Habas o Legumbres
Dice la Escritura: “Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos...” (Ez. 4:9a). Esta receta es para confeccionar lo que eruditos bíblicos llaman «el pan de Ezequiel», el cual preparó el profeta durante el sitio de Jerusalén. Esta es una de las pocas recetas específicas que encontramos en la Biblia.
Ni Ezequiel, ni las personas que hacían y comían el pan lo sabían, pero ellos estaban practicando una poderosa técnica de sanación que los nutricionistas de hoy llaman «acrecentamiento». Esto simplemente significa que una variedad de granos usados juntos forman un alimento más potente y con más alta cantidad de proteínas que los panes hechos de
un solo grano. Tal como dice en el segundo libro de Samuel, las habas o legumbres se encontraban entre los alimentos más nutritivos que le enviaran al ejército hambriento del rey David para restaurarles las fuerzas: “Trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen...” (2 S. 17:28, 29a).
Vale la pena hacer notar que las legumbres en general están mencionadas prominentemente en el pasaje anterior. Sabemos que contienen fibra soluble que ayuda a reducir el colesterol malo y reduce la presión. Esta misma fibra también ayuda a mantener estables los nive
les de azúcar, quita el hambre, lo cual es una bendición para cualquiera que está en dieta, y se ha demostrado incluso que reduce los requerimientos de insulina para personas que sufren de diabetes.
Con todo lo importante que son las legumbres para nosotros hoy, lo fueron más como un alimento básico en los tiempos bíblicos. Las habas son una fuente maravillosa de proteínas, algo que escaseaba en las sociedades primitivas, al igual que contiene vitamina C en abundancia, hierro y fibra para la dieta. En el occidente, la mayoría de nosotros obtenemos esto por otros alimentos o suplementos.
Los agricultores primitivos podían también cultivar las legumbres con facilidad y las hacían en puré y potaje, o en tipo de pan granulado cuando las mezclaban con millo. Otra ventaja era que como las otras leguminosas, las arvejas y lentejas, se podían poner a secar con facilidad y alma
cenarlas por largos períodos para los tiempos difíciles. Los eruditos bíblicos dicen que las habas mencionadas en la Biblia eran habas grandes porque esa clase se cultivaba extensamente a través de todos los países del oriente del Mediterráneo durante ese período. También se sabe que era un alimento popular en Egipto.
A diferencia de nuestros antecesores bíblicos, hoy contamos con un amplio rango de legumbres para escoger, rojas, blancas, negras, frijol de carita, garbanzos, frijoles, lentejas, frijol de media luna, arvejas, frijol moteado, frijol blanco y habichuelas verdes. Todas ellas ofrecen la misma clase de beneficios maravillosos para la salud. Por ejemplo, las legumbres en general ayudan a reducir la presión y el colesterol malo que los investigadores modernos aseguran que causa problemas devastadores para el corazón, un riesgo de la salud que era raro para esos que vivieron hace siglos.
Las legumbres también contienen químicos que inhiben el crecimiento del cáncer y ayudan a controlar la insulina y los niveles de azúcar en la sangre tan vitales para la buena salud de los diabéticos. En un nivel más rutinario, las judías ayudan a prevenir y a curar el estreñimiento. Pueden detener las hemorroides, impedir que se desarrollen otros problemas relacionados con los intestinos y ayudan a curarlos si ya se sufre de estos padecimientos. En esos tiempos antiguos, las habas o judías y los ajos eran a menudo hervidos juntos, produciendo con esto una versión primitiva de medicina para acabar con los resfriados más persistentes.
Usted no tiene que comer las legumbres mañana, tarde y noche para recibir los beneficios. Una taza al día de judías cocidas puede ser todo lo que se necesita, especialmente si su dieta incluye ya alimentos similares, productos que mencionemos en este artículo, los que también sirvan para combatir el colesterol, cáncer y la presión alta. Incluso, ni siquiera las legumbres enlatadas pierden todo su valor terapéutico como resultado de su procesamiento. Se ha demostrado que una lata de frijoles con cerdo disminuye el nivel del colesterol en un 12%. Es necesario advertir que algunas investigaciones indican que los frijoles enlatados pueden aumentar el nivel del azúcar en personas diabéticas. Se recomienda que quienes sufren de este padecimiento consulten primero a su médico por su opinión profesional.
