra en los tiempos bíblicos. El pescado y las aves de corral se servían más a menudo que la carne, la cual se reservaba generalmente para la clase alta o para ocasiones especiales, tal como en Génesis 18:6-8, cuando Abraham le ofreció carne de becerro, mantequilla, leche y pan a los tres ángeles que se le aparecieron en el encinar de Mamre.
Las frutas y la diversa variedad de nueces y almendras, eran abundantes y se usaban a menudo como ingredientes en los postres. Tal como ahora sabemos, las nueces son buenas para regular el azúcar de la sangre y para reducir el colesterol. El vino, el jugo de la vid, era la bebida preferida. Hoy las investigaciones médicas han descubierto que un poco de vino tomado en forma moderada, puede ayudar a prevenir las enfermedades del corazón. La cocina bíblica incluía una amplia variedad de quesos, los cuales son excelentes y constituyen una fuente de proteína barata que sirve como sustituto de la carne.
En la Biblia, de hecho, hay cientos de referencias a las plantas, tantas que no podemos cubrirlas todas en este artículo. Sólo vamos a referirnos a los alimentos principales que comían las personas en los tiempos bíblicos para mantener una buena salud y combatir las enfermedades, al igual que para su mantenimiento diario, y todos estos alimentos usted puede encontrarlos en el supermercado: “Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto...” (Ez. 47:12a).