También se debe recordar que la mayoría de los productos enlatados contienen mucha sal, de tal manera que si necesita una dieta baja o libre de sodio, revise la etiqueta. Si necesariamente tiene que usar los frijoles enlatados, enjuáguelos con agua para quitarles la sal. Aquí tenemos un informe detallado del poder de las legumbres:
• Contienen en forma natural altos niveles de proteínas vegetales. Por ejemplo, 17,9 gramos por taza.
• Esta misma taza contiene 6 a 7 gramos de fibra valiosa.
• Son bajos en grasa y no contienen colesterol.
• Son altos en potasio, hierro y tiamina y bajos en sodio.
Justo una taza provee cerca de 12 gramos de complejos carbohidratos o almidones. Eso las convierte en una fuente excelente de energía, lo cual es tal vez la razón de por qué lo necesitaba tanto el ejército hambriento del rey David. Los científicos dicen que durante el proceso digestivo se liberan ciertos químicos naturales que contienen los frijoles, judías y otras legumbres. Ellos, en efecto, retrasan la producción del colesterol malo. Por consiguiente, esos mismos químicos que circulan a través de nuestro sistema cardiovascular, ayudan a limpiar el colesterol malo que de otra forma podría obstruir las arterias.
El doctor James Anderson, un notable investigador de la Universidad de Kentucky, está tan convencido del poder de las legumbres que recomienda un mínimo de una taza de judías cocidas una vez al día para ayudar a prevenir las enfermedades del corazón. Dice que incluso entre los hombres de edad madura, el grupo de más riesgo del colesterol peligroso, una dieta que incluya legumbres reduce dramáticamente los niveles de colesterol hasta en un 19%.
El mismo proceso digestivo que libera los químicos en las legumbres que combaten el colesterol, también produce las importantes proteasas inhibidoras, las cuales son componentes básicos de las legumbres. Las proteasas inhibidoras parecen ser extremadamente efectivas para bloquear la formación de ciertos cánceres incluyendo cáncer del colon y del seno, dos de los cánceres más comunes y mortales que enfrentamos hoy.
Las legumbres también se encuentran en la lista de otros reguladores naturales. No son una cura rápida y efectiva para el estreñimiento, sino para mantener las funciones intestinales corrientes, a un ritmo saludable. Aparentemente reducen el riesgo de cáncer rectal o del colon, desórdenes intestinales y hemorroides. Son importantes para los diabéticos debido a su habilidad para regular la producción de insulina. Los diabéticos del grupo uno, esos que requieren una inyección diaria de insulina reducen su necesidad de insulina hasta en un 38% con una dieta rica en legumbres. Mientras tanto, en el mismo estudio, la mayoría de los diabéticos del segundo grupo, los adultos que sufren de ataques de diabetes, pudieron suspender por completo las inyecciones de insulina.
Receta de la versión modernadel«Pan de Ezequiel»
• 4 paquetes de levadura
• 1 taza de agua tibia
• 8 tazas de harina de trigo
• 4 tazas de harina de cebada
• 2 tazas de harina de soya
• 1/2 Taza de harina de millo
• 1/4 Taza de harina de centeno
• 1 taza de lentejas, cocidas y reducidas a puré
• 4-5 Cucharadas de aceite de oliva
• 1/2 - 3/4 Taza de miel
• 4 tazas de agua
• 1 cucharada de sal
Disuelva la levadura en una taza de agua tibia y una cucharada de miel. Déjela reposar por diez minutos. Combine los siguientes cinco ingredientes. Mezcle las lentejas, el aceite, la miel y un poco de agua en una licuadora. Colóquelo en un tazón grande de mezclar con el resto del agua. Añada y revuelva dos tazas de harina mezclada. Añada la mezcla de la levadura. Agregue y mezcle la sal y la harina restante. Tome una tabla de amasar y cúbrala con harina y amase allí la masa hasta que esté suave. Póngala en un tazón previamente aceitado. Deje reposar la masa hasta que aumente el doble de su tamaño. Vuelva a amasarla otra vez, córtela y moldéela en la figura de cuatro hogazas. Colóquelas en un sartén engrasado y déjelas que crezcan.
Póngalas a hornear a una temperatura de unos 375 grados Fahrenheit durante 45 minutos a una hora. Esa es una versión moderna del pan de Ezequiel.